La población residente en Portugal descenderá drásticamente en los próximos años. El envejecimiento de la ciudadanía y la emigración explican las estimaciones del Instituto Nacional de Estadística portugués (INE), que en su escenario más probable dibuja una desaparición del veinte por ciento de portuguesas y portugueses, de los 10,5 millones de personas en 2012 a los 8,6 estimados para 2060.
La pirámide poblacional muda su fisionomía, pasando de los actuales 131 a los 307 ancianos por cada centenar de jóvenes. En el mismo período, el índice de 'sostenibilidad potencial', es decir, el cociente entre las personas en edad activa por cada cien mayores, cae de 340 a 149. Son los resultados más llamativos del último estudio publicado por el INE.
El impacto de la crisis financiera y económica en la hipótesis pesimista dinamita las cifras, con un descenso medio cercano a las 20.000 personas por año. Portugal busca empleo dentro y fuera de sus fronteras, en una situación de paro que se ha vuelto estructural y con un mercado de trabajo muy cerrado del que quien sale tiene dificultades para volver a encontrar una oportunidad (el 54,2 por ciento de los desempleados llevan más de doce meses sin trabajar, según los datos del Instituto de Ciencias Sociales, ICS).
El país está acostumbrado a las malas noticias laborales, pues la tasa de desempleo crece sin pausa desde finales de la década de los 90. Y según destacan los expertos, tras cada recesión no se recuperan los valores anteriores. Apenas el 15 por ciento de los contratos son permanentes, el mismo porcentaje en el que se ha instalado la tasa de personas sin actividad (el último trimestre de 2013 registró el 15,3 por ciento de paro). «Más que estadística, es un drama», recuerdan con frecuencia los medios de comunicación lusos.
La natalidad también es noticia, pues Portugal acaba de batir una nueva plusmarca negativa. En 2013 nacieron 82.538 bebés, 7.303 menos que el año anterior, según los números del Instituto Nacional Doctor Ricardo Jorge. Ya el año anterior el país había registrado un saldo natural negativo sin precedentes (-17.757). Son guarismos que traducen una realidad que cada vez deja menos lugar a las interpretaciones: el país tiene menos hijos y ha dejado de garantizar el cambio intergeneracional, mientras la población envejece sin remedio.
Los diferentes escenarios proyectados por el INE, con un optimismo y un pesimismo de grado, coinciden en todo caso en que la población portuguesa va a disminuir en toda la República, con la única posible excepción del Algarve, en el sur del país. El envejecimiento poblacional marca también una misma línea en todas las previsiones efectuadas: el conjunto trabajadores activos (entre los 15 y los 65 años) disminuirá entre dos y cuatro millones, a la par que aumenta la población mayor de 65 años. La esperanza de vida camina en este sentido, alargándose hasta los 89,8 años para las mujeres y los 84,2 años para los hombres, superando así los respectivos 82,5 y 76,6 años actuales.
Hechos todos los cálculos, en la peor de las previsiones del INE Portugal perdería no el veinte sino hasta el cuarenta por ciento de su población, quedándose en apenas 6,3 millones en el año 2060.
Radiografía de un país desigual
El cuadro presente-futuro que acaba de publicar el INE se completa con las estadísticas del Instituto de Ciencias Sociales, que hablan de los cambios vividos en las últimas cinco décadas. Según el ICS, Portugal ha registrado tres grandes tendencias: en primer lugar, las estructuras familiares son más pequeñas (de los 3,8 individuos de 1960 a los 2,6 de 2011.) El segundo aspecto es el aumento de las familias monoparentales, sobre todo en los últimos veinte años, por el envejecimiento de la población y los cambios en la forma de vida.
Y el tercer punto es el descenso de la que sigue siendo (35 por ciento) la familia prototipo portuguesa: la del matrimonio con hijos. Y es que, las parejas de hecho van paulatinamente comiendo el terreno a la opción del matrimonio, al tiempo que aumenta el número de bebés nacidos fuera del matrimonio, que en 2012 ya supusieron casi la mitad de los recién nacidos (el 45,6 por ciento) mientras que, en el año 2000, las criaturas nacidas sin matrimonio de por medio apenas eran dos de cada diez (22,2 por ciento).
Los portugueses han ido retrasando cada vez más el nacimiento del segundo hijo, cuando por ejemplo en Letonia y Hungría, los únicos dos países con una fertilidad femenina por debajo de la lusa, han comenzado a invertir la tendencia. «La crisis económica y financiera ha condicionado y alterado los planes. Esta postergación continúa, motivada por el aumento del desempleo, de la precariedad, por la disminución de los niveles de bienestar y por el incremento exponencial de la incertidumbre con respecto al futuro», explicaba la profesora de la Universidad de Évora y presidenta de la Asociación Portuguesa de Demografía, en unas declaraciones recogidas por el semanario Revista.
Mujeres y hombres
La evolución de la tasa de abandono escolar deja, por su parte, un sabor agridulce. El descenso desde 1992 hasta el 2012 es enorme, del 48 al 20,8 por ciento, respectivamente, pero la cifra se queda todavía bastante lejos de la media de la Unión Europea, situada en el 12,8 por ciento. El ICS revela además que, en la última década, el porcentaje de quienes terminan la educación superior pasó del 8,4 al 14,8 por ciento. Son los jóvenes quienes están apostando por los estudios universitarios y, en concreto, destacan las mujeres, que han completado la educación superior en el 16,9 por ciento de los casos (frente al 12,4 por ciento de los hombres) y quienes protagonizan el 56,1 por ciento de los doctorados.
Las señales de que algo está cambiando en cuestión de género las cuestionan las cifras de desempleo desglosadas por sexos, pues las mujeres (15,9 por ciento) siguen un punto por encima que los hombres (14,9 por ciento). Y como reveló a principios de marzo la Comisión Europea, las portuguesas tendrían que trabajar 65 días más al año para ganar lo mismo que los portugueses, una cifra que la media de la UE sitúa en 59 jornadas. La Comisión Europea subraya que los trabajadores lusos ganan el 16,4 por ciento más que sus compañeras, convirtiendo a Portugal en uno de los países donde más ha aumentado la disparidad salarial por cuestiones de género, junto con España, Hungría, Estonia, Bulgaria e Irlanda. Al contrario de la mayoría de los Estados europeos, la diferencia de salario en Portugal aumentó el 70 por ciento entre 2008 y 2012.