El momento culminante de la lluvia de estrellas es la noche del 12 al 13 de agosto, aunque esta misma noche tampoco será mal momento. No se necesita mucho para gozar de este magnífico espectáculo que nos ofrece el cielo. Un lugar elevado lejos de la contaminación lumínica de las ciudades, una manta sobre la que tumbarse, ropa de abrigo ya que la madrugada siempre refresca... y cuidado con abrir mucho la boca y tragarse los insectos. Hay que mirar hacia la constelación de Perseo. La Sociedad de Observadores de meteoros y Cometas ha elaborado un mapa de visibilidad para la península y Canarias
El mejor momento es entre las 23,00 y la madrugada , la luna nueva hará que las dos noches sean muy oscuras y si las nubes no interfieren será el mejor espectáculo. Sólo se podrá observar en el hemisferio Norte.
Las Perseidas deben su nombre a que parecen provenir de algún punto de la constelación de Perseo, pero eso no quiere decir que «salgan de allí». Las podemos ver cuando la Tierra al describir su órbita alrededor del Sol pasa por la estela que el cometa 109/Swift-Tutle deja a su paso por el sistema solar. El rozamiento de esas partículas con la atmósfera de la Tierra y desintegrarse es lo que da lugar a las Perseidas, algunas no son más que polvo, otras son un poco más grandes y ofrecen colores fantásticos.
El cometa fue descubierto en 1962, tiene un diámetros de 9,7 kilómetros y tarda 135 años en recorrer su órbita. La última vez que fue visto ocurrió en 1992, la lluvia de estrellas del año siguiente batió el récord de hasta 400 meteoros por hora, unas tres veces las que podremos ver ahora.
Las Perseidas, son las más populares, pero no las únicas ni siquiera las más abundantes. Las Leónidas (constelación de Leo), se producen del 14 al 20 de noviembre; las Gemínidas (constelación de Géminis), del 7 al 17 de diciembre; las Cuadrántidas (de las Cuadrantes) del 1 al 5 de enero, y las Líridas (constelación de la Lira) entre el 15 y el 20 de abril.
Los radioaficionados también pueden detectar a las Perseidas por unos característicos pitidos que perciben en determinadas frecuencias de sus equipos.