Oficialmente inaugurada el miércoles, la carrera permanece abierta y todavía es difícil pronosticar quién ocupará la silla presidencial en el gubernamental Palacio de Arg, en Kabul, ocupada por Karzai desde 2001, justo después del derrocamiento del régimen del Talibán. Es probable que el poder político y económico que Karzai ha acumulado sea heredado por quien lo sustituya, sea cual sea su origen étnico.
Los pashtunes o patanes constituyen el mayor grupo étnico del país, entre el 40 y el 60 por ciento, seguidos por los tayikos, los hazaras y los uzbekos. No hay números exactos, y las condiciones étnicas a menudo se superponen. Entre los ocho candidatos, tres llevan la delantera. El primero es Ashraf Ghani Ahmadzai, académico, exfuncionario del Banco Mundial y ex ministro de Finanzas. El segundo, Abdullah Abdullah, ex ministro de Relaciones Exteriores y líder prominente de la Alianza del Norte, opositor al Talibán, y principal rival de Karzai en las disputadas elecciones de 2009. Y el tercero es Zalmai Rassoul, asesor del presidente en materia de seguridad nacional durante ocho años y ministro de Relaciones Exteriores entre 2010 y 2013. Se considera que Rassoul es el contendiente que cuenta con el respaldo de Karzai.
En la campaña se hacen muchas promesas: reconstruir la frágil economía, relanzar el proceso de paz con los grupos opositores armados y traer seguridad al país devastado por la guerra. Pero los contendientes parecen centrarse, por sobre todas las cosas, en la condición étnica.
«Los candidatos se basan en las afiliaciones étnicas, lingüísticas o religiosas porque no tienen ninguna fuente política de legitimación», señala Hamidullah Zazai, director gerente de Mediothek Afghanistan, una organización que promueve el pluralismo en los medios de comunicación. «Un candidato dice: 'Yo soy el representante tayiko, así que ustedes, tayikos, deberían votarme a mí'. Otro dice: 'Yo soy el representante pashtún, así que ustedes, pashtunes, deberían votarme a mí'. El atractivo étnico opaca lo que es más importante: programas, ideas, planes para nuestro futuro, que todavía son inciertos», agrega.
Aziz Rafiee, director de la Afghan Civil Society Forum Organisation cree que «en el proceso de votación hay cinco factores importantes: la condición étnica, la ubicación regional, el idioma, la rama religiosa y la afiliación política. Entre estos cinco criterios que dividen y a veces se superponen, muchos votantes todavía consideran que la condición étnica es lo más importante». Para garantizarse electorados más amplios, los candidatos también han definido el tablero político según parámetros étnicos.
Zalmai Rassoul, considerado un candidato débil que no cuenta con el apoyo del dominante sistema de poder de Karzai, ha elegido como compañero de fórmula al tayiko Ahmad Zia Massoud, hermano de Ahmad Shah Massoud, el simbólico comandante de la Alianza del Norte antes de que lo asesinaran en 2001. Y como segundo vicepresidente propone a Habiba Sarabi, una hazara, exgobernadora de la provincia de Bamiyan.
Rassoul no habla pashtún con fluidez, y muchos afganos no lo consideran un pashtún «real». Fue entusiasta al anunciar el apoyo tanto de Qayum Karzai, hermano mayor del presidente (con un enorme electorado en el sur del país, dominado por los pashtunes), como de Nader Naeem, hijo de Mohammad Zahir Shah, el último rey de Afganistán (1933-1973).
Abdullah es una mezcla de tayiko y pashtún, pero lo ven como tayiko debido a su destacado rol dentro de la Alianza del Norte, dominada por esa etnia. «Al elegir para vicepresidente al pashtún Mohammad Kan, asumió una opción interesante», explica el investigador Fabrizio Foschini, de la Afghanistan Analysts Network. «Mohammad Kan es miembro de la rama política del partido Hezb-e-Islami, y gracias a él Abdullah puede compensar su debilidad en el sur y sureste del país», añade.
Sin embargo, según Foschini, la fortaleza real de Abdullah es su segundo candidato vicepresidencial, Mohammad Mohaqeq, un hazara que puede garantizarse una gran cantidad de votos en las áreas centrales. Algunos creen que Abdullah está perdiendo terreno, mientras que Ahmadzai lo está ganando.«Ghani (Ahmadzai) tuvo un destello de genialidad al seleccionar para vicepresidente al general (Abdul Rashid) Dostum», explica Foschini. «Mientras los votos de los hazaras y los tayikos están muy fragmentados, los de los uzbekos irán prácticamente por completo para Dostum. Antes de que Ghani lo eligiera, nadie jamás habría imaginado que un uzbeko podía aspirar al segundo puesto», agrega.
Para ser aceptado como compañero de fórmula, al uzbeko Abdul Rashid Dostum –poderoso señor de la guerra en el norte en los años 90 y fundador del partido Jombesh, el Movimiento Nacional Islámico de Afganistán– «Ghani le pidió que se disculpara por sus crímenes del pasado, y esto es algo revolucionario», señala el exparlamentario Mir Ahmad Joyenda, actual subdirector de la Afghanistan Research and Evaluation Unit, una organización no gubernamental con sede en Kabul. Joyenda dice que la condición étnica todavía juega un rol importante en el paisaje político afgano, pero cree que las cosas están cambiando.
«En los últimos 12 años hemos visto cambios, mayoritariamente en las principales ciudades. Hay personas –especialmente los jóvenes– que están interesados en votar a un candidato que ofrece programas efectivos», añade. Rafiee, de la Afghan Civil Society Forum Organisation, coincide. «Podemos decir que los afganos están actuando de un modo más político en comparación con las elecciones de 2005 y 2009. La gente no votará al cien por cien según parámetros étnicos. Lo más importante es que el pueblo –particularmente la sociedad civil– ha presionado a los candidatos para que presenten plataformas articuladas».
El próximo presidente afgano será elegido principalmente en base al equilibrio étnico de la votación, «pero los muros étnicos y religiosos se irán demoliendo lentamente», explica Zazai, de Mediothek Afghanistan.