En general, los comicios se desarrollaron pacíficamente, ya que el Tribunal Administrativo de Kiev prohibió las reuniones públicas en el centro de la ciudad y frente a las instituciones estatales entre el 27 de octubre y 12 de noviembre, ambos inclusive. Unas medidas tomadas a causa de las acciones programadas para este día por la Coalición de la Revolución, así como con el fin de evitar la posibilidad de conflictos entre las organizaciones que representan tanto al partido gobernante como al resto de las opciones políticas.
A pesar de ello, la OSCE ha destacado varias irregularidades durante las votaciones que pudieron afectar al supuesto resultado electoral. Entre otros, se informó de casos de compra de votos e intentos de fraude durante su recuento, de violaciones relacionadas con la posibilidad de votar en casa, de los bolígrafos con tinta que se volvía invisible a poco tiempo de escribir con ella... etc.
También se han planteado una serie de dudas acerca de la transparencia de la campaña electoral de algunos partidos. Aunque las autoridades ucranianas trataron de dar la impresión de que no sólo no apoyaban al fraude electoral sino que, incluso, luchaban contra él, la realidad ha sido bastante distinta. Se han registrado varias infracciones por parte del partido gobernante, como el abuso de los recursos administrativos estatales a los que éste tenía acceso, la intimidación de los candidatos de la oposición haciendo que algunos de ellos no se presentaran a las mencionadas elecciones o limitación de acceso de su partido a los medios de comunicación durante la campaña.
Desde luego, la política aplicada por parte del partido gobernante, incluso antes de las elecciones legislativas, fue toda una estrategia para ganar votos. El aumento de las pensiones, el permiso para usar el ruso en las entidades administrativas de algunas regiones, la inyección del dinero en el sector gubernamental, la Eurocopa o la firma del Acuerdo de Asociación con la UE, han supuesto un aumento de votos electorales recibidos. Por otro lado, la falta de buena organización por parte de los representantes de los opositores tampoco era irrelevante.
Una vez analizadas las elecciones cabe preguntar ¿Cómo éstas sitúan a Ucrania frente a la Unión Europea? Sin duda, Ucrania no es Bielorrusia, por lo que los problemas de la visibilidad electoral surgidos se miran con otros ojos. El país, que en 2008 entró en la OCM, debería ahora armonizar su legislación económica con la de la UE, pero el camino hacia la ratificación del Acuerdo de Asociación no parece ser tan fácil. Existe la posibilidad de que se implementara sin ratificarlo, pero para esto se necesitaría un empujón importante por parte de los propios ucranianos, que aún parece estar lejos de la realidad.
Por otro lado, la fuerte oligarquía y los financieros presentes en la escena nacional tampoco están interesados en aplicar en su país el modelo ruso, ya que esto supondría un daño muy grave para sus intereses. Por eso hace falta un empujón por parte de la Unión Europea, ya que el mencionado acuerdo no es un regalo de sus 27 Estados miembros al régimen ucraniano, sino un importante mecanismo de modernización.
Hace falta el impulso de un mensaje más claro que implique el gobierno actual en la implementación de los cambios reales hacia la democracia más transparente y participativa, la disminución del fraude fiscal y la corrupción, las reformas del sistema judicial convirtiendo de este modo a Ucrania en un Estado que pueda aspirar a ser miembro del club europeo. Por desgracia, lo único que nos queda es esperar y ver quién y cómo mueve sus fichas en el tablero de la política internacional.
Marcin Czubala es politólogo. Puede seguirlo en @eleuropeista