Las bombas de racimo explotan en el aire y liberan cientos e incluso miles de pequeñas bombas que pueden matar en un radio de 15 metros. Las bombas, del tamaño de una lata de refresco, se mantienen activas durante más de 40 años por lo que son muy peligrosas para la población civil. Se comportan como minas antipersona, además tienen colores brillantes por lo que son muy atractivas para los niños.
Según la Coalición contra las Bombas de Racimo estos explosivos han herido y causado la muerte desde 1965 a más de 100.000 personas, un tercio de ellos niños.
El tratado internacional fue firmado por 108 países de los cuales lo han ratificado 37. España, que nunca ha utilizado estas bombas aunque sí ha vendido, fue el primer país en ratificar el tratado y en destruir su arsenal, unas 5.000 bombas de racimo. Entre los países que no han firmado están los principales productores, Rusia, China o Brasil, aunque no hay datos sobre su producción y Estados Unidos con una cantidad demostrada de 800 millones.
Otros países con guerras latentes o declaradas que tampoco han firmado son Pakistán, India o Israel este último es el que más bombas de racimo almacena aunque no se tienen datos exactos. Precisamente la campaña para pedir la prohibición de este tipo de armamento comenzó en 2006 después de la guerra entre Israel y Hezbolá en Líbano. Se cree que Israel lanzó 4 millones de bombas de racimo en los últimos días de la guerra.
Reino Unido y Alemania almacenan 50 millones de estas municiones cada uno, pero se han comprometido a destruirlas.
La Alta Representante para Asuntos Exteriores de la UE, Catherine Ashton, ha mostrado su satisfacción por la entrada en vigor del Tratado y ha señalado la necesidad de limpiar de estas minas los lugares en los que se han arrojado, la importancia de educar a los niños de los riesgos que correny la ayuda que la UE presta a las víctimas.