La de Estados Unidos era la única bandera americana que no ondeaba oficialmente en este país caribeño de gobierno socialista, una anomalía que se solventó en esta jornada durante la visita histórica de su secretario de Estado, John Kerry, a La Habana.
«Cuando el secretario de Estado John Kerry iza su bandera junto al malecón habanero, lo hace en una capital donde hace años ondean las de todos los (demás) países del continente sin excepción», analiza el excanciller cubano Ricardo Alarcón.
Kerry, primer funcionario de su rango que ha visitado Cuba desde 1945, presidió la ceremonia de izada de la bandera de su país en el frontis de la embajada, que se ha mantenido cerrada desde el rompimiento de lazos diplomáticos en enero de 1961 hasta 1977, cuando se establecieron las Secciones de Intereses en las dos capitales para cubrir funciones consulares.
Bajo un sol abrasador, los tres marines veteranos que la arriaron en el mismo lugar en 1961, entregaron a otros tres jóvenes integrantes de ese cuerpo la bandera de las 50 estrellas y 13 barras para que la izaran en el mástil del jardín de la embajada, donde quedó ondeando.
Entre tanto, cientos de abanicos con la misma enseña dibujada se movían en manos de los invitados en el recinto, mientras más lejos, unos centenares de personas se congregaron con carteles y banderas de ambos países, para ver la ceremonia y hacerse sentir con aplausos y gritos de «viva», cuando se izó el estandarte estadounidense.
Desde el alba, el frontis del edificio había estrenado también el cartel de Embajada de Estados Unidos y un escudo bruñido, que a la luz de linternas instalaron varios operarios en la madrugada.
«Sabemos que las relaciones entre Estados Unidos y Cuba siempre ha sido un tema que ha causado muchas dificultades en nuestras relaciones con el resto de la región», dijo Ricardo Herrero, director ejecutivo de #CubaNow, organización de jóvenes cubanoamericanos que luchan por la eliminación del bloqueo estadounidense contra Cuba.
«Pensamos que estamos removiendo un obstáculo para promover una mejor cooperación entre todos los países de las Américas», añadió Herrero. Él ha sido uno de los 325 invitados a la ceremonia, presenciada además por el personal de la embajada y antes de la Sección de Intereses de Estados Unidos.
La creciente autonomía de la región y la pérdida de iniciativa y espacio de maniobra de Estados Unidos al Sur del río Bravo ya se hizo evidente durante los preparativos de la VII Cumbre de las Américas, realizada en abril en Panamá, en la cual Cuba participó por primera vez desde el comienzo de esas citas hemisféricas en 1994.
«El paso positivo que significa admitir la existencia de Cuba fue consecuencia inevitable de una realidad que Washington debería finalmente admitir. América Latina y el Caribe viven una época nueva y ya no son patio trasero de nadie», evaluó Alarcón, quien fue canciller durante el bienio 1992-1993. «Está por verse aún si Estados Unidos tendrá la capacidad de aprender la lección de la historia», concluyó Alarcón, quien también fue presidente del parlamento cubano entre 1993 y 2013.
El gobierno cubano quiso remarcar su relación con América Latina al recibir en la víspera de la visita de Kerry a dos de sus más cercanos aliados, los presidentes de Bolivia, Evo Morales, y de Venezuela, Nicolás Maduro. Ambos mandatarios visitaron al líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro, quien el jueves 13 celebró su 89 cumpleaños.
Además, Morales y Maduro mantienen confrontaciones con el gobierno estadounidense de Barack Obama, que según algunos analistas tendrían la oportunidad de suavizarse a la luz de un entorno regional menos tenso y del diálogo con que Washington y La Habana aspiran a resolver sus propias diferencias.
«El impacto (del deshielo entre Cuba y Estados Unidos) se sentirá en una más amplia cohesión en la región», nos dijo por correo electrónico John A. Gronbeck-Tedesco, profesor de la universidad privada de Ramapo en la ciudad estadounidense de Nueva Jersey y autor de varios libros sobre Cuba y América Latina.
«Las repúblicas vecinas americanas le han pedido a Estados Unidos normalizar las relaciones con Cuba desde hace varios años, y las medidas adoptadas por el gobierno de Obama ofrecen una oportunidad para mejorar la política hemisférica en la Organización de los Estados Americanos», agrega el académico estadounidense.
Sin embargo, el estudioso considera que está por verse cómo este proceso de normalización bilateral impactará en la relación con Venezuela, de donde Cuba recibe la mayor parte del petróleo que consume –entre 90.000 y 100.000 barriles diarios-, a cambio de la prestación de servicios médicos y educacionales, entre otros.
«Probablemente, Cuba va a querer aumentar su propia producción petrolera, tal vez con la ayuda de Estados Unidos», dice.
Aventura que «Cuba puede incluso importar petróleo directamente de los Estados Unidos, lo que podría alterar las relaciones entre Venezuela y Cuba. Estos diferentes escenarios serán un factor en la política hemisférica en los próximos años».
Durante su visita de unas 10 horas a Cuba, Kerry sostuvo un encuentro con su homólogo, el canciller Bruno Rodríguez. Durante una conferencia de prensa conjunta posterior, Kerry aseguró que «la normalización entre Estados Unidos y Cuba eliminará una fuente de irritación en el hemisferio (...). Esto es algo que nos importa a nivel hemisférico».
«Para América Latina y el Caribe, cualquier avance en la relación entre Estados Unidos y Cuba será beneficiosa para los intereses mutuos», remarcó a su vez Rodríguez, para quien el proceso de normalización «abrirá oportunidades para el desarrollo de mejores y más profundas relaciones de cooperación» regional.
Los funcionarios anunciaron que en la primera semana de septiembre próximo, una comisión binacional tendrá el primer encuentro en La Habana para «definir temas inmediatos», pendientes durante 54 años de conflicto y que se deberán analizar en la nueva etapa del proceso de normalización de las relaciones bilaterales.
Adelantaron que abordarán asuntos como seguridad marítima, migraciones, tráfico de drogas, salud, aviación civil, reclamos de compensación de ambas partes, derechos humanos y trata de personas.
La agenda del secretario de Estado contempló encuentros con su homólogo suizo Didier Burkhalter, invitado al acto en agradecimiento a la contribución de Suiza como Estado protector de los intereses de Washington en la isla, tras la ruptura de lazos diplomáticos, y el cardenal Jaime Ortega.
También sostuvo un encuentro con representantes de la disidencia interna.