El calendario ha querido que esta despedida institucional a Trichet coincida con la cumbre más decisiva que van a celebrar los jefes de Estado y de gobierno de la UE en muchos años. De modo, que los halagos al jefe de la entidad monetaria europea se han mezclado con llamamientos a actuar rápidamente para que la crisis financiera no devore lo conseguido hasta ahora.
Pero la canciller Merkel ha vuelto a enfríar expectativas, al decir que «la cumbre del día 23 no será el punto final, sino un punto más y a él le seguirán muchos más». Es lo contrario de lo que estos días viene pidiendo el presidente de la Comisión Europea, DuraoBarroso: que los 27 ofrezcan una «solución urgente e integral a la crisis».
Pero ese Consejo Europeo se va desdibujando cada vez más. El presidente francés, Nicolas Sarkozy, viajó a Fráncfort para reunirse con los líderes europeos que asistían al acto, pero no ha habido declaraciones posteriores, ni siquiera retóricas.
Trichet, el hombre que rompió la ortodoxia
«Creo que el BCE ha hecho todo lo que ha podido para cumplir con sus responsabilidades en circunstancias excepcionales. La última barrera son, por supuesto, los gobiernos», decía Trichet hace unos días al Financial Times, a modo de resumen de su gestión. Este miércoles, el homenajeado lanzaba un mensaje a los 27 que no es nuevo: «La primera lección de la crisis es que debemos reforzar el gobierno a nivel europeo».
Han sido ocho años al frente de la institución monetaria europea en los que este ingeniero, que pasó por las escuelas más elitistas y fue gobernador del Banco de Francia, ha tenido que pelear con la crisis financiera más grave a la que se ha enfrentado la UE.
Partidario siempre de mantener un euro fuerte, firme en su línea de estabilidad, al final de su mandato ha tomado las decisiones más polémicas para sortear la crisis de deuda y se ha ganado las peores críticas de su mandato. La compra de bonos soberanos de países de la eurozona en riesgo, según algunos, se salía de las competencias del BCE; para otros, se actuaba demasiado tarde.
El miembro del Consejo ejecutivo del BCE, Jürgen Stark, y el que se perfilaba como su sucesor y anterior presidente del Bundesbak, Axel Weber, abandonaron sus cargos ante las políticas decididas por el propio Trichet.
También ha sido objeto de críticas su política para controlar la inflación y asegurar la estabilidad de precios enEuropa. Tipos de interés altos durante mucho tiempo en la eurozona, radicalmente bajos después y ahora en una línea de continuidad quealgunos políticos y observadores creen que no favorece la recuperación económica.
Pero Trichet, Premio Carlomagno por su europeísmo, ha sorteado opiniones y ha sabido mantener una línea de independencia frente a las presiones de los gobiernos, en la que ha combinado la ortodoxia y el pragmatismo. Esa independencia ha sido alabada hoy por los presidentes del Consejo Europeo, la Comisión Europea y el Eurogrupo.
El próximo 1 de noviembre, el italiano Mario Draghi le relevará al frente de la institución monetaria europea. Su perfil entra en la misma ortodoxia de Trichet y su perspectiva de actuación pasa por la continuidad.