Rubios, de piel clara y ojos azules, así son tres de los nueve hijos que han tenido Atanas y Sacha Rusev, habitantes del gueto gitano de Nikolaevo, en Bulgaria. Ellos, morenos, de tez oscura y ojos marrones, son también los padres biológicos de María, la niña de aspecto nórdico que las autoridades griegas localizaron en un poblado romaní de Grecia. A María, «el ángel rubio», enseguida la pusieron en portadas, en la televisión, en carteles por todo el país, las autoridades y la Interpol - todavía con el recuerdo de la desaparición de Madeleine McCann - le buscaron raptores, secuestradores, una trama... pero fue la propia madre biológica, Sacha, la que desveló la más triste de las realidades.
El matrimonio Rusev, hoy acusado de abandono de una menor, viajó de Bulgaria a Grecia para trabajar en la temporada del pimiento y al no conseguir suficiente dinero ni tener adecuadamente registrada a su hija la dejaron al cuidado de un matrimonio gitano griego. La investigación no ha certificado si pagaron o no por la pequeña María, unos 300 euros como aseguran algunas fuentes que el matrimonio búlgaro utilizó para volver a su chabola con el resto de su prole y su chatarra. Según otras fuentes, el acuerdo con la familia «adoptiva» griega era que el matrimonio volvería a Bulgaria, ahorraría dinero y regresaría para recoger a la pequeña.
Riesgo de discriminación social
El caso irlandés tiene aún peores tintes. El pasado lunes, la policía irlandesa separaba a una niña rubia, de ojos azules y piel clara de sus padres «por dudas sobre su identidad» y la ponían bajo el control del Servicio de Salud irlandés. La familia, obligada a hacerse pruebas de ADN que desvelaran un supuesto caso de robo de niños, ha vivido bajo sospecha y angustia todos estos días hasta que las autoridades les han devuelto la custodia. A pesar del poco parecido físico que comparten, efectivamente, son sus padres biológicos.
Un día después de conocerse este caso, la policía quitaba la custodia a otra pareja gitana de un niño de 2 años. Las pruebas de ADN también han confirmado que son sus padres biológicos.
El debate sobre la actuación de las autoridades y el racismo en Irlanda ha obligado a la Oficina del Defensor del Menor a abrir una investigación a pesar de que para la responsable irlandesa de Asuntos del Menor «cuando la Policía o los trabajadores sociales toman la decisión de poner a niños bajo la tutela del Estado, lo hacen siempre por su bienestar y protección y de acuerdo con la legislación vigente».
Alan Shatter, ministro irlandés de Justicia e Interior, cree por su parte que es necesario «revisar los procedimientos para abordar este tipo de situaciones».
En los casos irlandeses, la actuación policial se produjo después de varias llamadas de alerta de los vecinos, lo que muestra que el problema está quizá aún más enraizado en la sociedad. Para la directora del Consejo de Inmigrantes de Irlanda, Denise Charlton, «los dos casos sugieren que la Garda (policía irlandesa) quizá presta una atención excesiva a ciertos grupos minoritarios».
«Irlanda ya ha sido advertida por un informe del Consejo de Europa sobre la necesidad de prevenir la discriminación racial y los acontecimientos de la pasada semana han hecho poco para tranquilizar a los inmigrantes», ha indicado Charlton.
Gitanos rubios y de ojos verdes
En una carta abierta a la prensa, el comisario de Derechos Humanos del Consejo de Europa ha calificado de irresponsables las informaciones sobre los niños de Grecia e Irlanda que insisten en el origen étnico de las familias y caen en los viejos mitos de los gitanos como secuestradores de niños. «Esa información irresponsable puede tener enormes efectos en la vida de millones de romanís y alimentar los ya generalizados movimientos antigitanos», ha señalado Nils Muižnieks.
El temor de los grupos pro-derechos humanos comenzó hace una semana cuando un informe oficial del gobierno aseguraba que «los extranjeros eran responsables de más del 50 % del fraude cometido contra la seguridad social».
Para el Centro Europeo de Derechos Roma «la preocupación respecto a estos casos es que, de una manera u otra, si no se abordan desde todos los ángulos posibles, se puede caer en la trampa de culpar a toda la comunidad por algo».
La comunidad gitana, por sus condiciones de pobreza extrema, es víctima en ambos sentidos: desde el prejuicio se les acusa de comprar y vender niños, y desde la realidad de los datos de la ONU se confirma que ellos mismos son utilizados por los traficantes de niños, ya que están «por debajo del radar de la sociedad». Según Unicef, unos 3.000 niños en Grecia han caído en manos de organizaciones de tráfico de personas y sus orígenes son Bulgaria, Rumania, otros países de los Balcanes, y en su mayoría se trata de gitanos.
Como nómadas y pobres, el sistema de registro civil de la población gitana (a pesar de los esfuerzos de la UE por tener un registro fiable de todas las comunidades) se ha revelado como poco eficaz, lo que hace aún más vulnerables a los menores que, en muchos casos, se encuentra literalmente fuera del sistema.
Se calcula que la población total de gitanos en Europa asciende a unos 12 millones de personas y, entre ellos, fuera de los márgenes de la sociedad, sin asistencia médica, sin escolarizar, sin hogar ni recursos, también hay «ángeles». La familia de Atanas Rusev, el padre biológico de la niña búlgara encontrada en Grecia, ha declarado que «la piel clara y el pelo rubio de los niños son herencia de una abuela, ya fallecida, que era albina y tenía los ojos azules».