La Cumbre Humanitaria Mundial, realizada en la ciudad turca de Estambul el 23 y 24 de este mes, significó un esfuerzo sin precedentes para las agencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), los países miembros y cientos de organizaciones no gubernamentales que lanzaron un proceso de consultas con más de 23.000 actores, con el fin de retratar el drama humanitario actual.
Acordaron un 'gran pacto' con el fin de colocar más recursos en las manos de quienes más los necesitan y son víctimas de crisis que no causaron. La cumbre también logró un apoyo unánime para las cinco responsabilidades fundamentales, que contribuirán a aliviar el sufrimiento humano, a prevenirlo y hasta terminarlo.
Alrededor de 9.000 participantes de 173 países, entre ellos 55 jefes de Estado y de gobierno y cientos de otros actores clave, alertaron sobre el agravamiento de las crisis actuales y lanzaron fuertes llamamientos a la acción para evitar que en cualquier momento explote la 'bomba humanitaria'.
Además, los gobernantes del Grupo de los Siete (G7) países más industrializados y de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU permanecieron al margen de la primera cumbre humanitaria, limitando su presencia a delegaciones con funcionarios de menor jerarquía.
La significativa ausencia de los dirigentes políticos de los países más ricos y poderosos envió una señal negativa generando una gran frustración dados los gigantescos esfuerzos realizados por la ONU para preparar la cumbre y movilizar las conciencias, por no mencionar a los millones de personas más vulnerables, presas de dramas humanos que no crearon.
De hecho, el mayor flujo de refugiados es el resultado de guerras, no solo en Afganistán e Iraq, ambos sometidos a grandes operaciones militares encabezadas por coaliciones del G7, pero también del conflicto armado en Yemen, con apoyo de Estados Unidos y Europa, y en Siria, donde los miembros del Consejo de Seguridad, salvo China, suministran armas a las partes enfrentadas desde hace seis años.
Otras víctimas del actual drama humanitario son los 'refugiados climáticos', quienes escapan de la amenaza de la muerte que significan las sequías, las inundaciones y otros desastres sin precedentes, derivados del cambio climático, cuyos principales responsables son los países más industrializados.
La única excepción fue la canciller alemana Angela Merkel, quien participó en la cumbre, aunque se dice que viajó a Estambul a reunirse con el presidente turco Recep Tayyib Erdogan para tratar de aliviar la creciente tensión entre Ankara y la Unión Europea (UE), por acusaciones mutuas de no cumplir con el acuerdo de deportación de refugiados que concretaron en marzo.
En resumen, el acuerdo UE-Ankara convierte a Turquía en un gran 'depósito' de millones de personas que huyen de guerras y otros desastres causados por las actividades humanas y que pretenden llegar a Europa.
A cambio, Ankara recibe de la UE 3.000 millones de euros al año para financiar la manutención, alojamiento y alimentos, de tres millones de refugiados que ya están en su territorio. El bloque también prometió autorizar la entrada de ciudadanos turcos a los países miembro sin visado.
Pero al final de la cumbre, Erdogan lanzó una amenaza a la UE al declarar que si no implementa su parte del acuerdo, el parlamento turco no ratificará la ley para que reciba a esas personas.
Es decir que Turquía no solo dejará de recibir 'retornados', sino que abrirá sus fronteras a los refugiados y a otros millones de persona que pasan por su territorio rumbo a los países de la UE. La 'bomba humana' está activada en las mismas puertas de Europa.
Pero a pesar de los reveses, la cumbre de Estambul fijó un nuevo rumbo. «No es un punto final, es un punto de inflexión», dijo el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, al cierre del encuentro.
Los gobiernos, las personas perjudicadas por las crisis, organizaciones no gubernamentales, el sector privado y agencias de la ONU, entre otros socios, se juntaron y expresaron su apoyo a la Agenda para la Humanidad y sus cinco responsabilidades fundamentales, destacó.
«Es necesario implementar esta agenda si queremos que las personas vivan con dignidad y prosperidad, y cumplir con los históricos acuerdos de la Agenda de Desarrollo Sostenible y el del cambio climático», remarcó, refiriéndose al Acuerdo de París.
«Los gobiernos se comprometieron a hacer más para prevenir conflictos y construir la paz, respetar el derecho humanitario internacional y cumplir con su compromiso hacia la Carta de la ONU», recordó.
Ban también anunció que en septiembre de este año informará a la Asamblea General de la ONU los logros de la cumbre y presentará propuestas para «promover nuestros compromisos mediante procesos intergubernamentales, foros interagencias y otros mecanismos».
El resumen del presidente de la cumbre «De pie por la humanidad: compromiso para la acción», divulgado al final del encuentro de dos días señala: «los conflictos y las guerras civiles elevan a un grado sin precedentes el sufrimiento y las necesidades humanitarias, y las graves violaciones al derecho humanitario internacional y los abusos a los derechos humanos son alarmantes; poblaciones enteras quedan sin los suministros básicos que necesitan con desesperación».
También precisa que los desastres naturales, exacerbados por los efectos del cambio climático, perjudican a un número mucho mayor de mujeres, hombres, niñas y niños, socavando los logros en materia de desarrollo y poniendo en riesgo la estabilidad de países enteros. «Al mismo tiempo no hemos podido generar los recursos para hacer frente a esas tendencias alarmantes, y se necesitan más fondos humanitarios directos y previsibles», alerta la declaración.
«La cumbre permitió concentrar la atención mundial en la dimensión de los cambios que se necesitan si pretendemos atender los desafíos que tenemos por delante. Los participantes hicieron énfasis en que la asistencia humanitaria no alcanza para atender de forma adecuada ni reducir de manera sostenible las necesidades de las 130 millones de personas vulnerables», destacó.
Se requiere de un nuevo enfoque coherente si pretendemos hacer frente a las causas de raíz, aumentar la diplomacia política para la prevención y la resolución de conflictos y aunar esfuerzos humanitarios para el desarrollo y para construir la paz, añade.
«Los gobernantes del mundo reconocieron la centralidad de la voluntad política para prevenir y poner fin a los conflictos de forma efectiva, para hacer frente a las causas de raíz y reducir la fragilidad y fortalecer la buena gobernanza», indicó.
«Prevenir y resolver conflictos sería el mayor aporte que podrían hacer los gobernantes para reducir las abrumadoras necesidades humanitarias. La acción humanitaria no puede substituir a la acción política».