Esther Herrera / Bruselas
Un debate animado, poco flexible, pero en que los candidatos a presidir la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker (PPE), Martin Schulz (S&D), Guy Verhofstadt (ALDE), Ska Keller (Verdes) y Alexis Tsipras (Izquierda Europea) se han movido con mucha fluidez unos, con no tanta otros, pero en los que todos han tenido momentos estelares. La sorpresa la ha dado el momento en que les han preguntado a los candidatos sobre las consultas en Cataluña y Escocia.
El debate soberanista en Cataluña no es un debate interno, porque al igual que en Escocia -cuyo referéndum está previsto en otoño, se declare independiente-, la UE deberá pensar como lidiar con millones de habitantes europeos que pueden dejar de serlo. Ska Keller ha sido la más contundente y ha asegurado que cree en la autodeterminación de los pueblos y que si llega a ser Presidenta del Ejecutivo comunitario acogería a las regiones que se independicen en la UE.
Por su parte Tsipras también ha asegurado que cree en la «autodeterminación de los pueblos», pero cree que una posible solución es «la creación de Estados federales», «similar al modelo que está desarrollando Ucrania». Una comparación sin embargo, desafortunada por el grado que diferencia los casos. Aunque el Ministro Margallo crea en tal paralelismo también.
Los candidatos estaban dispuestos de forma aleatoria, aunque el líder griego se encontraba en el extremo izquierdo, y como novedad, ha podido escoger su lengua para comunicarse con los electores: Tsipras ha preferido el griego y Juncker el francés. Al candidato luxemburgués se le ha visto más cómodo que nunca, seguro, con mejores respuestas que en los anteriores debates y más relajado al poder hablar su lengua materna.
El más fuera del agua ha sido Tsipras, aunque cargando contra la austeridad que asola el sur de Europa: «Soy griego», se ha presentado, y ha rechazado que si llega a ser Presidente de la Comisión, «la Troika desaparecerá de las instituciones». Ha aseverado que no quiere una Europa en que los dirigentes han tratado a Grecia como una «cobaya».
Schulz ha seguido mostrándose fuerte, intentando convercer de que él quiere ser el Presidente de la Comisión que traiga trabajo, y tener un Ejecutivo con paridad de género: «El próximo Presidente de la Comisión Europea está frente a usted», le ha espetado el alemán a la periodista.
El ex presidente de la Eurocámara ha demostrado su sentido del humor, del mismo modo que su amigo, el candidato de los liberales Guy Verhofstadt, que ha vuelto a descubrir su lado más europeísta y federal, del que se ha intentado desvincular en los últimos debates pero que hoy ha vuelto a salir. Y lo ha hecho recordando a Jacques Delors, ex presidente de la Comisión y máximo ideólogo del Mercado único. Y le ha hecho un guiño a Schulz: «Un socialista muy listo, por cierto, Martin».
Todos han querido apostar por la lucha contra el paro juvenil y la creación de trabajo. Por su parte, Keller ha reiterado su objetivo por las energías renovables y la creación de empleo y una Europa más social. «No queremos una Europa para los bancos», ha afirmado en declaraciones posteriores a los medios.
La puesta final al Eurodebate, excitante en el hemiciclo en Bruselas, ágil y dispuesto a ser la guinda al pastel cuando solo faltan 10 días para conocer el partido ganador, el reclamo del fin del secuestro de las más de 200 niñas en Argelia por el grupo islamista Boko Haram, seguido de una gran ovación del público.
Los temas tratados no ha diferido respecto a los anteriores pero ha sido distinto por su puesta en escena. Los candidatos, sabedores que tienen cada vez más en juego, han mostrado qué es lo que los diferencia de los demás. No está claro aún, pero la buena sintonía entre Keller y Schulz podría aventurar futuras coaliciones, aunque ALDE podría ser la clave. Todos los candidatos han coincidido en que estas elecciones serán decisivas, sólo falta que lo hayan sabido transmitir a los 400 millones de europeos que están llamados a las urnas.