En 1989 llegó a un hotel de Pekín un paquete muy especial. Contenía un lote de algas verdeazules destinadas a pasar cinco días en el espacio, en una cápsula. Era el comienzo del proyecto MELISSA, dirigido por la ESA. Las algas sobrevivieron a su viaje alrededor del mundo, y un cuarto de siglo después se está instalando en Barcelona un ecosistema completamente cerrado que albergará seres vivos casi sin la entrada de recursos del exterior, o de generar residuos.
MELiSSA, acrónimo en inglés de Sistema de Soporte Vital Micro-Ecológico Alternativo, investiga la manera de producir comida, agua y oxígeno en las misiones tripuladas de larga duración, con suministros limitados. El objetivo es dar soporte a la exploración tripulada del Sistema Solar, así como aportar respuestas a los acuciantes retos que se plantean también en la Tierra.
Una nueva instalación está siendo puesta a punto ahora en Barcelona, para demostrar que es posible producir alimentos, aire y agua mediante procesos biológicos, sin apenas residuos ni la entrada de recursos externos.
«Esta instalación de alta tecnología cumple los estándares de calidad más exigentes», dice Christophe Lasseur, Jefe de Proyecto de la ESA. «Lo que hacemos es la esencia del desarrollo sostenible: reciclaje, recuperación del agua y ecología industrial».
«En este momento estamos preparando experimentos para la Estación Espacial Internacional».
El astronauta de la ESA Andreas Mogenssen volará en mayo en una misión de 10 días, y se llevará aperitivos de proteínas elaborados con el alga Spirulina. Poco después, el astronauta de la ESA Tim Peake ensayará en la Estación un biorreactor que demostrará el uso de algas en sistemas de soporte vital. Las algas tienen potencial para generar tanto aire respirable como alimentos para los astronautas.
En el transcurso del proyecto MELiSSA se han generado empresas spin-off dedicadas a purificar el agua con escaso gasto energético, mejora del proceso de fabricación de vino y creación de nuevos alimentos para astronautas. «Es una muestra de que hacemos las cosas bien», dice Franco Ongaro, director de Gestión Técnica y de Calidad de la ESA.En el programa trabajan científicos de numerosas disciplinas, además de implicar a una amplia comunidad de compañías, universidades y centros de investigación de todo el mundo. El proyecto ha generado ya más de 200 trabajos en revistas científicas.
Si bien MELiSSA está destinado a dar soporte a los astronautas en las misiones de larga duración, algunos de sus resultados se disfrutan ya en la Tierra. Los sensores de biomasa desarrollados para MELiSSA están siendo aprovechados por los vinateros, así como los sistemas de purificación de agua, entre otros desarrollos.
«Nosotros miramos hacia el futuro. Démosle a MELiSSA otros 25 años», concluye Christophe.