Una investigación de Amnistía Internacional sobre la actuación policial en Grecia pone de manifiesto, según esta organizació, una larga tradición de impunidad, racismo arraigado y violencia endémica que incluye el uso de fuerza excesiva contra manifestantes y malos tratos a personas refugiadas y migrantes. El análisis se ha realizado con posterioridad a una investigación oficial sobre los vínculos existentes entre la policía y el partido Amanecer Dorado.
En diciembre de 2013, cerca de 50 personas –entre ellas el máximo dirigente de Amanecer Dorado, dos agentes de policía y cinco parlamentarios– fueron detenidas y acusadas de múltiples delitos, desde el chantaje hasta causar explosiones y cometer asesinato. Una decena de agentes de policía resultaron estar vinculados directa o indirectamente a las actividades delictivas atribuidas a miembros de Amanecer Dorado.
En su nuevo informe A law unto themselves: A culture of abuse and impunity in the Greek police, Amnistía Internacional pone al descubierto las numerosas y persistentes violaciones de derechos humanos cometidas por funcionarios encargados de hacer cumplir la ley. En él se detallan tanto el carácter arraigado y generalizado de la falta de rendición de cuentas como la ausencia de medidas para llevar a cabo investigaciones rápidas, exhaustivas e imparciales sobre las denuncias.
«Nuestra investigación demuestra que el desastre de Amanecer Dorado sólo es la punta del iceberg. La Impunidad y el racismo profundamente arraigados y el uso excesivo de la fuerza constituyen una lacra en la policía griega. Hasta ahora, los sucesivos gobiernos de Grecia no han reconocido –y menos abordado– estas violaciones de derechos humanos cometidas por la policía, ni la impunidad rampante», afirma Jezerca Tigani, directora adjunta del Programa de Amnistía Internacional para Europa y Asia Central.
«Es urgente que se acometa una reforma estructural completa del sistema para hacer cumplir la ley, incluida la creación de un mecanismo independiente de presentación de quejas contra la policía que investigue las denuncias sobre conducta ilícita de sus agentes. Las autoridades de Grecia deben restablecer la confianza de la sociedad en las estructuras griegas destinadas a hacer cumplir la ley.» Amnistía Internacional lleva años documentando conductas ilícitas de la policía en Grecia. En su reciente investigación examina la situación de estos dos años y concluye que sigue siendo sombría.
Según la información a que ha tenido acceso la organización, la policía de la prisión de Nigrita, al norte de Grecia, mató a golpes a fines de marzo de 2014 a un interno que se encontraba en régimen de aislamiento. La autopsia reveló que los golpes en las plantas de los pies y en el pecho fueron muy intensos, y que tenía quemaduras en las manos.
En los últimos tres años se ha observado una brusca escalada de los ataques basados en el odio contra personas refugiadas y migrantes. Asimismo se han documentado crímenes de odio contra miembros de la comunidad romaní y personas lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexuales. Según varios informes, los responsables de hacer cumplir la ley no han impedido que se cometan estos ataques o no han investigado si estaban motivados por el odio, o simplemente no han hecho ninguna de las dos cosas.
«Con su actuación, la policía griega reafirma a los grupos ultraderechistas xenófobos en su intención de atacar a todo el que no se ajuste a su noción de ciudadano normal», ha dicho Jezerca Tigani. «Las autoridades han utilizado a la policía como arma de efectos indiscriminados. Con demasiada frecuencia se le ha encomendado que reprima la disidencia y persiga a miembros de grupos vulnerables en lugar de mantener el orden público. Sus actos no se han sometido a un escrutinio independiente y sus infracciones han quedado impunes. Esto tiene que cambiar.»
Amanecer Dorado
El 17 de septiembre de 2013, Pavlos Fyssas, músico y activista antifascista, murió en Keratsini, barrio residencial de la capital, Atenas, al ser apuñalado por un miembro de Amanecer Dorado. Varios testigos presenciales dijeron a los medios de comunicación griegos que había ocho agentes de la unidad de policía motorizada griega (DIAS) en el lugar donde Pavlos Fyssas y sus amigos fueron atacados por miembros de grupos ultraderechistas, pero que no intervinieron cuando Pavlos fue perseguido por varios de ellos y posteriormente apuñalado por Giorgos Roupakias.
Al día siguiente, la policía antidisturbios usó porras y productos químicos para dispersar a los manifestantes que protestaban por el asesinato de Pavlos Fyssas. Un total de 31 personas tuvieron que recibir asistencia médica, muchos con lesiones en la cabeza. Los manifestantes denunciaron que los agentes los había golpeado con porras, cascos y escudos. Miembros de grupos ultraderechistas los habían apedreado mientras la policía antidisturbios observaba la escena sin acudir en su auxilio. Gavril, manifestante de 32 años, perdió el ojo derecho y a finales de octubre de 2013 ya se había sometido a tres operaciones quirúrgicas.
El caso de Pavlos Fyssas dio lugar a la apertura de una importante investigación policial sobre las actividades de Amanecer Dorado y sus vínculos con la policía.
Trato brutal a refugiados y migrantes
En Grecia, la policía tiene asignadas las funciones de controlar la inmigración y detener y expulsar a migrantes en situación irregular. Durante las redadas de la operación «Xenios Zeus», ejecutada entre abril de 2012 y junio de 2013, se dio el alto a más de 120.000 ciudadanos extranjeros con el objetivo de identificarles. De ellos, sólo cerca de 7.000 –alrededor del 5 por ciento– resultaron no tener documentos de identidad.
K., refugiado sirio, describió así los malos tratos sufridos a manos de la policía en el centro de detención para inmigrantes de Corinto en febrero de 2013: «El mismo policía empezó a darme patadas [...] Yo intenté levantarme y él me golpeó otra vez [...] Luego pidió a dos agentes de policía que me llevaran a una sala donde no podían verme otros detenidos [...] [Allí] los policías empezaron a darme patadas en el pecho [...] luego un agente me abofeteó y empezó a golpearme en la cara con los puños».
Crímenes de odio
En enero de 2013, dos ciudadanos griegos mataron con arma blanca a S. Luqman, ciudadano paquistaní que vivía en Grecia. Ni la policía ni los fiscales tuvieron en cuenta la posible motivación racista del ataque. El asesinato de S. Luqman presentaba muchos de los elementos de los ataques de motivación racial organizados por un «escuadrón de la muerte» relacionado con Amanecer Dorado. Hay una causa judicial abierta contra ellos.
En septiembre de 2013 se grabaron imágenes de una mujer griega dando patadas a una niña romaní que tocaba el acordeón en una calle peatonal junto a la Acrópolis, en Atenas. Gracias a la insistencia de la organización no gubernamental Observador Griego de Helsinki, la policía abrió una investigación sobre los hechos por presunta motivación de odio tras ellos.