Cerca de 1,9 millones portuguesas y portugueses cruzan estos días las puertas de los colegios. La cifra se corresponde con el ejercicio lectivo 2012-13, el último para el que el informe 'Educación en números 2014' aporta cifras. Se trata, comparativamente hablando, del año con menos personas vinculadas a la educación (hasta la secundaria) desde el curso 2005-2006. Y es que, a lo largo de la última década la tendencia de la educación continúa a la baja, con la excepción del pico que se produjo entre 2008 y 2010.
El número de personas directamente involucradas en el sistema educativo ha disminuido paulatinamente en los tres últimos cursos, en los que ha estado en vigor el memorando de entendimiento entre Portugal y la troika. Los expertos añaden en su explicación los efectos de la crisis demográfica así como las consecuencias de la depresión financiera.
La DGEEC subraya un descenso transversal del 8,5 por ciento del alumnado, es decir, aproximadamente 165.000 estudiantes menos que en el curso 2009-2010. La caída es imitada en ese mismo período por el profesorado (-14 por ciento), situándose actualmente en torno a los 150.000 maestros. En este último caso, a la reducción le afecta un segundo hándicap: el envejecimiento de los educadores. Y es que, Portugal nunca tuvo tan pocos pedagogos con menos de 30 años en activo, un escenario que se repite en los diferentes ciclos formativos. En sentido contrario, el número de profesores con más de 50 años aumenta paulatinamente, hasta situarse entre el 30,6 y el 42,2 por ciento, según los niveles.
A lo largo de más de un centenar de páginas, la publicación 'Educación en números 2014' no hace sino corroborar las previsiones de principios de año, cuando la propia DGECC anticipó una merma global, hasta 2018, tanto de la educación básica como de la secundaria. Porque en las escuelas portuguesas hay incluso menos trabajadores (9.424). Se trata de una caída libre que se remonta a principios de siglo, cuando estaban en servicio 16.454 funcionarios.
Cierre de escuelas públicas
Y no es solamente que cada vez haya menos alumnos, menos profesores, menos funcionarios e incluso menos colegios, sino que además cada vez más personas se quedan por el camino. Porque también empeoran los resultados de la educación portuguesa: en los tres últimos años, ha aumentado la tasa de fracaso escolar, al mismo tiempo que ha descendido el índice de personas que efectivamente terminan los diferentes ciclos. Se trata de un trienio que contrasta claramente con la tendencia positiva que venía produciéndose en la última década.
Las cuentas están relacionadas con la disminución del número de instituciones educativas abiertas, ya que de las más de 17.000 de 2000 se ha pasado a las 9.893 del curso 2012-2013. Es decir, en los tres años que estuvo en vigor el memorando de entendimiento de la troika cerraron una de cada diez escuelas lusas, en concreto, 1.125 en todo el país. La paulatina desaparición de la educación institucional afecta principalmente a la red pública, pues apenas 78 de todos los colegios cerrados en estos tres años eran privados.