Hoy es el día del refugiado. Antes de llegar a Brasil, Yves Norodom, de 21 años, sufrió un largo viaje tras verse forzado a dejar su país, República Democrática del Congo (RDC). Una peripecia repetida por 45,2 millones de refugiados existentes en el mundo, el mayor número en más de 20 años. La crisis siria, ha hecho que el número de personas que tuvieran que abandonar sus hogares el año pasado fuera de 23.000 diarias.
Así lo indica el informe Tendencias Globales 2012, divulgado en diferentes regiones del mundo por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur). Do ese total, 28,8 millones de personas fueron forzadas a trasladarse dentro de las propias fronteras de sus países y 15,4 millones obtuvieron estatus de refugiados en otras naciones. Acnur registro el año pasado 33,8 millones de personas bajo su asistencia, la mayor cifra desde 1994. De esa cantidad, 10,5 millones eran refugiados.
En promedio, 23.000 personas debieron dejar su hogar forzadamente cada día de 2012 para elevar el número de refugiados y desplazados forzosos al cierre del año a 45, 2 millones , la mayor cifra desde que en 1994 la guerra de los Balcanes y la crisis humanitaria de Ruanda elevaron esa tragedia humana a 47 millones. Al concluir 2011, el número de refugiados y desplazados forzosos era de 43 millones.
El representante de Acnur en Brasil, Andrés Ramírez, ha declarado que las guerras y conflictos armados continúan siendo la principal causa de desplazamiento forzado. Resalta que la mitad de los refugiados del mundo proceden de Afganistán, Siria, Iraq, Somalia y Sudán. «En promedio, una persona más se convierte en refugiada cada cuatro segundos. No ha habido voluntad política a nivel mundial para prevenir los conflictos», manifesta Ramírez. «El tema de los refugiados es un drama, una tragedia humana de grandes dimensiones».
Afganistán encabeza la lista en cuanto al origen de los refugiados, una posición que ocupa desde hace más de tres décadas. En 2012 procedían de ese país asiático 2,5 millones de las personas en esta situación registradas por Acnur. Somalia está en segundo lugar, con 1,1 millones, seguido de Iraq con 746.000 y de Siria con 471.000.
Acnur añadió que existen en el mundo casi un millón de personas desplazadas, que están a la espera de obtener asilo en otros países. Eso le sucedió a Norodom. Según explica tuvo que esperar hasta lograr huir a Kenia y pasar por Gran Bretaña, antes de llegar a Brasil en 2010 sin documentos ni pertenencias. «Allá, en el Congo, todo el mundo temía por su vida. Yo luchaba por sobrevivir, hice lo imposible para lograrlo. Mi trabajo era salvar mi propia piel y en aquel entonces yo tenía 17 años».
Su padre, un representante de la oposición, ya tuvo que dejar la RDC hace casi una década, mientras sus 15 hermanos fueron recibiendo refugio en diferentes países y la familia terminó fragmentada por la diáspora. «Nos amenazaron y seis hermanos acabamos en Brasil, otros ya habían conseguido refugio, unos dentro de África, otros en Francia. Nos tuvimos que separar», se lamenta. Una de las mayores dificultades de Norodom fue aprender a hablar portugués. «Era un idioma que no había escuchado nunca. Me costó seis meses aprender lo básico y después un año para dominarlo mejor», comenta.
Actualmente está desempleado, pero le sostiene el sueño de que un día podrá volver a estudiar y logrará ingresar a la universidad pública de Río de Janeiro para cursar ingeniería química. «No es que sea muy feliz, pero al menos estoy vivo y me encuentro bien».
La vida de Norodom se parece a la de otros muchos llegados a Brasil. Según el Comité Nacional para Refugiados (Conare), dependiente del Ministerio de Justicia, en el país hay 4.715 extranjeros en esta situación de 76 nacionalidades. De ellos, 2.012 cuentan con la asistencia de Acnur. «Son personas pertenecientes a grupos étnicos que huyen por motivos de pensamiento o conflicto. Nuestro desafío es ofrecer las mejores condiciones de adaptación para la integración del refugiado», comenta João Guilherme Granja, vicepresidente de Conare.
Brasil tiene una legislación apropiada para la acogida de refugiados y ofrece todos los servicios públicos y similares derechos a los de las personas nacidas en el país, pero recibe mucha menos cantidad que naciones más pobres, como Paquistán, que mantiene acogidos un millón 638.000 personas. También Iraq, Kenia, Siria y Etiopia están en el listado de los que más flujo de refugiados acogen, según los datos de Acnur.
En 2012, Brasil recibió más de 1.200 solicitudes de refugio y este año la cifra será mayor, anticipa el representante de Acnur. «Tenemos más solicitudes a causa de las crisis que soportan varios países. Brasil es un país con dimensiones continentales y podría recibir más refugiados, pero se encuentra muy alejado de los lugares donde se están produciendo las emergencias humanitarias», comenta Ramírez.
Entre tanto, el incremento del coste de la vida en las ciudades brasileñas y las dificultades de la mayoría de la sociedad afectan también la calidad de vida de los refugiados, admite Aline Thuller, coordinadora de la organización humanitaria Caritas, vinculada a la Iglesia Católica. «La mayoría de los refugiados viven en comunidades con carencias y en favelas (barrios hacinados y pobres). Ellos tienen los mismos derechos a los servicios públicos y las mismas dificultades que sufren los brasileños. La mayoría trabaja en el sector informal», detalla Thuller.
Según la coordinadora de la institución, «todavía hay mucho prejuicio, los refugiados son confundidos con forajidos por desconocimiento de ese estatus». Caritas recibía anteriormente muchos hombres angoleños, que huían del reclutamiento forzoso durante la guerra civil en su país. Ahora, a Río de Janeiro arriban muchas mujeres embarazadas y con hijos, y familias enteras.
Río de Janeiro es el segundo estado brasileño que más refugiados recibe después de São Paulo, y está ultimando un plan regional de atención a los acogidos. «La gente ha creado grupos de trabajo divididos en ejes temáticos e incluyen actividades prácticas para facilitar el acceso a derechos básicos por parte de los refugiados», explica la coordinadora de Caritas.