«Panamá me daba estabilidad económica y era muy seguro. También vine escapando de la violencia que existe en mi país de origen», nos cuenta el graduado en Ciencias Sociales que se desempeña como guía de turismo, mientras junta ahorros para mejorar su estatus migratorio.
Padrón personifica de alguna manera la migración intrarregional, un fenómeno creciente que atestigua entre otros cambios los avances económicos de algunas naciones del área, aunque permanece opacado por el gran peso como destino de Estados Unidos para la migración latinoamericana.
Entre los migrantes dentro de la región predominan los jóvenes y mujeres. También el grupo de los profesionales y estudiantes han comenzado a optar por naciones vecinas emergentes en la economía, política y sociedad en detrimento de Europa y Estados Unidos, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
Actualmente se registran 7,6 millones de inmigrantes en la región, de los cuales 3,7 millones proceden del área, equivalentes al 63 por ciento del total, de acuerdo con el informe «Tendencias y patrones de la migración latinoamericana y caribeña hacia 2010 y desafíos para una agenda regional», publicado a fines de 2014 por la Cepal.
Padrón, de 29 años, también lavó automóviles e hizo otros trabajos temporales, pero confía en que pronto mejorará su situación «porque Panamá tiene métodos de regularización y legalización de inmigración, además está en movimiento con sostenidos crecimientos económicos cada año».
La Cepal pronostica que este año habrá una desaceleración económica regional, pero que Panamá encabeza el puñado de países que prevé que mantendrá un alto nivel de expansión de su producto interior bruto (seis por ciento), seguida de Antigua y Barbuda (5,4 por ciento) y Bolivia, Nicaragua y República Dominicana (cinco por ciento).
En particular, América del Sur tendría este año una tasa de crecimiento en torno a cero, con el riesgo de que comience el retorno a la pobreza de las grandes capas de la población que pasaron a engrosar la clase media, gracias a masivas políticas sociales al amparo de la bonanza económica.
Entre otras razones, fue por esos avances que en el período 2000-2010 los intercambios intrarregionales se aceleraron a un ritmo anual del 3,5 por ciento, por encima del uno por ciento registrado durante los 20 años precedentes, indica el estudio sobre los desafíos a afrontar por los gobiernos en materia migratoria.
Argentina, Venezuela, Costa Rica y República Dominicana son los mayores receptores de los flujos migratorios intrarregionales. Los principales éxodos suceden de Haití a República Dominicana, de Nicaragua a Costa Rica y de Colombia a Venezuela, mientras que Argentina y sus pioneras leyes migratorias atraen a vecinos de Paraguay y Bolivia.
Incluso los emigrantes cubanos, que trazan diferentes rutas para llegar a Estados Unidos donde tienen garantizada la residencia por la Ley de Ajuste Cubano, de 1966, tienen una presencia creciente en Ecuador, México y Venezuela.
En tanto que Brasil y México constituyen la excepción con una población inmigrante dominada en el 70 y 86 por ciento, respectivamente, por personas de fuera de la región. En el caso brasileño predominan los inmigrantes europeos y en el mexicano los estadounidenses.
Estados Unidos sigue siendo el mayor destino migratorio y acoge 20,8 millones de los 28,5 millones de latinoamericanos que viven fuera de sus países. Le sigue España, destino del ocho por ciento y Canadá. La migración intrarregional representa el 15 por ciento del total.
Un cóctel de reducción de la pobreza, incremento del empleo formal y estabilidad política en América Latina, junto a la crisis financiera en el Norte industrial y el endurecimiento en sus países de las políticas de ingreso y el clima xenófobo, colocan a la región como una alternativa temporal o permanente para los emigrantes.
Incluso personas de países europeos golpeados por la crisis, sobre todo de España, ven una puerta de escape en América Latina, como lo demuestra un estudio publicado el 5 de este mes por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
Desde 2010 el flujo migratorio europeo-latinoamericano pasó a ser positivo para esta región, que en 2012 acogió 181.166 europeos, mientras solo 119.000 latinoamericanos se trasladaron a Europa, según el documento de la OIM «Dinámicas migratorias entre América Latina y el Caribe (ALC) y entre ALC y la Unión Europea».
Marcada por la acelerada feminización y la persistencia de discriminación en los países vecinos de acogida, la franja de migrantes intrarregionales se insertan en sociedades con altos déficits de equidad, en la considerada región más desigual del mundo.
«Lo principal durante los primeros meses es saber agachar la cabeza y nunca perder de vista el objetivo: buscar con coraje oportunidades para una y su familia porque en Colombia es muy difícil conseguir trabajo», nos dijo la joven de 20 años Andrea Aguirre, una colombiana que trabaja de limpiadora en un hotel de Ciudad de Panamá. Ella pone su esperanza en que en un futuro pueda hacer valer su título universitario de Negocios Internacionales.
Pero por ahora su preocupación es no caer en la pobreza que afecta, según cifras oficiales, al 25,8 por ciento de la población panameña de casi cuatro millones, a la que no llega la prosperidad concentrada en el centro financiero y la actividad asociada al canal interoceánico, cuya ampliación está por culminar.
Otro obstáculo está en la discriminación por género y nacionalidad, que pesa sobre los inmigrantes. «Siempre se tienen choques porque algunas personas creen que todas las mujeres colombianas son prostitutas y los hombres, narcotraficantes», lamenta Aguirre.
Según el informe de la Cepal, los movimientos intrarregionales alertan en los países latinoamericanos sobre el fenómeno de los indocumentados y la protección de los derechos humanos de los inmigrantes, un tema analizado hasta el momento desde la segregación sufrida por los latinoamericanos en naciones industrializadas de acogida.
También llama a lograr enfoques comunes para enfrentar situaciones de vulnerabilidad de las personas migrantes en espacios como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), que amplíen y continúen iniciativas de facilitación migratoria aportadas por el Mercado Común del Sur (Mercosur), la Comunidad del Caribe (Caricom) y la Comunidad Andina.
Otros nuevos derroteros que según la Cepal requieren creciente observación son los desplazamientos a causa de desastres naturales y los efectos del cambio climático.