La AOD neta como porcentaje del ingreso nacional bruto fue del 0,29 por ciento, también a la par de 2013. Sin embargo, la ayuda bilateral, que equivale aproximadamente a dos tercios de la asistencia total, a los países de menor desarrollo se redujo en un 16 por ciento en términos reales, a 25.000 millones de dólares, según los datos provisionales de la OCDE.
El CAD está integrado principalmente por países europeos, además de la Unión Europea como miembro de pleno derecho, Australia, Canadá, Corea del Sur, Estados Unidos, Japón y Nueva Zelanda.
Cinco de los 28 países miembros del CAD, Dinamarca, Gran Bretaña, Luxemburgo, Noruega y Suecia, continúan superando el 0,7 por ciento de su ingreso nacional bruto, la meta que la Organización de las Naciones Unidas fijó para la AOD, mientras que 13 países declararon un aumento de la ayuda neta, con los mayores incrementos dados en Alemania, Finlandia, Suecia y Suiza.
Por otro lado, 15 países miembros del CAD declararon una ayuda inferior a la de 2013. Los mayores descensos se produjeron en Australia, Canadá, España, Francia, Japón, Polonia y Portugal.
«La AOD sigue siendo crucial para los países más pobres y hay que revertir la tendencia de disminución de la ayuda a los países de menor desarrollo. Los ministros de la OCDE se comprometieron recientemente a proporcionar más asistencia para el desarrollo a los países más necesitados. Ahora tenemos que asegurarnos de cumplir con ese compromiso», declaró el presidente del CAD, Erik Solheim.
En reacción a las últimas cifras que divulgó el CAD para Europa, la organización humanitaria Oxfam señaló que «el liderazgo de un puñado de países está ocultando el incumplimiento de las promesas de ayuda exterior de la mayoría de los gobiernos europeos», ya que el estancamiento de la ayuda deja a millones de personas pobres en riesgo.
«En tiempos de expansión de los desafíos para los más pobres del mundo, es sorprendente que la ayuda europea al extranjero se haya estancado», observa Hilary Jeune, asesora política de Oxfam.
«Este panorama sería peor si no fuera por el liderazgo de un puñado de países como Gran Bretaña, Suecia, Luxemburgo y Dinamarca, que ocultan el mal desempeño de la mayoría. Los países ricos, como Francia y Austria, no lograron mantener sus compromisos con la población más vulnerable del mundo», afirma.
Francia ha reducido su presupuesto de ayuda por cuarto año consecutivo y el gasto correspondiente de España está en su nivel más bajo desde 1989, indica Oxfam. Alemania y Finlandia han avanzado, pero todavía no han alcanzado sus compromisos, mientras que Holanda ya no contribuye con el 0,7 por ciento de su ingreso nacional bruto.
«Los gobiernos europeos prometieron por primera vez el 0,7 por ciento de sus ingresos nacionales para ayudar a los países pobres cuando Richard Nixon era presidente de Estados Unidos y los Beatles estaban en los primeros lugares de las listas», en los años 70, agregó Jeune.
«En los 45 años transcurridos desde entonces, solo un puñado de países de la Unión Europea han cumplido esa promesa. Sin embargo, con unos mil millones de personas que aún viven en la pobreza y ahora que el cambio climático presenta enormes y nuevos desafíos de desarrollo, la necesidad de la ayuda exterior es mayor que nunca», subraya.
Oxfam ha pedido a la comunidad mundial que llegue a un acuerdo sobre nuevos y ambiciosos objetivos de desarrollo, así como un tratado para abordar el cambio climático este año, entre otros foros, en la tercera Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo l que se realizará en Addis Abeba, Etiopía, en julio.
En Etiopía, «los ministros de Finanzas de la UE deben demostrar un verdadero liderazgo por ser los primeros en volver a comprometerse a destinar el 0,7 por ciento del ingreso nacional a la ayuda exterior y señalar cómo van a cumplir con esta promesa, incluida la adopción de un calendario claro», exhorta.
Oxfam concluye diciendo que los funcionarios deben «poner dinero nuevo sobre la mesa procedente de sus presupuestos y de nuevas fuentes nuevas, como los impuestos a las transacciones financieras y el régimen de comercio de las emisiones de la UE, para ayudar a los países pobres a lidiar con los efectos devastadores del cambio climático»