Los países más pobres serán los más afectados por las peores consecuencias del cambio climático, como el aumento del nivel del mar, las inundaciones, las tormentas y las sequías.
Para lidiar con la inminente amenaza, que acabará con innumerables vidas humanas y causará estragos en la agricultura, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) pretende el aporte de 100.000 millones de dólares por año para 2020, como parte del Fondo Verde para el Clima que ayudará a los países en desarrollo a fortalecer su resistencia y adaptación al cambio climático.
«Voy a participar de manera proactiva con los líderes del Norte y el Sur globales para asegurarme de que se cumpla este objetivo y que todos lo consideren creíble», anunció el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, en una reunión de alto nivel sobre el cambio climático realizada en Nueva York el 29 de junio.
El Fondo Verde para el Clima, con sede en Incheon, Corea del Sur, debe ponerse «en marcha», dijo Ban, con fondos que se entregarían antes de la 21 Conferencia de las Partes (COP 21) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC), que se celebrará en diciembre en París.
Ante la pregunta de si la meta de 100.000 millones de dólares es realista, Lisa Elges, directora de Política Climática en la organización Transparencia Internacional, respondió a IPS que «la pregunta más práctica es, ¿cómo se puede alcanzar?».
«Las arcas públicas están exigidas, pero aun hacen falta fondos públicos. Y si quieres involucrar al sector privado, necesitas fondos públicos para dar subsidios y atraer y aprovechar la inversión privada», afirmó.
Una fuente podría ser la represión de los flujos financieros ilícitos, sugirió. Si los gobiernos atacan el lavado de dinero, entonces más dinero gravado podría ponerse a disposición de las necesidades ambientales y de desarrollo del mundo, argumentó Elges.
Anualmente se pierden 1.000 millones de dólares en movimientos financieros ilícitos, que incluye a la corrupción, el soborno y evasión fiscal.
«Cuando los corruptos pierdan, la gente y el planeta ganarán», aseguró.
Michael Westphal, del Instituto de Recursos Mundiales (WRI), dijo a IPS que el camino políticamente viable para conseguir 100.000 millones de dólares por año para 2020 es incluir un conjunto más amplio de financiación con fines climáticos y reforzar los fondos públicos.
La meta es posible, pero Westphal advirtió que exigirá la acción concertada de los actores públicos mediante el empleo de los fondos públicos para impulsar la inversión del sector privado.
Con respecto a la financiación con fines climáticos, WRI proponer varias recomendaciones.
En primer lugar, el Norte industrializado debe comprometerse a aumentar los fondos públicos hasta 2020.
Esto incluye los fondos públicos destinados al clima de los países industrializados, según sus informes a la CMNUCC, que en su mayor parte se compone de financiación mediante canales bilaterales, fondos de los bancos multilaterales y asistencia oficial para el desarrollo.
En segundo lugar, el Norte industrializado debe considerar el uso de nuevas fuentes de financiación, como la reorientación de las subvenciones a los combustibles fósiles, los ingresos del mercado de carbono, impuestos a las transacciones financieras, créditos a la exportación y el alivio de la deuda, que se han empleado poco para movilizar la financiación climática.
Y en tercer lugar, las partes deben aclarar cuál es la definición de financiación climática y desarrollar metodologías, incluido el cálculo y la atribución de la inversión del sector privado, para mejorar la contabilidad y la presentación de informes.
En una reunión cumbre del Grupo de los 20 países industrializados, celebrada en Australia en noviembre, el presidente estadounidense Barack Obama anunció una contribución de 3.000 millones de dólares para ayudar a los países más pobres a combatir el cambio climático.
Incluso antes de la promesa de Obama, el diario New York Times informó que al menos 10 países, entre ellos Alemania, Francia y Corea del Sur, habían prometido unos 3.000 millones de dólares al fondo.
Tras el anuncio de Washington, Japón prometió un aporte de 1.500 millones de dólares.
«La contribución de Estados Unidos tendrá un impacto directo en la movilización de las contribuciones de las demás economías grandes», pronosticó en noviembre la directora ejecutiva del Fondo Verde para el Clima, Hela Cheikhrouhou.
«Insto encarecidamente a los países desarrollados a proporcionar una la trayectoria política creíble para movilizar 100.000 millones de dólares por año para 2020 para apoyar a los países en desarrollo s reducir las emisiones y fortalecer su capacidad de recuperación», dijo Ban en la reunión del 29 de junio.
Es indispensable que los países del Norte industrializado aclaren antes de la COP 21 cómo estará compuesta la financiación pública de los 100.000 millones de dólares y cómo atraerán la participación del sector privado, destacó.
Un acuerdo también debe reconocer la necesidad de que existan fondos a largo plazo más allá de 2020, añadió.
«Recibo con beneplácito el reciente anuncio de Alemania de que duplicará su apoyo financiero con fines climáticos para 2020, y aliento a otros países desarrollados a seguir ese ejemplo», exhortó.
En su totalidad, este paquete de financiación generará confianza y ayudará a liberar los billones de dólares de fondos adicionales necesarios para construir economías con bajas emisiones de carbono y resistentes al clima, aseguró.
Según la ONU, una reunión cumbre de gobernantes realizada en septiembre generó un «impulso muy necesario» en el ámbito de la financiación con fines climáticos.
Líderes del sector público y privado se comprometieron a movilizar a más de 200.000 millones de dólares para fines de 2015 con el fin de financiar el crecimiento bajo en emisiones de carbono y resistente al clima, asegura un comunicado de la ONU.
En la COP 20, celebrada en Lima en diciembre, se prometieron 10.000 millones de dólares para la puesta en marcha del Fondo Verde para el Clima, señala la ONU.
Con una perspectiva diferente, Elges, de Transparencia Internacional, se pregunta «¿cómo nos aseguramos de que el mundo gaste de manera eficaz... el dinero destinado a evitar las graves (consecuencias del) cambio climático? Si ese dinero se pierde, podría tener consecuencias desastrosas» en la práctica.
También apuntó a la amenaza de la corrupción de los grupos de presión de las industrias de los combustibles fósiles de Estados Unidos o Gran Bretaña, por ejemplo, que son capaces de influir a largo plazo en la política climática para obtener beneficios a corto plazo, advirtió.
Por ejemplo, 550.000 millones de dólares al año se destinan a los combustibles fósiles como subsidios, lo que a menudo es la consecuencia de prácticas corruptas e influencia indebida, sostuvo.
En el Sur en desarrollo, el mayor problema es la debilidad de los gobiernos que, en la práctica, no respetan las leyes en materia de transparencia o rendición de cuentas, asegura Elges.