El comunicado de la jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton, es contestación a la petición del ministro de Exteriores francés, Bernard Kouchner, de «una carta común de todos los Estados miembros de la Unión Europea a las autoridades iraníes» a favor de Sakineh Mohamadi Ashtiani y propone que el tema de esta mujer y de los derechos humanos en Irán se debatan en la reunión de ministros de exteriores de la UE que tendrá lugar los próximos 10 y 11 de septiembre. Ashton, responde que en estows momentos ya hay en marcha una gestión discreta ante las autoridades de Teherán y apunta que, si no tiene éxito «está cerca el momento en que la Unión Europea se exprese de forma colectiva sobre su rechazo a las prácticas de otro tiempo.»
La condena de Sanikeh a ser lapidada en público se conoció a comienzos del verano. Las organizaciones de derechos humanos y los dos hijos de la mujer (Sajjad, de 22 años y Faride de 17) alertaron de la situación. La presión internacional hizo que las autoridades iraníes suspendieran la ejecución, pero está en trámite un recurso judicial y ni el gobierno de Irán ni el tribunal islámico se han pronunciado de manera firme. Podría ser lapidada en cualquier momento o le podrían aplicar lo que llaman «pena sustitutoria»: muerte en la horca.
El crimen por el que está acusada Sakineh es el de haber mantenido relaciones fuera del matrimonio varios años después de la muerte de su marido. Está presa desde 2005. Un año más tarde fue condenada a recibir 99 latigazos por mantener una «relación ilícita» con dos hombres. Más tarde fue declarada culpable de «relación extramatrimonial» (el adulterio conlleva necesariamente la pena de lapidación) por tres de los cinco jueces y el presidente del Tribunal basándose en el principio de «conocimiento del juez» que permite condenar a un reo sin tener pruebas concluyentes. A estas alturas el proceso se ha convertido en un embrollo de impredecibles consecuencias. El abogado defensor ha tenido que huir de Irán y refugiarse en Noruega desde donde clama que Sakineh ha sido torturada para conseguir que confiese lo que los jueces quieren.
Este pasado 11 de agosto, la televisión pública iraní emitió una «confesión» de la joven en la que se auto implicaba en la muerte de su marido. Apareció en televisión con la cara borrosa y hablando el farsi, un dialecto local, una voz en off traducía. Estas «confesiones» públicas son muy utilizadas en Irán para condenar a las mujeres a la lapidación. Todas las historias tienen un curioso parecido. Las mujeres ayudan o convencen a sus amantes para que maten al marido. Por extraño que parezca, el hombre autor físico del asesinato, desaparece o es perdonado por la familia del muerto después de pactar el pago de un dinero. La mujer muere de la forma más cruel. Una muerte calculada para que sea lenta y dolorosa. Todo está escrito. Debe ser enterrada hasta el pecho y cada piedra debe tener un tamaño suficiente para herir pero no para matar de forma inmediata.
Tanto hombres como mujeres pueden se condenados en Irán a ser lapidados, pero en la práctica son las mujeres las más castigadas. Si Sakineh se salva de la muerte sentaría un importante precedente. Según Amnistía Internacional en estos momentos hay otras dos mujeres en grave riesgo de morir a pedradas.
Irán es el segundo país del mundo con mayor número de ejecuciones después de China.
Salvar a Sakineh, Amnistía Internacional