Una ovación cerrada resonaba en la sala de control de la Agencia Espacial Europea a las cinco de la tarde, en el momento en el que la Tierra recibía el mensaje de misión cumplida. Aunque con algunos problemas, el módulo Philae conseguía aterrizar con puntualidad británica sobre la superficie del cometa 67/Churyumov-Gerasimenko, al que todos conocen ya cariñosamente como Chury. Su hazaña ha escrito una nueva página en la historia de la astronomía europea.
«Philae nos ha hablado, ha aterrizado, estamos en la superficie del cometa», anunciaba emocionado Stephan Ulamec, jefe del equipo de la sonda de descenso, desde el puesto de control de Colonia, en Alemania. «Es un gran paso para la civilización», confirmaba minutos después el director de la Agencia Espacial Europea, Jacques Dordain, quien recordaba en apenas unos segundos los largos y duros años de trabajo. «Hace falta mucho conocimiento y mucha dedicación para lograrlo», reconocía en medio de la euforia colectiva.
Y es que en cuestión de segundos la alegría se contagiaba a todas las sedes de la Agencia Espacial Europea; también a la abarrotada sala de control del Centro Europeo de Astronomía Espacial (ESAC), situado en Villanueva de la Cañada, Madrid, donde más de 200 personas recibían la noticia con un cálido y apasionado aplauso. «Es una misión muy ambiciosa; la primera que ha ido al encuentro de un cometa; la primera en acompañarlo hacia el Sol y ahora la primera en aterrizar en él», explicaba Martin Kessler, jefe de operaciones científicas de la Agencia Espacial Europea en ESAC.
Pero la alegría colectiva no era más que la última válvula de escape después de horas de tensión. Según han explicado los ingenieros responsables del centro madrileño, la zona en la que estaba previsto el aterrizaje, a pesar de ser la de más fácil acceso, «está llena de rocas y desniveles», lo que ha complicado la maniobra. Además, el Philae tenía que aterrizar en un cuerpo de no más de cuatro kilómetros de superficie, donde apenas existe gravedad.
Los trabajos comenzaban de madrugada. Durante toda la noche los científicos han comprobado y repasado cada uno de los cálculos antes de dar el 'Go' definitivo. Ya a las 9:35 de la mañana, siempre hora española, se procedía a desprender el módulo Philae de la nave Rosetta. En ese momento comenzaba un descenso de siete horas, en las que la sonda ha rotado, girado, y ha desplegado sus patas, mientras la comunidad científica contenía el aliento. Y aunque toda la maniobra ha seguido el guión previsto, en el último momento el Philae no ha conseguido anclar los arpones que debían sujetar la cápsula a la superficie del cometa. Según han explicado los técnicos, en estos momentos el pequeño robot se mantiene sujeto únicamente con tornillos, y está menos estable de lo previsto. No obstante, los responsables de la misión confían en que puedan intentar dispararlos de nuevo en las próximas horas.
Las primeras fotografías
Durante el descenso el Philae ha enviado numerosos datos y fotografías, aunque la imagen más esperada era la que debía tomar a su llegada a tierra firme; la primera fotografía, jamás tomada, desde la superficie de un cometa. A partir de ahora, el robot seguirá recogiendo muestras y datos del cometa. Chury se formó hace 4.700 millones de años, a la vez que se formaba el sistema solar. Desde entonces su materia ha permanecido prácticamente inalterable, por lo que conocer su composición servirá para entender mejor cómo se formaron los planetas. También podría servir para comprobar si, tal como reza una de las teorías acerca de la creación de la vida, las primeras partículas orgánicas llegaron a la tierra a bordo de cometas.
La nave Rosetta despegó de la Guyana Francesa en marzo de 2004. El aterrizaje del módulo Philae se ha coordinado desde los centros de la Agencia Espacial Europea en Colonia, Darmstadt y Toulouse. También ha contado con la colaboración del resto de centros de la Agencia Espacial Europea, como el ESAC de Villanueva de la Cañada. De momento la cooperación de todos los centros ha conseguido ya un hito histórico: nunca antes se había conseguido aterrizar sobre la superficie de un cometa.
Pero la misión de Rosetta, con Philae ya en tierra, todavía continúa. Seguirá acompañando a Chury en su viaje hacia el sol, y será testigo, por primera vez de cómo las rocas de un cometa se transforman en su viaje hacia el astro rey. «Tenemos más de un año por delante de ciencia», aseguraban ayer en el centro de la ESA de Villanueva de la Cañada, en Madrid, una vez celebrado el éxito.