Los problemas de los precios de los alimentos están lejos de haberse resuelto, y algunas regiones, países y comunidades soportan mayor presión que otros.
La elevada y excesiva volatilidad de los últimos años causó alteraciones en el sistema alimentario mundial y socavó los intentos de los países en desarrollo de reducir el hambre y la pobreza de manera sostenible y duradera.
Dos reuniones internacionales recientes debatieron la persistente amenaza de la volatilidad: la conferencia de los gobernantes del Grupo de los 20 (G-20) países industriales y emergentes, celebrada en septiembre en San Petersburgo, y el encuentro ministerial en la sede de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que atrajo a Roma a representantes de 130 países en el mes de octubre.
Los participantes de las dos reuniones reconocieron la necesidad de observar y controlar estrechamente los mercados de productos agrícolas básicos.
Mejorar la gobernanza global ya ha dado resultados jugando un papel importante al evitar que la subida de precios de julio de 2012 se convirtiera en otra crisis. El Sistema de Información de Mercados Agrícolas que el G-20 creó en 2011 resultó efectivo y suministró información confiable y mayor transparencia que ayudaron a tranquilizar los mercados alimentarios.
Pero subsisten varios asuntos relevantes que requieren mayor estudio, como la especulación de los precios y su regulación, las políticas de biocombustibles y comerciales y el rol que podrían jugar las reservas públicas de alimentos para administrar los riesgos de aumento de precios.
En la reunión de la FAO, los ministros de Agricultura pusieron énfasis en la necesidad de mejorar las reglas y hacer más transparentes los mercados de futuros para limitar el exceso de especulación y sus efectos en los precios.
Los ministros también coincidieron en que se necesitan medidas concretas y coherentes para hacer más sostenible el uso de recursos naturales, la producción y el consumo de alimentos, y el papel que estos juegan ante el cambio climático.
Un tema recurrente en todas esas conversaciones fue la necesidad de políticas y acciones más inclusivas en todos los terrenos para asegurar a los grupos más vulnerables beneficios económicos, sociales y políticos.
Proteger a esos sectores de los efectos adversos de las subidas repentinas de precios debe ser una política prioritaria. En muchos países pobres hay que fortalecer las redes y los programas de protección y seguridad social.
Pero esto no debería hacer perder de vista el objetivo a largo plazo de mejorar la productividad de manera sostenible y de elevar la resiliencia de los sistemas productivos, en especial en los países pobres.
Las autoridades pueden apoyar activamente este proceso colocando el desarrollo sostenible –condición necesaria para una seguridad alimentaria duradera— en la discusión y el diseño de políticas y planes sobre producción, comercio y energía.
Una oportunidad será la Novena Conferencia Ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC), que se celebrará en Bali, Indonesia, entre el 3 y el 6 de diciembre.
Los delegados examinarán, entre otras cuestiones, la compatibilidad de las reglas de la OMC con las medidas nacionales de apoyo a la seguridad alimentaria, tales como la ayuda y los programas para crear existencias de alimentos.
La FAO organizará una sesión paralela a la conferencia, como parte del Simposio de Bali sobre Comercio y Desarrollo, en la que líderes del mundo no gubernamental debatirán las políticas de intervención en el mercado y el comercio para apoyar la seguridad alimentaria y las lecciones que dejan esas medidas.
Toda vez que los gobernantes se reúnen en un ámbito internacional abren la puerta al intercambio de ideas y a la oportunidad de establecer consensos sobre asuntos vitales.
Lograr que esa oportunidad se materialice en mejoras concretas y de largo alcance en la productividad, la sostenibilidad y la seguridad alimentaria mostrará, en definitiva, cuán lejos están dispuestos a llevar esa conversación y con qué éxito pueden traducirla en acciones domésticas.