1891 fue uno de los mejores años para Oscar Wilde: terminó su drama «Salomé», publicó el libro de relatos «El crimen de Lord Arthur Saville» y el de cuentos «Una casa de granadas», la novela «El retrato de Dorian Gray» y el volumen de ensayos «Intentions», su obra maestra del pensamiento, donde se incluyen «El crítico como artista» y «La decadencia de la mentira», dos de sus estudios más controvertidos.
En "La decadencia de la mentira. Un comentario", que ahora publica la editorial Acantilado, Wilde elabora un razonamiento sobre el valor de una de sus más conocidas expresiones, aquella que afirma que «La Naturaleza imita al Arte». Wilde ampliaba esta afirmación a la Vida, de la que también decía que imitaba al Arte («la vida es el espejo del arte»). Wilde pone como ejemplo de que la Vida imita al Arte cuando un artista inventa un modelo que a continuación la Vida copia y reproduce en formato popular (la moda y el diseño serían ejemplos actuales). En la literatura se podrían citar numerosos casos de personas reales que imitan a aquellos personajes y aquellas acciones de las novelas que leen, como los suicidas tras la lectura del «Werther» de Goethe.
En cuanto a que la Naturaleza imita al Arte, Wilde lo justifica en el hecho de que, en realidad, cuando se contempla un paisaje o una puesta de sol, lo que hacemos es compararla con una obra de arte: cuando le instan a que vea un cielo glorioso, Wilde afirma que lo que ve es un Turner de segunda fila. La principal utilidad de una puesta de sol, afirma, es la de ilustrar las citas de los poetas.
Ambos conceptos, el de Vida y Naturaleza, están presentes en otras de las expresiones más conocidas de Oscar Wilde, como aquella en la que afirmaba que guardaba su genio para la vida y su talento para el arte.
En defensa de la mentira en el arte
«La decadencia de la mentira» se presenta como un diálogo entre dos amigos, Cyril y Vivian, sobre un artículo que este último (un alter ego del propio Wilde) escribe para la revista «Retrospective Review», publicada por los Hedonistas Fatigados, un club al que el articulista dice pertenecer. Tras una discusión sobre los beneficios de la Naturaleza, que defiende Cyril, Vivian expresa su opinión de que fue precisamente la imperfección de la Naturaleza lo que dio lugar a la aparición del Arte.
Un repaso a los títulos de la literatura actual nos informa de que algunas de las novelas de más éxito se inspiran en la realidad por la que atraviesa la sociedad contemporánea o en sus personajes, cuando no están directamente basadas en hechos reales. ¿Se trata de un retroceso de la imaginación aplicada al Arte?. En la obra de Wilde, Vivian defiende en su artículo la existencia de la mentira en el Arte. Afirma que su decadencia a favor de la realidad, como en la novela realista, supone una pérdida para la literatura, donde la exactitud perjudica la imaginación: «si no es posible hacer nada para controlar, o al menos modificar, nuestra monstruosa devoción por los hechos, el Arte se volverá estéril y la Belleza desaparecerá de la faz de la tierra», afirma Wilde en boca de Vivian.
Advierte que las novelas son tan parecidas a la vida misma que ya a nadie le parecen verosímiles. Por el contrario, lo que se espera de la literatura es la distinción, el encanto, la belleza y la capacidad creativa. El objeto del Arte no es la Verdad sino la Belleza: «los que no aman la Belleza más que la Verdad nunca accederán al santuario más secreto del Arte». Para Wilde, el auténtico objetivo del Arte es mentir, mostrar cosas bellas que no existen, porque ningún gran artista ve las cosas como son: si lo hiciera dejaría de ser artista. Es verdad que muchos escritores buscan a través de la literatura un cauce para la denuncia social, pero Vivian piensa que clamar contra los abusos de la vida contemporánea no es propio de un creador, sino más bien de un periodista o de un escritor de panfletos.
Según Wilde, la tendencia a sustituir la realidad por la imaginación es algo novedoso en el mundo del Arte. Desde la antigüedad, la mentira formó parte de las grandes obras, desde la Historia (de Herodoto a Carlyle los hechos reales ocupan un lugar subordinado o son excluidos) a la literatura (los cuentos de hadas, los libros de viajes fascinantes, la mitología). En la actualidad, los hechos están usurpando el territorio de la Fantasía y la Fábula y por eso hay que resucitar el viejo arte de la mentira, porque cuando el Arte renuncia a ser imaginativo renuncia a todo.