El regreso al gobierno de Japón de los conservadores del Partido Liberal Democrático, indica, según los analistas locales, que la ciudadanía ha postergado las urgentes y necesarias reformas sociales y ambientales para ir detrás de un liderazgo masculino tradicional.
Las organizaciones feministas y de jóvenes que abogaron por una mejor protección medioambiental, equidad laboral y paz regional se sienten frustradas con el resultado de los comicios del domingo y lamentan que el Partido Liberal Democrático (PLD) no haya presentado propuestas para atender los problemas más acuciantes de Japón. Hace tres años, los japoneses sacaron al PLD y le dieron una oportunidad al Partido Democrático de Japón (PDJ). Pero este año, la moneda ha caído del lado más conservador.
Keitaron Noguchi, un empleado de 30 años, hace una síntesis del clima postelectoral que se vive en el país, «es la hora del PLD para resolver los problemas nacionales. El gobierno saliente del PDJ fue un desastre». El presidente del PLD, Shinzo Abe, cuya breve experiencia como primer ministro terminó de forma abrupta en 2007, toma otra vez las riendas del país.
Político conservador, Abe reunió adeptos con la promesa de dar a Japón un mayor poderío militar, en el contexto de una disputa territorial en ciernes con China por un grupo de islas del mar de China oriental y comprometerse a reavivar la economía mediante grandes obras públicas para crear puestos de trabajo.
El PLD también debe hacer frente al enorme desafío que supone el bajo crecimiento, menos de dos por ciento en las últimas dos décadas, según la Oficina del Gabinete. Además tiene que reducir la creciente deuda pública y cubrir las peticiones de seguridad social de jóvenes desempleados, así como el rápido envejecimiento de la población.
Estos dos asuntos casi con seguridad concentrarán la atención de los dirigentes políticos, lo que preocupa a activistas que temen que el próximo gobierno olvide otros dos temas importantes: La política nuclear del país tras la catástrofe de Fukushima, tras el terremoto y el tsunami de marzo de 2011, y la estabilidad laboral de jóvenes y mujeres, ambos sectores con empleos muy mal pagos y a tiempo parcial.
Para Koichi Nakano, conocido politólogo de la Universidad Sophia, de Tokio, «el PLD definitivamente dará la espalda a las políticas del saliente gobierno de centro-izquierda, que se propuso terminar con la dependencia nuclear de Japón para 2030». En declaraciones a la prensa extranjera, Nakano explica que las compañías de energía, que pusieron la alternativa nuclear en la agenda de desarrollo, apoyaron al PLD. «El movimiento verde de Japón, que promueve energías limpias en reemplazo de la nuclear, no tuvo éxito», señala Nakano.
Este politólogo cree que «un régimen más conservador que controla a la gran mayoría de la 'dieta' (parlamento bicameral) estigmatizará a los manifestantes contra la energía nuclear tildándolos de radicales peligrosos. Veo que habrá más detenciones de activistas», señala, refiriéndose al arresto de 16 personas el 16 de septiembre en una gran manifestación contra la energía atómica.
El resultado de las elecciones fue decepcionante para las organizaciones de mujeres que abogaron por un mejor trato para las trabajadoras, que actualmente representan el 80 por ciento de los empleados a tiempo parcial o por contrato, cuidados infantiles y el bienestar de la tercera edad.
La profesora Chizu Arashima, de la Universidad de Kobe Gakuin, opina que el triunfo electoral del PLD es un retroceso para los derechos de las mujeres y el empleo femenino. «Como madre de tres hijos me preparo para el retorno de los viejos valores familiares del PLD que promueven la división de género, la que hace que las mujeres se queden en la casa, tengan hijos y dependan de los hombres». Arashima integra el Partido Todo Japón Obachan, una organización femenina de Osaka (la segunda ciudad más grande de Japón) con tres meses de antigüedad.
El grupo se dió a conocer por ayudar a difundir la opinión de las mujeres sobre políticas nacionales y a acortar la brecha de género en el ámbito político. «Obachan» es un término japonés que quiere decir mujeres de mediana edad, lo que genera la imagen de aquellas que están dispuestas a desafiar a los hombres. Kyoko Tada, especialista legal y fundadora de la organización, dice que el nombre fue elegido a propósito para concentrar la atención sobre un sector de la población decidido a derribar la política tradicional dominada por hombres.
La organización ya tiene más de 1.000 miembros en todo el país, y reúne apoyo por sus posturas alternativas, como su posición contra la guerra, a favor de una comunidad fuerte, contra la energía nuclear y por que la recaudación impositiva se use para la seguridad social y no para programas de obras públicas, señala.
La organización debe hacer frente a varios obstáculos para superar la disparidad de género en el ámbito político. Solo 38 mujeres, entre 225 candidatos, obtuvieron un escaño en el parlamento en estas elecciones, un gran retroceso respecto de las 54 que lo lograron en 2009. Japón figura en el lugar 110 en el último informe sobre brecha de género del Foro Económico Mundial, que clasifica a los países según su situación en materia de equidad en la representación política.
Arashima explica que el resultado de estas elecciones prueba que las mujeres fueron engañadas con la esperanza de que el PLD iba a mejorar la situación económica y a garantizar la estabilidad de los salarios. «La falta de debate público para destacar las opciones para las mujeres es una lección clave para las organizaciones. Estamos decididas a hacer frente a estos asuntos», explica de manera categórica.