Este miércoles se han cumplido 50 años del fallecimiento del que está considerado como uno de los «padres de Europa», Robert Schuman. El 4 de septiembre de 1963 una esclerosis múltiple terminaba a los 77 años con la vida de uno de los políticos más brillantes y recordados de la historia de la aún joven Unión Europea.
El sueño de una comunidad europea más unida y consistente, siempre fue una obsesión para este político nacido en Luxemburgo y de raíces alemanas. Participó activamente en la creación de las Comunidades Europeas, los cimientos que darían paso, con el transcurrir de los años, a lo que hoy conocemos como la UE.
Estas comunidades (Comunidad Europea del Carbón y del Acero, la Comunidad Económica Europea y la Comunidad Europea de la Energía Atómica), nacieron con el anhelo de recuperar la estabilidad perdida por parte del viejo continente, anegada por las dos guerras mundiales de principios del siglo XX y culpables de la depresión social y económica que vivían los pueblos y vecinos de Europa.
Criado en el barrio luxemburgués de Clausen, de ferviente fe católica, Schuman sirvió al ejército francés en la Guerra Franco-Prusiana de finales del siglo XIX. Tras comenzar sus estudios en Metz, al noreste de Francia, decidió estudiar Derecho en diferentes universidades de Alemania como Berlín, Múnich o Bonn, para terminar trabajando como funcionario público, esos conocimientos le sirvieron para desempeñar funciones administrativas y no servir como soldado, al estallar la Primera Guerra Mundial.
Tras acabar la guerra, Schuman empezó a codearse con el mundo de la política y debido a sus conocimientos de jurista participó en la reintegración de las regiones de Alsacia-Mosela. Su amor por la política no había hecho otra cosa que empezar. Años más tarde, en 1920, fue uno de los máximos apoyos del Primer Ministro Francés Aristide Briand que buscaba la aproximación entre la República de Weimar y Francia.
Aunque su actividad política y parlamentaria aún era tímida y estaba situado en un segundo lugar, fue miembro de la comisión de finanzas de la Asamblea nacional del país galo y permaneció en el Senado sin interrupción hasta 1940. Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, Schuman fue nombrado subsecretario de Estado para los refugiados la intensa lucha que llevó a favor de estos hizo que fuera capturado por la Gestado. Finalmente pudo escapar y tuvo que vivir un tiempo en la clandestinidad.
Cabeza pensante de los primeros movimientos europeístas
Contrario a la postura de Charles de Gaulle, por aquel entonces Presidente de Francia, Schuman nunca formó parte de la Resistencia. Tras la guerra aumentó su popularidad y se convirtió en uno de los líderes principales de la Cuarta República Francesa ocupando diferentes cargos entre ellos el de ministro de Finanzas entre 1946 y 1947. El 24 noviembre de 1947, Schuman terminó asumiendo el cargo de presidente del Consejo de Francia y Ministro de Asuntos Exteriores, pese a que sus detractores le acusaban de haber estado próximo a Alemania en el pasado.
En medio de una Europa pobre y desolada, el recelo de la mayoría de las naciones hacia una Alemania sumida en el caos y a la que se veía «culpable» del desequilibrio del continente, era evidente.
Sin embargo, Schuman era partidario de fortalecer los lazos entre las diferentes naciones. En marzo de 1948 se creó la Unión Europea Occidental, formada por Francia, Benelux y Reino Unido y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en 1949, que terminaron por consolidar las bases de un proyecto europeo necesario y vital para el futuro de la vieja Europa.
El 9 de mayo de 1950, Robert Schuman, aún sin dotes especiales para la oratoria, pronunció un discurso que quedaría en los anales de la historia y que lleva su nombre, la Declaración Robert Schuman, donde sentaba los pilares de la construcción de la Unión Europa.
Con la firma del Tratado de París que dio pie a la creación de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), formada por Francia, Alemania Occidental, Italia, los Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo, Europa se estaba convirtiendo en un interlocutor de peso en las relaciones mundiales.
Schuman avanzaba en su idea, presidió el Movimiento Europeo entre 1955 y 1961 intentando concienciar a gobiernos y pueblos de que unidos harían una Europa más fuerte sin los errores y las confrontaciones del pasado.
Convertido en primer presidente de la Asamblea Parlamentaria Europea, dejó para la posterioridad citas que se han hecho célebres: «La paz mundial no puede salvaguardarse sin unos esfuerzos creadores equiparables a los peligros que la amenazan»; «Europa no se hará de una vez ni en una obra de conjunto: se hará gracias a realizaciones concretas, que creen en primer lugar una solidaridad de hecho» o «La puesta en común de las producciones de carbón y de acero (...) cambiará el destino de esas regiones, que durante tanto tiempo se han dedicado a la fabricación de armas, de las que ellas mismas han sido las primeras víctimas».
Su obsesión por incrementar el nivel de vida de los europeos, la seguridad del continente y evitar enfrentamientos, terminaron por acuñar un modo de hacer política y un trasvase de poderes entre países e instituciones.
En la actualidad, la idea de Robert Schuman de la integración europea está más vigente que nunca.