El día después del trágico accidente de trenes en Bélgica ha traído acusaciones de responsabilidad entre la SNCB y la Comisión Europea.
La línea férrea en la que se produjo el accidente está equipada con un sistema de seguridad que permite inmovilizar los trenes en caso de que se salten un semáforo en rojo. En este caso sólo una de las máquinas estaba adaptada al mecanismo.
Aunque Luc Lallemand, de la compañía que gestiona los ferrocarriles belgas ha dicho que de haber contado con el mecanismo se habría mejorado el nivel de seguridad, pero quizá no habría evitado el accidente.
El presidente del sindicato de maquinistas, Arthur Mercier, ha considerado que el sistema no siempre es eficaz.
La SNCB comenzó en 2005 a instalar su propio sistema de frenado automático en todas las líneas y en todos los trenes, pero hasta 2013 no estará completado. La compañía asegura que los retrasos se deben en parte al proceso de armonización del mecanismo a escala comunitaria. Argumento que la Comisión Europea rechaza.
Según el ejecutivo comunitario las líneas nacionales son competencia de las autoridades de cada país y a ellas corresponde garantizar la seguridad.
La UE impulsa un sistema común, que se encuentra en fase de instalación en las líneas trasnacionales para facilitar el tráfico entre Estados miembros. Algunos países han adoptado ese mismo sistema para sus ferrocarriles internos, pero ese no es el caso de Bélgica.
En Europa existen más de veinte sistemas de seguridad diferentes.