Este jueves el cometa alcanza el perihelio de su órbita, el punto más próximo al Sol de su recorrido de 6.5 años por el Sistema Solar. A medida que se aproxima, el Sol está calentando sus hielos, transformándolos en una masa de gas que es expulsada al espacio, arrastrando consigo el polvo del cometa.
La etapa del paso por el perihelio es muy importante desde un punto de vista científico, ya que el calor del Sol y las emisiones de polvo y gas alcanzarán su máximo, ofreciendo información inédita sobre una parte clave del ciclo de vida de un cometa.
Se espera que la actividad del cometa alcance su máximo en las semanas posteriores al paso por el perihelio, al igual que los días más calurosos del verano llegan un poco más tarde que los días más largos. A partir de ahora se podrían producir importantes emisiones en cualquier momento - como ya se había visto antes en la misión.
Descubrimiento de una cavidad diamagnética
El 29 de julio Rosetta estudió la mayor emisión detectada hasta la fecha, tomando datos con varios de sus instrumentos desde una distancia de 186 kilómetros. La sonda europea fotografió el chorro de partículas, detectó un cambio en la estructura y en la composición de la coma gaseosa, y recibió un mayor número de impactos de partículas de polvo.
Lo que quizás resulte más sorprendente, es que Rosetta descubrió que la emisión había alejado el campo magnético del viento solar del núcleo del cometa.
Una secuencia de imágenes tomadas por la cámara científica de Rosetta, OSIRIS, muestra la repentina aparición de un chorro bien definido en el lateral del cuello del cometa, en la región bautizada como Anuket. Esta emisión es visible por primera vez en la imagen de las 13:24 GMT, pero no aparece en la imagen tomada 18 minutos antes, y ya se había difuminado considerablemente en la tomada 18 minutos más tarde. Los investigadores estiman que el chorro emitió materia a un mínimo de 10 m/s, y puede que incluso más rápido.
«Es el chorro más brillante que hayamos visto en el cometa», explica Carsten Güttler, miembro del equipo de OSIRIS en el Instituto Max-Planck para la Investigación del Sistema Solar en Gotinga, Alemania.
«Estas emisiones no suelen brillar demasiado en comparación con el núcleo, por lo que normalmente tenemos que ajustar el contraste de las fotografías para detectarlas – pero en este caso es más brillante que el propio cometa».