«Recibimos nuestro jardín como nuestro hogar y no debemos convertirlo en un desierto para nuestros hijos», resumió el cardenal Peter Turkson al referirse a la llamada lanzada por decenas de líderes religiosos y pensadores en la Cumbre de las Conciencias sobre el clima.
La cumbre ha tenido lugar en París el 21 de este mes y su objetivo era incentivar la acción con vistas a la 21 Conferencia de las Partes (COP21) de la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático, que tendrá lugar en la capital francesa del 30 de noviembre al 11 de diciembre.
«Nuestro deseo en la oración es que los gobiernos se comprometan con la COP21 como lo hacemos aquí», señaló Turkson, presidente del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz y uno de los asesores de la encíclica Laudato Si, sobre cambio climático y otros temas ambientales, publicada por el papa Francisco en junio.
Bajo el lema «Por qué me importa», la Cumbre de las Conciencias reunió a participantes del todo el mundo y a representantes de las principales religiones, budismo, cristianismo, hinduismo, islam y judaísmo, así como a otras confesiones y movimientos.
Representantes de gobiernos, también se unieron a activistas de organizaciones ambientalistas, comunidades indígenas y artísticas al llamamiento para terminar con la «cultura consumista del desperdicio» y con la «desastrosa indiferencia hacia el ambiente», en palabras de Turkson. «El mayor obstáculo para un cambio de rumbo es nuestra mentalidad y nuestros corazones», opinó, tras señalar que «el cambio climático lo soportan quienes menos han contribuido a ocasionarlo».
La cumbre ha servido para subrayar el «Llamamiento a la conciencia para el clima» y a lanzar una nueva organización «Fe verde en acción», que procura generar conciencia sobre cuestiones ambientales y de desarrollo sostenible entre los fieles de distintas religiones.
Los participantes entregarán a los representantes de los 195 estados parte de la COP21 una carta suscrita por oradores de la cumbre, entre los que se encuentran el príncipe Alberto II, de Mónaco, el jeque Jaled Bentounés, maestro sufi de Argelia, Rajwant Singh, director de la red internacional Eco Sij, y Nigel Savage, presidente de la organización ambientalista judía Hazon.
Al expresar la preocupación de organizaciones y líderes religiosos, la misiva también es una reflexión sobre los desafíos que afrontan las comunidades indígenas, que alzaron su voz en París y describieron, por ejemplo, los ataques de la industria petrolera contra sus territorios y sus formas de vida.
«No somos un tipo de tradición folclórica, somos seres humanos», dijo Valdelice Veron, portavoz del pueblo guaraní-kaoiwa, de Brasil, quien subió al estrado y habló con sus ropas típicas. Ella y otros delegados indígenas hablaron de cómo su cultura sufre por la práctica del monocultivo y del daño ecológico que causan las plantaciones de soja. Todos compartimos la preocupación por el clima y a todos nos afecta de muchas maneras», remarca Patricia Gualinga, representante de la comunidad Serayaku, de la parte amazónica de Ecuador.
La ministra de Ecología, Desarrollo Sostenible y Energía francesa Ségolène Royal, habló al final de la cumbre y dijo que el llamamiento de los participantes era «antes que nada una llamada a la acción». «El cambio climático debe considerarse una oportunidad de negocios, de tecnología» y otros sectores, subrayó. «Necesitamos allanar juntos el camino».
Para Samantha Smith, de la Iniciativa Global Clima y Energía, del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, en inglés), la cumbre de París refleja «una enorme movilización social sin precedentes», que ella espera que continúe más allá de la COP21. «Después de leer el último informe científico climático, estuve toda la noche sin dormir. Pero cuando veo la movilización y la fuerza de la convicción, soy optimista», comenta.
Pero no todo el mundo ha sido invitado a la conversación, las alianzas no necesariamente incluyen a las compañías petroleras, observa Smith. El sector empresarial, donde están las petroleras, tuvieron su propia reunión en mayo, la Cumbre de Empresas y Clima, también realizada en París.
Unos 2.000 representantes, entre los que había delegados de las mayores compañías del mundo, dijeron que querían «un acuerdo climático global que logre cero emisiones netas» y que les gustaría que se concretara en la COP21.
Además, a principios de julio, cientos de representantes de autoridades locales, integrantes de la sociedad civil y otros actores no estatales participaron en la Cumbre Mundial sobre Clima y Territorios, en la ciudad francesa de Lyon. En ese encuentro, los participantes se comprometieron a asumir el «desafío» de limitar a dos grados centígrados el aumento de temperatura global «ajustando sus acciones regionales y locales diarias a la descarbonización de la economía mundial».
La comunidad científica también se reunió este mes en la sede parisina de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
En todos los encuentros, el presidente francés François Hollande fue el orador principal reiterando su mensaje de que los riesgos son altos y de que los gobiernos deben mostrar compromiso para alcanzar un acuerdo universal y vinculante.
Paralelamente, se desarrollaba otra conferencia climática, y esta vez en el Vaticano, donde los alcaldes de unas 60 ciudades se reunían con el papa Francisco para redactar un llamamiento a reducir las emisiones contaminantes.
Los alcaldes se volverán a reunir en París, durante la COP21, por iniciativa de la alcaldesa de esta ciudad, Anne Hidalgo, y del enviado especial de las Naciones Unidas para ciudades y cambio climático, Michael Bloomberg, también exalcalde de Nueva York. Llamada Cumbre Climática de los Líderes Locales, el encuentro se realizará el 4 de diciembre, cuando se espera que reúna a unos 1.000 alcaldes.
En todas las reuniones, hay gente que se ha preguntado cómo reducir los discursos y repetitivos de las cumbres y pasar a la una verdadera acción sostenible. Nicolas Hulot, enviado especial del presidente francés para la protección del planeta y el principal organizador de la Cumbre de la Conciencia, confesó que se pregunta lo mismo.
Además, buscó alentar a las organizaciones indígenas que llegaron a París desde América de Sur, África y otras regiones del mundo para el encuentro y les prometió su apoyo.
«No duden de que estamos todos involucrados y nunca dejaremos que nos gane la desesperación», señala. «Queremos que todo el mundo escuche sus mensajes, porque nosotros lo escuchamos», añadió.