El estudio ha contado con la participación del Grupo de Biociencia Integrada de la Universidad de Akron (Ohio, EE UU) y el Grupo de Microdifracción del Laboratorio Europeo de Radiación Sincrotrón, ubicado en Grenoble (Francia). En este acelerador de partículas se analizó el material con rayos X de alta intensidad, lo que permitió obtener datos de fibras individuales con una sección de hasta una micra (una décima del grosor de un cabello humano). Los investigadores han podido establecer mediante esta técnica los elementos que permanecen inalterados en la microestructura de la seda desde su origen y cuáles se añadieron posteriormente.
Son tres los grandes eventos evolutivos que identificó el análisis. El último, en una fecha tan lejana como hace 210 millones de años, «lo que da una idea de la extrema optimización del material», destaca José Pérez Rigueiro, uno de los investigadores del CTB que ha participado en el estudio. Los autores del trabajo, cuyos resultados se han publicado en la revista Scientific Report este mes de octubre, destacan su relevancia para el desarrollo de nuevos materiales artificiales que puedan reproducir propiedades de la seda de araña.
El investigador explica que la producción de fibras de altas prestaciones basada en la composición de esta seda tiene aplicaciones prometedoras en diversos campos. En primer lugar, cita la fabricación de materiales estructurales con una «gran capacidad de absorber energía antes de romperse», ya sea por un impacto o una explosión. «Pero también abren nuevas vías en medicina regenerativa aprovechando la gran biocompatibilidad de la seda». De hecho, el grupo de investigadores de la UPM del que forma parte consiguió recientemente producir la fibra de seda de araña más resistente fabricada hasta la fecha.