En Alemania, una iniciativa única procura crear una red de diversidad e inclusión para futuros líderes de las comunidades minoritarias no blancas y con diferentes antecedentes culturales. El proyecto Network Inclusion Leaders (Red de Líderes de la Inclusión) ha realizado su segundo taller del 9 al 13 de este mes en Rathaus Schöneberg, en la capital alemana, donde John F. Kennedy pronunció su célebre discurso «Ich bin ein Berliner» (soy berlinés) frente a 400.000 personas en 1963.
El taller ha reunido a 15 talentosos catalizadores de entre 18 y 28 años de distintos orígenes, afroalemanes, turcos, kurdos, latinoamericanos y asiáticos de todo el país. Los participantes han mantenido intercambios con importantes personalidades de Alemania, Estados Unidos y Gran Bretaña, y conversado sobre los instrumentos para promover una agenda contra el racismo y a favor de la diversidad y las migraciones.
Entre los oradores han contado con Simon Woolley, director de Operation Black Vote (Operación Voto Negro, de Gran Bretaña), Mekonnen Mesghena, director de migraciones y diversidad de la Fundación Heinrich-Böll, con sede en Berlín, y Kwesi Aikins, responsable de políticas del Centro de Asuntos Sociales y Migraciones.
Han participado también Nuran Yigit, experta en iniciativas contra la discriminación e integrante del Consejo de Migraciones de Berlín-Brandenburgo, Terri Givens, profesora adjunta de la Universidad estadounidense de Austin y especialista en políticas raciales, y el profesor Kurt Barling, corresponsal especial de la cadena de radio y televisión BBC.
NILE es una creación de dos alumnos de la generación 2013 de la Red de Líderes de la Inclusión Transatlántica, del Fondo German Marshall: Gabriele Gün Tank, de 35 años, comisionada para Integración de Berlín, y Daniel Gyamerah, de 28 años, investigador y activista, además de director de Each One Teach One (Cada uno le enseña a uno, EATO), un proyecto de medios y literatura negra.
«La democracia necesita de minorías fuertes y bien relacionadas entre sí. En Alemania, desde el parlamento, pasando por los medios, hasta los sectores público y privado, todo es bastante blanco; hay mucho trabajo por hacer», destaca Tank, en una recepción de alumnos de la fundación.
NILE es el resultado de la colaboración de organizaciones no gubernamentales, varias instituciones, tales como ministerios federales, y la asistencia de la Fundación Heinrich-Böll, vinculada al Partido Verde, la embajada de Estados Unidos y Eberhard-Schultz-Stiftung (Fundación pro Derechos Humanos y Participación).
«Avanzamos con la gobernanza inclusiva, incluyendo capacitación en empoderamiento y en mejores prácticas», explica Tank. «Es de suma importancia si queremos acortar la brecha en materia de migraciones para una representación política y social más justa a todos los niveles».
Incluyendo a jóvenes musulmanes en un clima de hostilidad
Merisha Hadziabdic, de 25 años, cuenta que se unió a NILE convencida de que la creación de redes y de coaliciones es fundamental para promover cambios relevantes para su generación. Nacida en Sarajevo, Hadziabdic llegó a los tres años a Berlín como refugiada, cuando su familia huyó de la masacre de Prijedor, uno de los peores crímenes de guerra junto al genocidio de Srebrenica, perpetrados por las autoridades militares y políticas de Serbia, y en el que murieron 14.000 civiles. Al llevar la cabeza cubierta con velo en Berlín, suelen confundirla con una mujer turca y los consiguientes estereotipos de sometimiento y bajas expectativas.
Al igual que Soufeina Hamed, de 25 años, nacida en Túnez, graduada en la Universidad de Osnabrück, Merisha sabe mucho de Internet e integra el equipo de proyecto de JUMA (acrónimo en inglés de joven, activo y musulmán), que ofrece formación en gestión, retórica y medios a jóvenes alemanes musulmanes. Soufeina Hamed también tiene un papel activo en Zahnräder Netzwerker, una incubadora de iniciativas sociales para musulmanes.
También está Oznan Keskinkilic, con antecedentes turco-árabes, quien cursa una maestría en relaciones internacionales y tiene un papel activo en la Conferencia Judío-Musulmana para el Diálogo Interreligioso.
La hostilidad contra los inmigrantes y los refugiados se expresa en marchas como la de Dresde del 8 de este mes, cuando 15.000 manifestantes, la mayoría de Pegida (Europeos patrióticos contra la Islamización de Occidente), marcharon al grito de «Wir Sind das Volk» (Somos el pueblo), característico de 1989.
Jóvenes, ambiciosos y con talento, Mersiha, Soufeina y Oznan forman parte de los cuatro millones de ciudadanos y residentes musulmanes de Alemania, alrededor del cinco por ciento de los más de 80 millones de habitantes. El cuarenta y cinco por ciento de ese cinco por ciento tienen ciudadanía alemana.
Según la agencia de inteligencia alemana Verfassungsschutz, alrededor de 250.000 musulmanes viven en Berlín, un 73 por ciento de los cuales son de origen turco y uno de cada tres tiene ciudadanía alemana; pertenecen a un sector de la población cuya formación y capacitación elevan la inclusión y las expectativas de integración, que requieren más espacio de participación.
Creación de una masa crítica para el cambio
NILE se propone canalizar asuntos personales relacionados con impactos emocionales causados por el racismo, la discriminación o traumas por escapar de zonas en conflicto en procesos de empoderamiento hacia objetivos comunes, personales y profesionales.
Las herramientas de empoderamiento y liderazgo se enseñan de igual manera que la forma de involucrarse con el mundo tal cual es, para comprender que las personas no blancas no carecen de poder ni son invisibles.
«Toma el control, diseña tus narrativas con el nuevo espacio digital disponible y genera confianza con las autoridades para cambiar la forma en que los medios encasillan y reflejan a nuestras comunidades y nuestros temas», destaca Kurt Barling, quien se forjó un lugar relatando historias que unen a las comunidades, pero que a menudo pasan desapercibidas a la mayoría que está de espaldas al otro.
Los participantes han aprendido a formar parte de una masa crítica para crear coaliciones estratégicas y reducir la marginación, reformular el debate sobre migraciones como valor socio-económico y desafiar la discriminación y el racismo con instrumentos internacionales. «La libertad de expresión se termina con la provocación y la humillación racial y se puede llevar a la justicia. La educación en derechos humanos es un derecho humano», hace hincapié Kwesi Aikins
Los participantes del taller de NILE coinciden en que el desafío para los jóvenes es encontrar su papel entre las limitaciones de las opciones en conflicto que ofrecen la mezcla, la asertividad y la agotadora lucha por una participación justa.