Si nos fijamos en los números tenemos 3 hombres y 1 mujer; 3 centroeuropeos y 1 mediterránea. La única equidad es la del bipartidismo: 2 conservadores y 2 socialdemócratas. Es decir los dos grandes partidos se reparten el poder y defienden con uñas y dientes sus cuotas de control. El Partido Popular Europeo se queda con los cargos más importantes y por lo tanto con más capacidad decisoria. El Consejo Europeo estará presidido por el polaco Donald Tusk, y la Comisión Europea (el consejo de ministros) por el luxemburgués Jean-Claude Juncker. La Unión Europea controlada no solo por los conservadores sino por la Europa central. Para los socialistas quedan los premios de consolación: el Parlamento Europeo (para otro centroeuropeo, el alemán Martin Schulz) y la cartera de exteriores, para una desconocida Federica Mongherini, mediterránea. Hasta hace poco una diputada más del Parlamento italiano. Eso sí, una victoria pírrica del presidente de turno de la UE, el italiano Matteo Renzi y por ende para los socialistas.
Merkel se ha adelantado a Hollande y ha conformado su eje central con dos países importantes en la UE (principalmente por su número de votantes): Polonia y España. Los socialdemócratas se unen con los otros países de peso en el bloque, Francia e Italia. Y por libre, como siempre, el Reino Unido. Tras semanas de debate y discusión, nada ha sorprendido. Los altos cargos de la UE estaban controlados desde el primer momento, solo era cuestión de perfilar algunos flecos.
Uno de los grandes problemas comunitarios, el principal en estos momentos junto con la crisis, es buscar vías de diálogo al problema de Ucrania, que puede acabar dividiendo también a los socios europeos. Desde que se organizó Maidán, Alemania y Polonia han dirigido la política exterior de la UE en ese ámbito. A Catherine Ashton la hemos oído, y visto, pocas veces hablando de este tema o viajando a Kiev. Merkel y Tusk han llevado las riendas de las negociaciones. Y así estamos donde estamos. A las puertas de un conflicto que nadie entiende y que solo se explica por los intereses comerciales con Moscú y Ucrania de ambos países. Por cierto, divididos en el caso del gas. Alemania había llegado a acuerdos con Gazprom para que el gas que recibe no pase ni por Ucrania ni por Polonia. Otra curiosidad, cuando menos sorprendente, un político de un país sin moneda comunitaria presidirá la UE.
¿Quién es Donald Tusk? Con 57 años ha dejado atrás los enfrentamientos de su país con Berlín, y de hecho ha reforzado los lazos con su vecina Alemania. Su elección se ve como una posibilidad de culminar el proceso de integración de la Europa Oriental, un tema que siempre ha causado fricción con Moscú. Hace ahora 25 años, Polonia nombraba asu primer ministro no comunista de la era soviética, (Tadeusz Mazowiecki) y 15 años más tarde, junto con los países del Este, entraba a formar parte del bloque europeo. Las relaciones de Varsovia con Estados Unidos, a cuya administración ha permitido colocar el escudo antimisiles, ha enrarecido todavía más las relaciones con Moscú. Gracias a las ayudas comunitarias, y siguiendo la principal receta de este político liberal basada en las privatizaciones, su país es de los pocos que han evitado la recesión económica provocada por la actual crisis. Es difícil entender que pueda ser ecuánime en el actual enfrentamiento UE-Rusia, dado que fue miembro de Solidaridad y un anticomunista visceral en la época de Jaruzelski. Lo mismo le ocurre a Merkel, procedente de la RDA.
Precisamente su «tibieza» en las críticas a Rusia en la crisis ucraniana, habían provocado que Federica Mogherini perdiera puntos para ser la sustituta de Catherine Ashton, al frente de exteriores de la UE. Ya sorprendió que en su país sustituyerá a un peso pesado de la política internacional como Emma Bonino. Gran conocedora de Oriente Medio, Mogherini ha realizado una tesis doctoral sobre relación entre política y religión en el Islam, ese podría ser uno de sus puntos fuertes en la política exterior europea. Su elección es considerada la primera victoria del italiano Matteo Renzi, justo cuando ese país ostenta la presidencia de turno. Su poca experiencia en la conflictiva política internacional y de defensa actual (tampoco la tenía Ashton) da la sensación de que la UE tiene pocas intenciones de reforzar esa cartera y continuará sin presentar una imagen de unidad ante un mundo cada vez más polarizado y globalizado. Merkel sigue mandando hasta en eso.