El sistema actual, creado tras la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), no logra atender el número sin precedentes de personas desplazadas, se lamentaba Peter Sutherland, representante especial del secretario general de la ONU para migraciones internacionales en un encuentro organizado en Nueva York por el Instituto Internacional para la Paz (IPI, en inglés), en la tercera semana de julio.
Sutherland criticó los valores que prevalecen en el debate sobre los refugiados, que «no estuvo dominado por la compasión, sino por el orden y por mantener a la gente afuera», observó. La retórica negativa «ha engendrado xenofobia, racismo y nacionalismo», apuntó. Ideas como la de «levantar muros» son baratas, criticó Sutherland, y la ONU debe ser fuerte para revertir ese discurso.
La organización Amnistía Internacional, con sede en Londres y que desde hace tiempo apoya un cambio radical en el acuerdo existente para acoger a un número cada vez mayor de inmigrantes, alerta de que unos pocos países han estado trabajando desde «sus mezquinos intereses particulares y pueden echar por tierra la iniciativa del secretario general, Ban Ki-moon, para poner fin a la crisis de refugiados».
También alertó de que un grupo de «improbables aliados», como Australia, China, Egipto, India, Rusia, Pakistán y Estados Unidos, entre otros, «amenaza con echar por tierra el único esfuerzo mundial que hay en curso para proporcionar una acción concreta con la que hacer frente a la crisis mundial de refugiados que afecta a 20 millones de personas».
La ONU y otras organizaciones no gubernamentales como Amnistía apelan a esos países para que cambien de posición y asuman el desafío para que se pueda adoptar el nuevo Pacto Mundial sobre Refugiados en la cumbre que se realizará el 19 de septiembre.
«Mientras se acaba el tiempo para finalizar lo que podría y debería ser un acuerdo que cambie la situación, es mucho lo que pende de un hilo. Millones de personas refugiadas se encuentran en una situación desesperada; 86 por ciento viven en países de ingresos medios o bajos, que a menudo no están equipados para recibirlas, mientras que muchos de los estados más ricos del mundo son los que menos personas refugiadas acogen y menos contribuyen», se lamentaba Salil Shetty, secretario general de Amnistía.
«La situación es intrínsecamente injusta», remarcó Shetty en un comunicado divulgado el 25 de este mes.
En vez del Pacto Mundial sobre el reparto de responsabilidad, «lo que se avecina es posiblemente un vergonzoso fracaso histórico, en el que algunos estados están dispuestos a sacrificar los derechos de las personas refugiadas por sus egoístas intereses nacionales», criticó.
El secretario general Ban Ki-moon reclama un nuevo enfoque para atender los grandes desplazamientos de refugiados y migrantes y, en mayo, elaboró algunas propuestas que presentó en un informe a la Asamblea General y que proponían pactos internacionales. Estos contemplarán la responsabilidad compartida, según la cual ningún país tendrá que recibir más que una proporción justa de refugiados.
Amnistía alertó que incluso el concepto de «responsabilidad compartida» está en riesgo y que todo el acuerdo podría demorarse porque algunos países reclaman una igualdad absoluta. La organización se queja de la falta de voluntad política y de la disposición de algunos gobernantes a tolerar el sufrimiento evitable de millones de personas al continuar con la construcción de muros.
Las migraciones forman parte de la historia de la humanidad, recordó en la reunión de IPI el representante permanente de Marruecos, Omar Hilale, quien presidirá el Grupo Mundial sobre Migraciones. «Debería ser un debate positivo, que reconozca la importancia de las migraciones. No es un motivo de conflicto entre el Norte y el Sur», subrayó Hilale.
Por su parte, Karen AbuZayd, asesora especial para la Cumbre sobre el Abordaje de Grandes Movimientos de Refugiados y Migrantes, remarcó que el trabajo de crear mecanismos concretos está «en manos de los estados miembro». La Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible se refiere a las migraciones de forma positiva, a diferencia de la cobertura que realizan los grandes medios de comunicación.
«No debemos perder de vista el marco general: los aspectos positivos y las historias de logros» que resultan de las migraciones. AbuZayed también destacó que la mayoría de los refugiados son niñas y niños, quienes tienen cinco veces menos probabilidades de continuar con su educación. Los refugiados sirios constituyen actualmente el 30 por ciento de la población de Líbano y el 20 por ciento de la de Jordania.
Para atender esa exigencia, países como Líbano han contraído grandes deudas, mientras los nueve países más ricos del mundo han recibido menos de nueve por ciento de los refugiados, estima la organización humanitaria Oxfam.
Jordania, Turquía, Pakistán, Líbano, Sudáfrica y los territorios palestinos concentran el 50 por ciento de los refugiados y solicitantes de asilo del mundo, pero representan menos del dos por ciento de la economía mundial.
El análisis de Oxfam concluye que Estados Unidos, China, Japón, Alemania, Francia y Reino Unido recibieron 2,1 millones de refugiados y solicitantes de asilo en 2015, o el 8,88 por ciento del total.
Al ser consultada sobre la importancia de que los países ricos ofrezcan asistencia económica mediante préstamos de bajo interés a esos países o inviertan en asistencia humanitaria, Mais Balkhi, directora de proyectos de Syria Relief and Development, dijo que además de eso. «Es importante que los países ricos compartan la responsabilidad, que incluye recibir refugiados, además de ofrecer asistencia económica a los países receptores y vecinos de Siria y aumentar la ayuda humanitaria».
El vicesecretario general Jan Eliasson observó este mes en un foro sobre migraciones y desarrollo que en los últimos tiempos el debate sobre migraciones y refugiados ha estado dominado por cuestiones de seguridad.
Eliasson remarcó la necesidad de reconocer que los desplazamientos humanos tienen un impacto positivo en el desarrollo y son un motor de prosperidad económica y de progreso social. «Hay marcos trasnacionales para atender cuestiones ambientales, comerciales y financieras, pero carecemos de enfoques globales similares para la gobernanza de las migraciones internacionales, y que las relacionen con derechos humanos y desarrollo», precisó.
Pero Balkhi nos dijo que bastaría con que se implementaran los tratados existentes, como el de derechos humanos, pero no es el caso. «Creo que debería de haber un plan y una estrategia para implementar los tratados existentes y no crear nuevos. Los estados deberían rendir cuentas sobre los derechos humanos no aplicados», añadió.
El 25 de este mes, la Asamblea General de la ONU suscribió un acuerdo de relación con la Organización Internacional para las Migraciones, lo que indica la voluntad de reforzar la coordinación de las cuestiones migratorias dentro del sistema del foro mundial.