En los próximos diez años, las Naciones Unidas podría alojar a varios Estados nuevos, producto de los movimientos separatistas en sus países originales, que buscarán unirse al foro mundial.
Si las fantasías políticas se convierten en realidades la lista de nuevos estados miembros de la ONU podría incluir a Abjasia, Cataluña, Cachemira, Chechenia, Kosovo, Kurdistán, Palestina, Quebec y hasta a un Iraq sunita y otro chiita. Un diplomático de Medio Oriente señala con sarcasmo, «me pregunto si uno de esos asientos nuevos es para el Estado Islámico», el movimiento extremista, antes conocido como ISIS y al que Estados Unidos, entre otros países, considera un grupo terrorista.
Como en años anteriores, la rutina en la Asamblea General número 69 será la misma: largos discursos, cientos de reuniones bilaterales entre los gobernantes y una seguridad extrema en todo el perímetro de la sede neoyorquina de la ONU del martes 23 al viernes 26 de septiembre.
Este año, los más de 150 jefes de Estado y de gobierno que han confirmado su visita harán uso de la palabra en un contexto mundial de crisis políticas y militares que incluye a Afganistán, Iraq, Libia, Palestina, Siria, Somalia, Ucrania y Yemen.
Para Ian Williams, corresponsal de la ONU y profesor en la universidad estadounidense Bard, la renovación de la sala de la Asamblea General, tras siete años y un costo de 2.100 millones de dólares, muestra cierto grado de previsión, con una docena de lugares libres para las delegaciones nuevas. «Sin embargo, al ritmo que va la balcanización en todo el mundo, quizás no alcancen», comenta con ironía. Kosovo y Kurdistán, además de los diferentes «Putinistán» que están brotando en la periferia rusa, podrían ocupar esos asientos en breve, según Williams.
La balcanización política también se extiende a los bloques de países dentro de la ONU, asegura. «En los días de la vieja Guerra Fría había cierta disciplina. Todos los discursos del bloque oriental eran deprimentemente similares. Ahora, los países prestan poca atención a las instrucciones de las autodesignadas superpotencias y son más entusiastas», comenta Williams.
Esta semana el secretario general, Ban Ki-moon, dijo que «en esta época de turbulencia, las próximas dos semanas resaltarán el papel indispensable de la ONU en la lucha contra las amenazas mundiales y en las oportunidades para el progreso en común». El nuevo período de sesiones de la Asamblea General será «crucial para nuestros esfuerzos para derrotar la pobreza y adoptar una nueva generación de objetivos de desarrollo sostenible», añadió Ban.
Pero cuando le preguntan a Samir Sanbar si las sesiones de la Asamblea General tienen alguna repercusión en los acontecimientos mundiales, el otrora subsecretario general y director del Departamento de Información Pública de la ONU, responde: «Con el debido respeto a todos los jefes de Estado visitantes, no estoy seguro de que se pueda seguir aplicando el término 'líderes'». Eso explicaría en parte el ambiente de agitación generalizada en todo el planeta, agrega. «Tantas presencias presidenciales y sin embargo tan poco impacto positivo», destaca Sanbar, que ha trabajado con cinco secretarios generales de la ONU.
Antes había incontables reuniones bilaterales entre los presidentes y los primeros ministros en el marco de la sesión de la Asamblea General. Los debates generales eran sustantivos y constituían la columna vertebral de las resoluciones de la ONU, sostuvo. Pero ahora la mayoría de esas visitas se ven como oportunidades para la foto pública, según Sanbar, editor del boletín electrónico en internet Foro de la ONU.
Williams nos explica que durante décadas la delegación de Estados Unidos padeció la desconfianza de su propio país en la organización. Recuerda que los legisladores derechistas en el Congreso estadounidense acosaban continuamente a la organización mundial con reducciones en su presupuesto. Por eso el hecho de que haya habido dinero para reparar el salón de la Asamblea General es consecuencia del cambio de actitud de Estados Unidos, afirma.
Pero la controversia al menos genera ruido. Ahora lo que hay es un silencio ensordecedor, critica Williams. «¿Qué pasó con todos esos locos que pensaban que las fuerzas de paz de la ONU se apoderarían de Estados Unidos con sus helicópteros negros?», pregunta. Williams dice que preferiría que cambiaran sus caballitos de batalla por otros nuevos, como la disputada ciudad libia de Bengasi, la partida de nacimiento del presidente estadounidense Barack Obama y distracciones similares, en lugar de que la ONU se haya vuelto irrelevante.
El martes la ONU celebrará la Cumbre del Clima. En este contexto «es urgente actuar frente al cambio climático. Cuanto más tardemos, más vamos a pagar en vidas y en dinero», advirtió Ban. El dignatario aprovechó para anunciar que el actor estadounidense Leonardo DiCaprio es el «más reciente Mensajero de la Paz de la ONU, con un enfoque especial en las cuestiones del cambio climático».
Ban hace su mejor esfuerzo para que los líderes reanuden las negociaciones sobre un pacto de Cambio Climático, reconoce Williams, y «probablemente tenga mejores resultados con eso que con Siria».
Sanbar rememora que cuando el expresidente de la Asamblea General, Razali Ismail, de Malasia, advirtió en 1996 acerca de la «progresiva irrelevancia» de estas sesiones, casi se le consideró un subversivo. «Ahora los mandatarios de Estados importantes pasan fugazmente» por las sesiones inaugurales, «compitiendo más que nada para hablar durante los dos primeros días, mientras que otros que quizás hayan visitado Nueva York la semana anterior ni se molestan en asistir», añade.
Incluso Ban, «que mantiene admirablemente el interés por el cambio climático, parece sentir la necesidad de traer a una estrella de Hollywood con ese mismo objetivo», resalta.