A las dos semanas de estrenar su cargo como líder del Ejecutivo comunitario, Juncker ha visto como los euroscépticos han aprovechado el escándalo de LuxLeaks para pedir al pleno si debe seguir o no en sus funciones. El presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, ya ha recibido el documento con los 76 votos necesarios para pedir una moción de censura, gracias al grupo EFDD, que suma 48 escaños, y 28 de no inscritos.
La Conferencia de Presidentes, el grupo reunido por los líderes de todos los grupos parlamentarios, se reúne el próximo jueves para abordar el texto y si lo incluirá en la agenda del pleno, que tendrá lugar la semana que viene. De aceptarlo, Juncker va a tener que afrontar una moción de censura aunque, tal y como aseguran fuentes parlamentarias, sería muy difícil que saliera adelante porque no hay mayoría suficiente. La semana pasada, el grupo de la Izquierda Unitaria Europea ya pidió una moción de censura, pero no consiguió los avales suficientes.
El laxo régimen fiscal de Luxemburgo le está pasando factura a Juncker, que fue primer ministro del Gran Ducado durante dieciocho años, cargo que compatibilizó con el de ministro de finanzas. Momento en el que 340 empresas se beneficiaron de acuerdos fiscales en el país en plena época de crisis económica. El ahora presidente del Ejecutivo comunitario intentó la semana pasada salir del paso de las críticas y resguardarse en el derecho de su país.
«Todo lo que se ha podido hacer se ajustaba a las normas legales nacionales e internacionales», aseguró, y afirmó que los acuerdos fiscales no son un «problema de Luxemburgo», sino «europeo». El escándalo está bajo investigación de la nueva comisaria de la Competencia Margarethe Vestager, que ha anunciado una directiva para acabar con estas prácticas.