La economía mundial soportará pesados costes si Estados Unidos intensifica el conflicto con Irán por el controvertido programa nuclear de Teherán, según señala un informe especial de la Federación de Científicos Estadounidenses (FAS) que se acaba de conocer.
El estudio «Sanciones, ataques militares y otras acciones potenciales contra Irán» expone que una escalada de Estados Unidos podría generar pérdidas para la economía mundial en los primeros tres meses de entre 64.000 millones y 1,7 billones de dólares.
Se ha llegado a estos datos en base a consultas con un grupo de nueve expertos en economía y seguridad nacional de los dos partidos mayoritarios estadounidenses, Republicano y Demócrata.
El menos probable escenario sería un enfriamiento, que requeriría medidas unilaterales de Estados Unidos mostrando su disposición a hacer concesiones para resolver el enfrentamiento, redundaría en un beneficio económico mundial estimado en 60.000 millones de dólares.
«Las conclusiones del estudio sugieren que hay costes potenciales para cualquier cantidad de acciones lideradas por Estados Unidos y, en general, cuanto más severa la acción, mayores los posibles costes», dice el director de proyectos especiales del FAS, Mark Jansson coautor del informe junto con Charles P. Blair. «Dicho esto, incluso entre los expertos hay una incertidumbre tremenda sobre qué sucedería» en caso de una escalada.
Los escenarios de posibles acciones de Estados Unidos contra Irán incluyen aislamiento y un bloqueo del Golfo, con medidas para «reducir las exportaciones de productos de petróleo refinado, gas natural, equipamiento y servicios energéticos»; la prohibición del sector energético iraní en todo el mundo (que ocasionaría un coste global estimado de 325.000 millones de dólares) y una intensa campaña de bombardeos que también atacaría la capacidad de tomar represalias por parte de Irán. Esto último implicaría un coste económico mundial estimado en algo más de un billón de dólares.
El informe se abstiene explícitamente de formular recomendación política alguna, aunque otros no lo dudan tanto. Unidos Contra un Irán Nuclear y la neoconservadora Fundación para la Defensa de las Democracias (FDD) encabezan las organizaciones de línea dura con sede en Washington que abogan por medidas económicas severas contra Irán. «La Casa Blanca debe aprovechar este impulso, intensificando la guerra económica en un esfuerzo por sacudir a la República Islámica hasta la médula», escribió en junio el director ejecutivo de la FDD, Mark Dubowitz.
Paul Sullivan, profesor de economía especializado en seguridad de Medio Oriente en la Universidad de Georgetown, nos dijo que «el hecho de que el núcleo más duro de los 'estrategas' neoconservadores no haya considerado los costes que podría acarrear una escalada del conflicto con Irán demuestra la incompetencia intelectual de ese grupo».
«Los principales efectos para Estados Unidos, de producirse una escalada, se reflejarán en el precio del petróleo y en una factura mayor de los gastos militares y de la seguridad nacional», dice Sullivan, que evaluó los posibles escenarios como experto, pero no pudo formular declaraciones sobre cifras específicas debido a las reglas de confidencialidad de las fuentes de Chatham House. «Si hay un ataque a Irán, con los contraataques esperados el precio del petróleo puede muy fácilmente subir a 250 dólares o más. Esto puede hacer que Estados Unidos vuelva a sumirse en una recesión».
Mientras aumentan las tensiones en una disputa que ya lleva décadas sobre los presuntos fines armamentistas del programa nuclear de Irán, los analistas examinan cada vez más una serie de costes asociados a la intensificación del conflicto entre Estados Unidos y ese país.
El Iran Project Report, divulgado en septiembre, planteaba que Estados Unidos sentiría «a más largo plazo» la venganza iraní, que podría derivar en una guerra regional. «Además de los costes financieros derivados de ataques militares contra Irán, que serían significativos. probablemente habría otros a corto plazo, asociados con la venganza iraní», según el estudio, que fue aprobado por una larga lista de asesores de alto nivel sobre asuntos de seguridad nacional de los dos partidos estadounidenses.
Las conclusiones apoyan la convicción de que toda acción que suponga una escalada será más cara. Eso lo plantea en términos financieros el FAS: «Una dinámica de escalada, acción y contraataque puede producir consecuencias serias no buscadas, que conducirían, potencialmente, a una guerra regional abierta», señala el informe.
El 19 de octubre, un encuentro sobre las consideraciones económicas y militares de una guerra con Irán realizado en el Centro para el Interés Nacional, ofreció evaluaciones similares. «Se puede perder ocho millones de barriles al día de producción, que no se recuperarán fácilmente», dijo J. Robinson West, que también ocupó altos puestos en la Casa Blanca, el Departamento de Energía y el Pentágono en varios gobiernos republicanos. «Creemos que el precio del barril de petróleo superaria los 200 dólares».
El periódico The New York Times informaba el 20 de octubre que Estados Unidos e Irán habían «acordado en principio por primera vez» llevar a cabo negociaciones directas. Aunque Teherán y Washington mantuvieron «conversaciones bilaterales limitadas» en 2009, «cuando los dirigentes iraníes vieron en el recién elegido gobierno de Obama potencial para abordar algunos de los principales aspectos del derecho de Irán al enriquecimiento» de uranio, dice Farideh Farhi, de la Universidad de Hawaii.
El 14 de este mes, el presidente Obama desmintió el informe de The New York Times, pero no descartó la idea de conversaciones directas. De hecho, indicó claramente que Estados Unidos se comprometería a fondo si los iraníes demostraban sinceridad. Si Irán realmente quiere resolver esto, estará en posición de hacerlo, dijo en su primera conferencia de prensa tras la reelección.
Farhi afirma que «la situación ahora es diferente en la medida en que los líderes iraníes son mucho más escépticos con lo que dice Obama en relación a su deseo de resolver la cuestión nuclear en lugar de lanzarse a la yugular del régimen islámico».
Sea cual sea la situación, «en Teherán siempre habrá pesimistas. Un escenario similar existe en Estados Unidos. Pero si el pasado sirve de algo, si Teherán (...) ve posibilidades de avanzar abandonará su actual resistencia a las conversaciones bilaterales».