El estudio «Panorama mundial del empleo: perspectivas poco prometedoras para los jóvenes en el mercado laboral» de la OIT asegura que las economías desarrolladas solo conseguirán reducir el desempleo entre los jóvenes del 17,5% al 15,6% en 2017, lejos del 12,5% que se registraba en 2007, antes del comienzo de la crisis. Añade además que parte de esa mejora no es tal. Muchos jóvenes desalentados dejan de buscar trabajo y no cuentan a efectos estadísticos.
La OIT prevé que el impacto de la crisis del euro se extienda más allá de Europa, afectando a las economías de Asia Oriental y América Latina por la reducción de las exportaciones a las economías avanzadas. En África del Norte y Oriente Próximo, las tasas de desempleo juvenil se mantendrán por encima del 25% durante los próximos años.
En conjunto, la tasa de paro juvenil que la OIT da para todo el mundo se sitúa en el 12,9% en 2017. Para esa fecha, en Europa central y sudoriental habrá llegado al 17%. Según los datos de la oficina estadística europea, Eurostat, el paro juvenil en la eurozona afecta ahora al 22,6% y en el conjunto de los 27, al 22,5%. En España, al 52,9%.
Ekkehard Ernst, responsable de la Unidad de Tendencias de Empleo de la OIT, afirma que la falta de oportunidades «produce desaliento y un aumento de las tasas de «ni-ni» (no trabajan, ni estudian ni reciben formación) entre los jóvenes». Una espiral que se vuelve en contra, porque la obtención de cualificación sigue siendo clave a la hora de buscar empleo.
La cuestión es que, según este estudio, dar garantías de empleo y formación a los jóvenes puede tener un costo limitado, que sería inferior al 0,5% del PIB en los países europeos. «En tiempos de presión sobre las finanzas públicas, esto puede ser percibido como otra carga pesada, pero será inferior a los costos adicionales que generan los jóvenes cuando están desempleados durante un largo tiempo, además de que cada vez más pierden más contacto con el mercado laboral», dice el documento.
El pasado junio, la OIT adoptó una resolución en favor de una acción inmediata y específica para abordar la crisis de desempleo juvenil, con una serie de recomendaciones sobre política macroeconómica, incentivos fiscales que apoyen el empleo e intervenciones que estimulen la demanda.