La idea, que se debatirá en la conferencia que tendrá lugar del 13 al 16 de este mes en la capital de Etiopía, sustenta el concepto de reunir de forma «invisible» importantes sumas de dinero para corregir los desequilibrios y conseguir recursos para financiar las principales necesidades en materia de desarrollo.
En esra entrevista, Philippe Douste-Blazy, comparte su visión del Impuesto a las Transacciones Financieras (ITF). Además, Douste-Blazy, que también es presidente y fundador de la organización Unitaid y exministro de Asuntos Exteriores y Desarrollo Internacional de Francia, analiza los mecanismos innovadores de financiación que se analizarán en Etiopía, así como la aprobación en septiembre de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
¿Qué papel desempeñan los mecanismos innovadores de financiación en el contexto de las actuales negociaciones de la Agenda de Desarrollo Posterior a 2015?
Philippe Douste-Blazy: Este es un año histórico porque se realizarán tres grandes conferencias internacionales que son vitales para el futuro del mundo. La de Addis Abeba sobre la financiación para el desarrollo, la Asamblea General de la ONU, donde la comunidad internacional aprobará los ODS y la COP 21, la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, prevista para diciembre en París. En los tres casos, el panorama será el mismo: un acuerdo político magnífico, pero sin medios financieros para respaldarlo.
¡Quiero hacer sonar la alarma! Si no logramos encontrar mecanismos de financiación innovadores ahora, cuando nunca ha habido tanto dinero en el mundo, pero la brecha entre ricos y pobres se agranda en forma constante, el siglo XXI terminará en una violencia extrema.
Se necesitan considerables recursos económicos para financiar el desarrollo. ¿El ITF es un mecanismo apropiado para reunir fondos en comparación con otras alternativas innovadoras?
PDB: El sector financiero es actualmente uno de los menos gravados. Es sorprendente conocer el terrible impacto que el sector tuvo en el desarrollo internacional cuando la crisis económica de 2008.
La implementación de un indoloro impuesto proporcional a las transacciones financieras podría generar cientos de miles de millones de dólares en el mundo y, por ende, tener consecuencias decisivas y positivas en la lucha contra la pobreza extrema, las pandemias y el cambio climático. Las actividades globalizadas y los intercambios deben contribuir a la solidaridad internacional. Eso teníamos en mente con el presidente (francés Jacques) Chirac y el presidente (brasileño Luis Inácio) Lula (da Silva) cuando implementamos el impuesto solidario sobre los pasajes de avión.
La gente viaja cada vez más, así que gravar una pequeña proporción del precio del pasaje ofrece la oportunidad de mejorar el acceso a tratamientos capaces de salvar vidas en todo el mundo. El ITF sigue la misma lógica. Las necesidades económicas son considerables y debemos sacar el dinero de donde hay. Los instrumentos de financiación innovadores no deben contraponerse, sino que hay que verlos como complementarios.
Unitaid invierte el dinero recaudado por medio de la solidaridad global en la lucha contra el VIH/sida, la tuberculosis y la malaria. ¿Qué resultado ha tenido en la lucha contra esas enfermedades?
PDB: Primero, las inversiones de Unitaid ayudaron a crear un mercado para algunos tratamientos clave y más efectivos contra el VIH en 2007, reduciendo el coste de 1.500 dólares al año a menos de 500.
Segundo, a través del apoyo del Fondo Global y de Unicef (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia), Unitaid contribuyó a la implementación de 437 millones para los mejores tratamientos contra la malaria (paludismo), ayudando a la comunidad internacional a reducir las muertes en un 47 por ciento desde 2000.
Tercero, se negoció una disminución del 40 por ciento para los cartuchos de un importante análisis para la tuberculosis (GeneXpert) en 145 países, junto con la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional y la Fundación Bill y Melinda Gates.
Eso permitió a la comunidad internacional ahorrar unos 70 millones de dólares en dos años y contribuyó de forma significativa al aumento de un 30 % de los casos detectados anualmente de tuberculosis resistente.
¿Qué estructura debe tener el futuro ITF que se implementará en los 11 países europeos dispuestos para que resulte beneficioso y efectivo? ¿Qué opinión le merecen los ejemplos de Francia e Italia?
PDB: Los ITF francés e italiano son muy desalentadores. No cumplen con las expectativas ni en términos de regulación ni de ingresos. Parece que a los gobiernos de Francia e Italia solo les preocupe defender a sus sectores financieros. Las exoneraciones impiden que el gravamen toque a las transacciones que más especulan. Derivados, creadores de mercados, intradías y negociación de alta frecuencia no se pueden gravar en ninguno de los dos modelos, pese a que son las más peligrosas.
Además, es gravando esos instrumentos como el ITF lograría mayores recursos. Por la misma razón, el ITF europeo, que no se aplicará a las acciones extranjeras, será muy desalentador. En vez de asustarse de la reacción del sector financiero, los 11 líderes políticos deben mostrar una ambición real y diseñar un ITF fuerte con un amplio alcance y evitar los vacíos legales.
¿Cómo se puede garantizar que cierta proporción del dinero recaudado por el impuesto se destine al desarrollo?
PDB: El diecisiete por ciento del ITF francés ya se destina al clima y a las pandemias. El presidente (François) Hollande dijo que destinaría parte del ITF europeo a las mismas causas. ¡Esperemos que la proporción sea mayor! El primer ministro (español) Mariano Rajoy también se comprometió a destinar parte de los ingresos a la solidaridad internacional, pero hasta ahora son las únicas declaraciones al respecto.
Destinar los ingresos del ITF a los fondos multilaterales como el Fondo Global, la OMS o el Fondo Verde para el Clima sería la mejor forma de asegurarse que el dinero recaudado sirva realmente al desarrollo.
Y cuando veo esas decenas de miles de inmigrantes que tratan de cruzar el Mediterráneo, que se está volviendo el mayor cementerio del mundo, quiero subrayar que la única solución a la inmigración masiva de los países pobres hacia los más ricos es ofrecer lo que llamamos bienes públicos mundiales (alimentos, agua potable, medicamentos básicos, educación y saneamiento) a todos y cada uno de los seres humanos.