Aún está por ver a qué dará lugar el Brexit – abreviatura de dos palabras en inglés, Britain (Gran Bretaña) y exit (salida) – celebrado el 23 de este mes y en el que el 51,9 por ciento del electorado votó por abandonar (Leave) la UE y el 48,1 por ciento por permanecer (Remain) en el bloque. Lo único que podemos predecir con seguridad es que nos esperan tiempos interesantes.
¿Qué podría provocar? El efecto dominó del abandono de varios países, referendos y, en definitiva, una UE bastante pequeña o inexistente.
¿Por qué ha sucedido?
Una de las respuestas radica en las arrogantes élites, empresariales y de otra índole, que se enriquecen continuamente contra todo sentido común social y que ignoran las legítimas necesidades y preocupaciones de la ciudadanía, en especial de las mujeres. O sea, por la clase y el género.
También el que las personas con mayor nivel educativo han tendido a votar por la opción permanecer y los electores de mayor edad han votado por abandonar la UE. Curiosamente, la totalidad del mundo artístico respaldó la opción de la permanencia y ahora teme las consecuencias que tendrá el Brexit para el desarrollo cultural de Gran Bretaña.
Otro motivo es que la UE que no haya concebido una forma nueva y mejor de hacer política, y que simplemente haya acumulado su déficit democrático original. O sea, por falta de democracia real.
También ha influido que Europa haya tenido una respuesta cínica y lamentablemente insuficiente a la crisis de refugiados provocada por la guerra que llevan adelante los principales estados miembros de la UE. O sea, por (mala) gestión y falta de liderazgo.
Significativamente, la principal organización musulmana británica, la Asociación Musulmana de Gran Bretaña (MAB, en inglés), respaldó la opción de la permanencia con el argumento de que «la salida de la UE corre el riesgo de perpetuar las divisiones en la sociedad británica, lo que aumentaría los niveles de crímenes de odio contra los musulmanes británicos». O sea, por islamofobia.
Una sensación general de inseguridad ante el futuro en el mundo occidental, una profunda sensación de fracaso, pérdida, de riesgo de guerra en Europa y el hecho de que el resto del planeta avanza y habrá de superar a Occidente. La sensación de que Occidente, liderado por Estados Unidos, es relativamente cada vez más débil y carente de liderazgo. O sea, por inseguridad psico-político-civilizacional.
Un retroceso a 'yo y mi casa' y el portazo a los problemas del resto del mundo – nacionalismo, xenofobia, populismo de derecha y neonazi y todas las cosas que muchos de nosotros esperábamos que hubieran visitado a Europa por última vez – o sea, por populismo, nacionalismo y regresión.
¿Qué podría provocar?
El efecto dominó de abandono de varios países, referendos y, en definitiva, una UE bastante pequeña o inexistente.
Que Gran Bretaña reciba el castigo de Alemania y de otros miembros de la UE por su abandono, dependiendo en parte de si la Gran Bretaña posterior a la salida del bloque se acercará más a Estados Unidos.
Podría también, en el mejor de los casos, dar lugar a un replanteo en toda la UE y a un verdadero esfuerzo por hacer las cosas de manera diferente. Pero eso es poco probable dado que el bloque ya está en crisis y le faltan visionarios políticos.
Un referéndum en Escocia, lo cual reduciría aun más la unión de Gran Bretaña.
Una reorganización de la economía mundial, ya que Londres es un centro financiero global. ¿A dónde se irán los bancos e inversores? ¿Qué hará China ahora, ya que tiene a Londres como su principal centro financiero?
El derrumbe de la libra esterlina y turbulencias en los mercados financieros, con el posible debilitamiento del dólar de Estados Unidos.
Gran Bretaña inmersa en una profunda crisis económica – o tal vez emprenderá un nuevo rumbo con un gran futuro y avanzará más rápidamente que el promedio de la UE.
Una Gran Bretaña que se ata (aun más) a Estados Unidos en términos de seguridad política y un creciente conflicto entre esos dos países y la UE/ Organización del Tratado del Atlántico Norte, lo que anunciaría la disolución de esta última alianza.
¿Qué significa?
Que la democracia funciona, y que no lo hace. El instrumento del referéndum es un método absolutamente democrático, como Suiza le sigue demostrando al mundo. ¿Pero es prudente que una decisión tan importante la tome una mayoría tan pequeña? ¿No hubiera sido razonable exigir, por ejemplo, una mayoría de dos tercios para abandonar la UE?
Ignorar ahora lo que quería más del 48 por ciento de los electores no es bueno. De todos modos, nadie confía en los políticos hoy en día y tal vez las consecuencias sean menores de lo que se teme.
Que un país de tal importancia abandone la UE es un golpe inimaginable para la idea que sostiene a la unión.
Básicamente, que Occidente es cada vez más débil y, mientras intenta aplicar la máxima 'divide y vencerás', se está fragmentando desde el interior.
Que la UE se está debilitando, a pesar de ser el mayor bloque económico en la historia de la humanidad. Debido a la emergencia de otras economías, los 28 países del bloque, que acumularon el 30 por ciento de la producción mundial en 1980, bajaron al 16,5 por ciento en 2015. Con el abandono de Gran Bretaña, la UE pierde el 15 por ciento de su producto interior bruto.
Que la construcción de la UE y el Tratado de Lisboa, redactado por tres ancianos, tiene fallos y está obsoleto y carece de potencial para apelar a la diversidad ciudadana en toda Europa, particularmente a los más jóvenes.
Que no existe ni visión ni estrategia. Nadie parece tener la menor idea acerca de lo que va a pasar ahora, como lo expresó Ken Livingstone, ex alcalde de Londres, al canal de televisión Russia Today el día después del referéndum.
El Brexit del 23 de junio de 2016 será recordado como un punto de inflexión. Y tengan la seguridad de que, si bien no sabemos qué sucederá después de la votación, no es un mensaje que anuncie buenas nuevas para la parte occidental del mundo, que está derrumbándose y sufre de pérdida de visión.
Que vivas tiempos interesantes, dice el refrán inglés, tomándolo como una maldición. Los chinos, a quienes con frecuencia se atribuyen falsamente estas palabras, lo expresan de otra manera – es mejor ser un perro en tiempos de paz, que un humano en momentos caóticos (en guerra).
Ambos refranes probablemente quieran decir que nuestra época está más cargada de inseguridad que nunca.
Jan Oberg es director de Transnational Foundation for Peace and Future Research (TFF) y profesor adjunto de la Universidad de Lund, Suecia