«Con la iniciativa de aumentar la eficiencia y la producción de alimentos, Egipto tendrá que usar el agua y la tierra con inteligencia para producir alimentos», opina el acuicultor Malcolm Beveridge. «Tendría sentido juntar la acuicultura con la agricultura para aumentar la producción de alimentos por unidad de tierra y agua», explica.
Actualmente, se estudia la posibilidad de adoptar una acuicultura integrada, que es un enfoque holístico de producción de alimentos en que los desperdicios del cultivo comercial de una especie se reciclan como nutrientes y fertilizantes para otra. Los proyectos suelen consistir en el cultivo de varias especies acuáticas, pero el modelo sinérgico apunta a una mayor integración con la producción de peces, ganado y variedades agrícolas.
«Un enfoque integrado sería el próximo paso lógico para la acuicultura de Egipto, pues podría disminuir significativamente los requerimientos de agua al tiempo y aumentar los ingresos de los piscicultores», explica Beveridge.
La acuicultura ha experimentado un crecimiento explosivo en Egipto en las últimas décadas. La producción anual de peces se ha disparado de las 50.000 toneladas, a finales de los años 90, a más de un millón en 2013, superando la producción conjunta de los demás países de África y Oriente Medio.
La piscicultura como se practica mayoritariamente en Egipto, cavando simplemente un pozo y llenándolo de agua y peces, tiene grandes desventajas. Un viejo decreto establece que el agua del NIlo potable y la que se usa para irrigar tengan preferencia, lo que obliga a los proyectos de acuicultura a ubicarse en las aguas sucias río abajo. Eso contamina los peces y limita la productividad.
«Alrededor del 90 por ciento de la acuicultura de Egipto usa agua procedente del drenaje agrícola, llenas de pesticidas, líquidos cloacales y efluentes industriales», hace hincapié Sherif Sadek, gerente de Aquaculture Consultant Office, con sede en El Cairo.
«¿Por qué usamos primero el agua para la agricultura y luego la del drenaje para la acuicultura?», pregunta. «Debería ser al revés, usar primero el agua para la acuicultura y luego para irrigar los campos», señala.
La acuicultura integrada revierte el paradigma del uso del agua, con beneficios tangibles tanto para las piscifactorías como para los cultivos. La práctica todavía está en pañales en Egipto, pero varios proyectos han demostrado ya su viabilidad comercial.
En la granja El Keram, en el desierto al noroeste de El Cairo, los agricultores bombean agua para criar tilapias, luego la reciclan para los estanques donde crían peces gato. El líquido que drenan desde ahí, rico en nutrientes orgánicos, se usa para irrigar y fertilizar campos de tréboles. Luego, las cabras y las ovejas que pastan allí producen estiércol con el que se genera biogás para la calefacción de los tanques del criadero o los estanques en invierno.
«El proyecto ha demostrado cómo los agricultores que optaron por la acuicultura han aumentado la productividad y los ingresos de sus tierras que la salinidad había convertido en estériles, usando el mismo volumen de agua», explica Sadek.
Otros proyectos integrados en tierras desérticas consisten en cultivar especies acuáticas, como la corvina y las doradas, y dirigir las aguas residuales hacia estanques donde tienen tilapias rojas, que son tolerantes a una mayor concentración de sales.
Según Sadek, la salmuera de esos estanques también sirve para cultivar salicornias, plantas halofitas (con gran tolerancia a las sales), muy buscadas para la producción de biocombustible, forraje y como ingrediente gourmet de ensaladas
«La salicornia puede regarse con agua extremadamente salada y produce semillas y aceite, así como forraje para camellos y ovejas», puntualiza
Los especialistas aseguran que la acuicultura integrada ofrece una mayor eficiencia y requiere hasta un 70 por ciento menos de agua que los sistemas de producción no integrados. También es un método rentable de eliminar desechos, además de que permite a los agricultores más pobres ahorrarse la compra de fertilizantes.
Beveridge dice que las iniciativas de acuicultura de pequeña escala que no puedan adquirir los sistemas cerrados empleados en El Keram aún pueden beneficiarse de este modelo integrado gracias al que podrán cosechar productos comerciales todo el año.
«La acuicultura en Egipto tiene el problema de que el periodo vegetativo es relativamente corto», puntualiza. Entre diciembre y febrero, las temperaturas son demasiado bajas para sostener el crecimiento de los peces. Los agricultores que tratan de que estos hibernen suelen perder una gran cantidad de animales debido al estrés y las enfermedades, apunta.
Estudios piloto han demostrado que los piscicultores pueden capitalizar los nutrientes que se acumulan en el barro que cubre el fondo de los estanques donde crían los peces.
«La idea es que usted vacíe los estanques en noviembre, recoja sus peces y luego cultive trigo en su fondo, que se cosechará en marzo, antes de volver a llenar el área de rastrojos con agua y poner a los peces juveniles en ella», explica Beveridge.