Diferencias marítimas y por el agua han desatado enfrentamientos entre Israel y Jordania, India y Pakistán, Egipto y Etiopía, Palestina e Israel, y Bolivia, Perú y Chile.
Tomando el relevo de la ONU, el Instituto Internacional del Agua de Estocolmo (SIWI, por sus siglas en inglés), organiza esta semana una reunión bajo el tema «Cooperación en la esfera del agua: construyendo sociedades».
Esta vigésimo tercera reunión anual en la capital de Suecia, a la que asisten más de 2.500 delegados, concluirá este viernes 6.
Dando una nota optimista, el director ejecutivo del SIWI, Torgny Holmgren, dice que, históricamente, el agua ha sido en más ocasiones fuente de cooperación que de conflictos. Señala que en los últimos 50 años, ha habido casi 2.000 interacciones entre países por causa del uso de cuencas fronterizas, de las cuales solo siete implicaron violencia y el 70 por ciento fueron cooperativas.
«Creo que la situación futura dependerá mucho de nuestra capacidad para afrontar el desafío de la demanda de agua», dice Holmgren, exembajador y jefe del Departamento para Desarrollo de Políticas en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Suecia.
«Resultará fácil cooperar si somos capaces de incrementar la productividad hídrica de tal manera que podamos liberar nuestros recursos a la vez que protejamos nuestro ambiente, por tanto asegurando la sostenibilidad de la oferta, permitiendo nuevos tipos de uso y nuevos usuarios», indica.
Pero «si no podemos manejar la demanda y la administración del agua se parece más a un juego de suma cero, entonces será todo un desafío evitar un conflicto», añade.
Por su parte, Irina Bokova, directora general de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), la agencia del foro mundial que supervisa el IWYC, señala que existen numerosos ejemplos de que las aguas fronterizas pueden ser fuente de cooperación y no de conflicto.
Entre 1820 y 2007 se firmaron casi 450 acuerdos sobre aguas internacionales, 90 de los cuales establecen la administración conjunta de cuencas en el continente africano, nos indicó en una entrevista en marzo pasado.
Según la organización WaterAid, con sede en Londres, cerca de 768 millones de personas viven sin agua potable en el mundo, alrededor de una de cada ocho. Otras 2.500 millones no tienen acceso a saneamiento.
Los servicios de inteligencia de Estados Unidos han presentado un escenario sombrío para el futuro inmediato: pueden darse enfrentamientos étnicos, tensiones regionales, inestabilidad política e incluso asesinatos en masa debido a conflictos por el agua.
En los próximos 10 años, «muchos países importantes para Estados Unidos seguramente experimentarán problemas de agua (escasez, mala calidad o inundaciones) que contribuirán a los riesgos de inestabilidad y de fallos del Estado, así como a mayores tensiones regionales», señala la Evaluación Nacional de Inteligencia divulgada en 2012.
Mientras, en un informe conocido este lunes, SIWI señala que, en un mundo donde la población crece rápidamente y en forma paralela la demanda de agua, «es imposible ignorar el hecho de que todos dependamos de los mismos recursos finitos». Subraya que «La cooperación entre los sectores es fundamental si queremos compartir y administrar exitosamente nuestro recurso más precioso».
El problema de los recursos hídricos no es algo que solo pueda ser resuelto por expertos, señala el informe titulado «Cooperación para un mundo sabio con el agua: sociedades para un desarrollo sostenible».
«Necesitamos cooperar con actores externos al sector del agua, fortalecer la colaboración entre las diversas instituciones que toman decisiones, entre los sectores privado, público y cívico, así como entre actores que trabajan en investigaciones, políticas y prácticas», dice Holmgren y añade «Solo a través de asociaciones sólidas y con visión de futuro podemos alcanzar un mundo sabio en el uso del agua».
Al hablar ante delegados este lunes, el vicesecretario general de la ONU, Jan Eliasson, sostuvo que alcanzar una sólida y justa administración del agua constituye «una enorme tarea y es un claro imperativo para todos nosotros». «No tenemos tiempo que perder». El plazo para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo de la ONU para el Milenio (ODM), en 2015, se acerca rápidamente, señaló.
Desde la adopción de los ODM en 2000, las tasas mundiales de pobreza se redujeron a la mitad, 200 millones de habitantes de suburbios mejoraron su calidad de vida y los índices de matriculación aumentaron drásticamente. «Y el año pasado pudimos anunciar que el mundo había alcanzado la meta de un mejor acceso a fuentes de agua», dijo Eliasson.
Pero la calidad de gran parte del agua aún no cumple con los estándares de la Organización Mundial de la Salud, advierte. Uno de los principales factores que afectan negativamente es la falta de saneamiento.
La meta referida al saneamiento es una de las que está más rezagadas. Más de 2.500 millones de personas en todo el mundo carecen de servicios adecuados, esto es, más de un tercio de la humanidad, dijo Eliasson.
Holmgren dijo que el agua y el saneamiento debían constituir uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que se adoptarán a partir de 2015 una vez vencidos los ODM.
«Creo que necesitamos una meta de los ODS dedicada al agua, que subraye tanto el papel productivo como protector de la administración de los recursos hídricos».
Además, señaló, deben contemplarse las íntimas conexiones entre el agua, la alimentación, la energía, la seguridad, la biodiversidad y otros temas.