El informe en inglés, Irán y sus vecinos: implicaciones regionales de un acuerdo nuclear para la política de Estados Unidos, sostiene que el pacto allanaría el camino a la cooperación entre los dos países en campos fundamentales de interés mutuo, como la estabilización de Iraq y Afganistán, e incluso facilitaría una solución política a la guerra civil en Siria.
El acuerdo «permitiría a Estados Unidos percibir las prioridades» regionales «sin que cada lente estuviera coloreado por ese único tema», según el informe divulgado el miércoles 17, el más reciente de una serie publicada en los últimos años por la organización estadounidense Proyecto de Irán, que auspició intercambios informales de alto nivel entre ambos países desde su fundación en 2002.
«Si los líderes de Estados Unidos e Irán están dispuestos a asumir la oposición de sus rivales políticos internos al acuerdo que ahora toma forma, sus gobiernos pueden continuar con la agenda más amplia de los temas regionales», concluyó el informe, firmado, entre otros, por los exasesores de Seguridad Nacional Zbigniew Brzezinski y Brent Scowcroft, y más de una docena de quienes fueran diplomáticos de alto rango en el pasado.
De no llegarse a un acuerdo entre Irán y el grupo llamado P5+1 (China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia, más Alemania), podría conducir a «la eventual adquisición de armas nucleares por parte de Irán, una posibilidad muy reducida de la capacidad de derrotar amenazas importantes en otros lugares de la región e incluso la guerra», advierte el estudio.
El informe se publicó un día antes de que este jueves 18 se hayan reanudado en Nueva York las negociaciones por el acuerdo nuclear entre Irán y el P5+1, mientras que diplomáticos de todo el mundo se preparan para asistir el 24 de septiembre a la apertura de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), donde hablarán los presidentes de Estados Unidos, Barack Obama, y de Irán, Hassan Rouhani, entre otros.
Las partes han fijado el plazo para la firma del acuerdo el 24 de noviembre, exactamente un año después de que se firmara un Plan de Acción Conjunto en Ginebra que flexibilizó algunas sanciones económicas contra Teherán, a cambio de que suspendiera o retirara elementos de su programa nuclear.
Ambas partes se pusieron de acuerdo, en principio, en una serie de cuestiones importantes, pero sigue habiendo diferencias, en particular con respecto a los límites propuestos en la magnitud y la duración del programa de enriquecimiento de uranio de Irán.
El estudio también se ha conocido en el contexto de lo que sus autores llaman un «desplazamiento tectónico» en Oriente Medio, provocado en gran parte por el éxito militar del grupo extremista Estado Islámico (EI), considerado como una grave amenaza por casi todos los gobiernos de la región y por Estados Unidos, que intenta reunir una coalición internacional contra el grupo suní.
Esta agrupación «ha reforzado el papel de Irán como apoyo al gobierno de Irak y plantea la posibilidad de cooperación entre Estados Unidos e Irán en la estabilización de Irak, incluso antes de la firma del acuerdo nuclear», según el informe.
No obstante, todo entendimiento deberá imponer «severas restricciones a las actividades nucleares de Irán» para reducir el riesgo de que «adquiera armas nucleares», añade.
Pero el informe se centra en cómo podrían mejorar las perspectivas de Washington en la región mediante «acciones paralelas e incluso conjuntas entre Estados Unidos e Irán», una vez que se alcance el acuerdo.
Esa cooperación comenzaría muy probablemente contra el radical EI en Irak, cuyo gobierno tiene el apoyo de Washington y Teherán.
En efecto, como señala Paul Pillar, exanalista de la CIA en Oriente Medio, ambos países adoptaron recientemente una serie de medidas paralelas en Irak, sobre todo cuando fomentaron la remoción del primer ministro Nouri Al Maliki y con acciones militares por separado para quebrar el asedio del EI en la ciudad de Amerli.
Un segundo ámbito de interés mutuo es Afganistán, de donde las tropas estadounidenses y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) se están retirando progresivamente ante la creciente preocupación sobre la capacidad del gobierno para mantener al movimiento islamista Talibán a raya.
No es ningún secreto que Estados Unidos e Irán colaboraron para forjar el gobierno y la constitución adoptada en Afganistán una vez que las fuerzas de la coalición internacional derrocaron a los talibanes a finales de 2001, recuerda Barnett Rubin, un experto en asuntos afganos que trabajó en el Departamento de Estado y en la ONU.
«Pero es menos conocido que la Guardia Revolucionaria Islámica iraní colaboró estrechamente sobre el terreno con la CIA y las fuerzas especiales de Estados Unidos» durante esa campaña, añade.
«El acuerdo nuclear allanaría el camino a un proceso diplomático y político que haría posible retener algunos de los importantes logros que tuvimos en Afganistán en los últimos 13 años», dice.
En cuanto a Siria, Irán, como uno de los dos importantes países que apoyan al presidente Bashar Al Assad, se debe incluir en toda gestión para lograr una solución política, según el informe. Hasta ahora, Teherán solo ha sido invitado como observador debido a la oposición de Estados Unidos y Arabia Saudita.
«Los iraníes no están casados con... la continuación del régimen baasista» en el poder en Siria, asegura Frank Wisner, que fue embajador estadounidense en Egipto e India. De las conversaciones que mantuvo con funcionarios iraníes a Wisner le impresionó el «grado en que se sienten sobrecargados», sobre todo ahora que están más involucrados en Irak.
El informe prevé una considerable resistencia de los principales aliados de Washington en la región a cualquier acercamiento a Irán tras el acuerdo nuclear, en particular de Israel, que es muy franco en su oposición a cualquier pacto que permita a Teherán continuar con el enriquecimiento de uranio.
«No hace falta decir que esto tiene una importancia primordial para Israel», afirma Thomas Pickering, que estuvo al frente del Proyecto de Irán y fue embajador estadounidense en Israel y la ONU.
Washington debe aclarar a Israel y a sus partidarios en Estados Unidos que un acuerdo «mejoraría indudablemente las perspectivas de tranquilidad en la región» y que sería un «grave error» que Israel atacara a Irán, como amenazó con hacerlo, mientras esté vigente un acuerdo», advierte.