El avance sobre Bagdad del Estado Islámico de Iraq y el Levante (ISIS), un grupo extremista escindido de la red islamista Al Qaeda, amenaza la frágil estabilidad de Líbano.
Este viernes, una explosión sacudió el cruce de Dahr al Baydar en el oriental valle de Bekaa cuando un atacante suicida se inmoló cerca de un puesto de control de las fuerzas de seguridad. El atentado sucedió poco después del paso del convoy del director general de seguridad Abbas Ibrahim.
La agencia nacional de noticias libanesa informó que dos personas murieron y varias más resultaron heridas en el ataque. «El peligro reside en las células terroristas latentes que existen en todo el país. Descubrimos varios complots y brechas de seguridad en la última semana», declaró un oficial del ejército libanés, que habló bajo anonimato.
Un documento del Mossad, el servicio secreto de Israel, publicado por el diario local An-Nahar este mismo viernes sostiene que islamistas de las brigadas Abdullah Azzam, vinculadas a Al Qaeda, planeaban asesinar a un alto funcionario de seguridad libanés, posiblemente el general Ibrahim.
Un plan de seguridad que se puso en práctica este año permitió la detención de varios extremistas responsables de una serie de atentados en zonas chiitas donde la población respalda al movimiento Hezbolá (Partido de Dios).
La organización está muy involucrada en Siria, donde se cree que unos 5.000 de sus combatientes están a la vanguardia de la lucha junto a las fuerzas del presidente Bashar al Assad, según una fuente cercana a los hechos.
El levantamiento en Siria lo lideran en gran parte sunitas que libran la guerra contra el gobierno encabezado por el clan Assad, que pertenece a la comunidad alauita, una rama del Islam chiíta.
El control de las zonas fronterizas sirias por parte de Hezbolá interrumpió el ingreso de coches bomba de Siria a Líbano y perjudicó la capacidad de los grupos extremistas, pero no acabó con esta, según expertos.
Esa capacidad «persiste en los pasadizos ilegales donde se pasan municiones o explosivos, en las zonas de Bekaa y el norte de Líbano», señala Wehbe Katisha, un general retirado libanés y experto en asuntos militares.
En este contexto, otras fuentes apuntan a posibles ataques sobre Dahieh, que son los suburbios al sur de Beirut y un bastión de Hezbolá, añade Katisha. En esta tercera semana de junio, combatientes hezbolás y el ejército libanés reforzaron la seguridad en la zona cuando se supo que un grupo extremista atacaría dos hospitales locales.
Katisha subrayó que la debilidad institucional del Estado, combinada con la proliferación de las redes yihadistas sunitas y las milicias chiítas son factores que conducen a más violencia sectaria. «Las armas en poder del Hezbolá chiita y de las facciones palestinas son una fuente de constante amenaza para Líbano, que es el escenario de una lucha permanente», afirma.
Los refugiados palestinos tuvieron un papel importante en la cadena de atentados de 2013 y principios de este año. Una de las principales redes desmanteladas por los militares libaneses estaba dirigida por el comandante palestino Naim Abbas, integrante de las brigadas de Abdallah Azzam vinculadas al Frente Nusra, una organización radical siria.
La organización reivindicó el doble atentado suicida contra la embajada de Irán en Beirut, perpetrado en noviembre por un libanés y un palestino. «Los grupos radicales palestinos en los campamentos de refugiados están cada vez más inquietos y activos», dijo la fuente de seguridad.
La situación en Ain al-Hilweh, el principal campo de refugiados palestinos en Líbano, es precaria a medida que aumenta la llegada de extremistas sunitas de otras zonas del país y de Siria.
Katisha comparte esta opinión, y añade que los grupos palestinos pueden ser fácilmente manipulados por organizaciones extranjeras, mientras algunos de los refugiados sirios en Bekaa están dispuestos a luchar contra Hezbolá.
Con el fin de proteger al país de la violencia iraquí, el ejército libanés llevó a cabo redadas en los campamentos de refugiados sirios en Ersal, en la frontera oriental de Líbano con Siria. Esa localidad hospeda a unos pocos miles de rebeldes sirios que se desplazaron de las áreas fronterizas después de que las fuerzas de Assad y Hezbolá las recuperaran.
A principios de junio, tres adolescentes refugiados fueron secuestrados y torturados, y los medios de comunicación locales responsabilizaron al Frente Nusra. «Al Qaeda no tiene una presencia oficial en Líbano, pero muchos han adoptado su discurso y aprovechan la creciente rivalidad entre sunitas y chiitas... los acontecimientos en Iraq, con la oposición sunita a las políticas divisivas (del primer ministro chiita) Nouri Maliki, tienen un fuerte eco entre los marginados sunitas del país», dice el jeque salafista libanés Nabil Rahim.
Quien añade que «Existe la sensación de que en Siria, Iraq y Líbano la lucha es la misma para los sunitas, que están siendo reprimidos por grupos que representan los intereses de Irán».
El mensaje de organizaciones ligadas a Al Qaeda, como ISIS y el Frente Nusra, es cada vez más atractivo para los sunitas libaneses, irritados con la creciente influencia militar de Hezbolá en Líbano y su participación en la guerra contra el levantamiento de la mayoría sunita en Siria.
Desde el asesinato del primer ministro sunita Rafic Hariri, sucedido en Beirut en 2005, seguido por el derrocamiento en 2011 del gobierno de Saad Hariri, los sunitas libaneses se distanciaron cada vez más del Hezbolá. Cinco miembros de este movimiento están siendo juzgados en ausencia por la muerte de Hariri.
«Los últimos hechos en Iraq seguramente avivarán las tensiones sectarias en la región y en Líbano. También acrecientan la popularidad de ISIS entre los sunitas en ciertas zonas libanesas, algo que intentamos combatir», explica el jeque Rahim.
Solo unos días después de la ofensiva de ISIS en Iraq, Líbano se encuentra una vez más en el círculo de violencia en la región, ya que los logros de ISIS a cientos de kilómetros de distancia parecen alentar a los grupos radicales