En la clausura de la cumbre, tanto el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, como el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, se mostraron «decepcionados» con la ausencia de los gobernantes de los países más poderosos.
Ambos reiteraron su llamamiento a la solidaridad para ayudar a las personas más vulnerables, pero ninguno pudo dar señal alguna de esperanza a los 130 millones de personas que son víctimas de conflictos y desastres naturales.
La ausencia de los gobernantes del G-7 y de los países del Consejo de Seguridad «no es una excusa para la inoperancia», apuntó Ban. Los recursos necesarios para salvar la vida de decenas de millones de seres humanos representan solo el uno por ciento del gasto militar mundial, añadió.
Ban no expresó ningún optimismo respecto a que pronto terminen las guerras de Siria, Yemen y Sudán del Sur, entre otros conflictos, y recordó que todos los años, la ONU organiza una conferencia de donantes y que «los países se han cansado de eso». Así mismo subrayó que el actual 80 por ciento de los recursos humanitarios del foro mundial se gastan en crisis provocadas por los seres humanos.
Por su parte, Erdogan reiteró veladas amenazas a la Unión Europea al decir que si el bloque no cumple con sus acuerdos con Ankara, la «ley de repatriados», es decir refugiados deportados de los países de la UE a Turquía, podría no ser aprobada por el parlamento turco.
La UE, en el acuerdo que selló en marzo con Ankara, prometió a Turquía 3.000 millones de dólares en 2017, que se agregan a una suma igual prometida en 2015, para que este país reciba a los refugiados que lleguen a Europa.
Por su parte, la UE autorizará la entrada de ciudadanos turcos a los países miembros del bloque sin visado, aunque la medida no se implementará en breve porque ahora sr ha añadido una larga serie requisitos que deberá cumplir Turquía antes de implementar la exoneración.
Un fracaso político anticipado
Autoridades de 173 países, entre ellos 55 jefes de estado y de gobierno, se comprometieron a dar más de sí para ayudar a los 130 millones de personas que padecen los conflictos y los desastres naturales.
Pero las organizaciones humanitarias se preguntan con escepticismo si esos anuncios derivarán en compromisos efectivos y si los fondos esperados se utilizarán de forma correcta.
Jan Egeland, secretario general del Consejo Noruego para Refugiados (NRC) una gran organización con más de 5.000 trabajadores humanitarios en 25 países, fue una de las voces más contundentes al respecto.
La asistencia humanitaria no logra proteger a la población civil de la violencia, observó Egeland, quien añadió que la ayuda debe ser más eficiente y más rentable para no fallarle a quienes más la necesitan.
Según Egeland, la asistencia humanitaria no llega a miles de víctimas en situación de enorme vulnerabilidad. «En Faluya, Iraq, actualmente hay más de 50.000 civiles asediados y a merced del Estado Islámico (EI)», señaló como ejemplo. «Nadie les ayuda, nadie llega hasta ellos», alertó. «El gobierno iraquí no los ayuda y las organizaciones humanitarias no tienen acceso», remarcó.
Hay miles y miles de personas como ellos en situaciones extremas, a las que nadie accede. En Yemen, precisó Engeland, hay 20 millones de civiles con necesidades acuciantes; además, las coaliciones respaldadas por países occidentales atacan a poblaciones civiles.
Egeland dijo que tiene esperanzas de que los gobernantes se pregunten si por lo menos pueden dejar de distribuir armas, de dar dar dinero a los grupos armados que sistemáticamente violan las leyes humanitarias y bombardean hospitales y escuelas y abusan de mujeres, niños y niñas.
Los combatientes, ya sean fuerzas regulares, rebeldes, insurgentes u opositores, siguen consiguiendo armas que utilizan para hacer explotar hospitales y matar civiles, alertó. «Pongamos en la lista negra a ese grupo armado, a ese ejército y a ese gobierno», dijo.
«Faltan gobiernos que también digan que respetarán el derecho humanitario y la Convención de la ONU sobre los Refugiados, mantendrán las fronteras abiertas y otorgarán derecho al sacrosanto asilo», subrayó Egeland.
El secretario general de (NRC) subrayó que «todas las fronteras deberían estar abiertas (…) en Europa, en el Golfo y en Estados Unidos».
“Como europeos, cuando iniciamos la convención sobre los refugiados sentimos realmente que el asilo era importante cuando lo necesitamos. ¿Por qué ahora no creemos que siga siendo igual de importante cuando somos los destinatarios de las solicitudes de asilo?”, preguntó a la audiencia.
Desde 2011 a 2013, Egeland fue director para Europa de la organización de derechos humanos Human Rights Watch antes de integrarse al NRC, donde asumió como secretario general en agosto de ese año. En 2006, la revista Time lo distinguió entre las 100 «personas más influyentes del mundo».
«Se necesitan muchos más recursos (…), pero no resolverán el problema», alertó Francesco Rocca, vicepresidente de la Federación Internacional de las Sociedades de la Cruz Roja y la Media Luna Roja.
En representación de 190 sociedades de la Cruz Roja y la Media Luna Roja, Rocca reclamóa más apoyo para fortalecer a los actores locales y nacionales, que son la clave de la solución.
«Fortalecer la capacidad local y nacional tendrá un impacto», destacó. «Y los escasos recursos se han canalizado a través de actores locales clave o se invirtieron en sus capacidades a largo plazo», apuntó.
El presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja, Peter Maurer, alertó: «cuanto menos ayudemos en las zonas de conflicto, más personas se desplazarán», y «colocarlas en campamentos no es una solución».