En la conferencia climática que concluye en París, las pequeñas naciones insulares del Pacífico pidieron a los gobernantes de todo el mundo que detengan el cambio climático y respeten su derecho a existir en la tierra.
«Hemos estado entonando la misma canción durante muchos años. Reduzcan las emisiones de carbono y el calentamiento global, porque amenazan nuestra existencia», dijo Enele Sopoaga, primer ministro de Tuvalu, en la 21 Conferencia de las Partes (COP21) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
Con apenas 10.000 habitantes y una superficie de 26 kilómetros cuadrados, Tuvalu es un pequeño punto en el océano Pacífico. También es uno de los países más vulnerables al clima y corre un grave riesgo ante el aumento del nivel del mar, la acidificación de los océanos y los fenómenos meteorológicos extremos. Solo en 2014 fue azotado por 18 ciclones, incluido el ciclón Pam, que mató a 16 personas y causó daños por valor de 250 millones de dólares.
El cambio climático significa una amenaza existencial directa para su país, denunció Sopoaga en la COP21. El primer ministro piensa que si el acuerdo de París no mantiene el calentamiento del planeta por debajo de 1,5 grados centígrados y es débil en los compromisos financieros implicará la negación al derecho de existencia de Tuvalu.
«Ustedes tienen el derecho de vivir y nosotros también. Así que, a todos los líderes les exhorto, mantengan su compromiso con un acuerdo fuerte. No duden ahora», declaró este miércoles 10, en el Día Mundial de los Derechos Humanos.
El borrador del acuerdo en negociación en París menciona a las personas vulnerables, como los habitantes de Tuvalu.
Es necesario «enfatizar que las Partes promuevan, protejan y respeten todos los derechos humanos: el derecho a la salud y los derechos de los pueblos indígenas, los migrantes, los niños, las personas con discapacidad y personas en situación de vulnerabilidad y bajo ocupación, y el derecho al desarrollo..., así como la promoción de la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres» para lidiar con el cambio climático, señala el borrador.
Sin embargo, el párrafo está entre paréntesis, lo que significa que está abierto a debate y a los cambios, incluida su reformulación y eliminación del acuerdo definitivo.
Los países insulares vulnerables temen que el acuerdo definitivo no reconozca sus derechos. No obstante, «hasta ahora, me siento seguro y lleno de energía con la forma en que avanzó la negociación», declaró Anote Tong, presidente de Kiribati.
Ubicado al norte de Tuvalu, Kiribati es otro país vulnerable del Pacífico que quiere comprar tierras en otros países para trasladar a parte de sus 100.000 habitantes, que podrían quedar sumergidos por el aumento del nivel del mar si el calentamiento del planeta continúa a su ritmo actual.
La superficie total del país es de 811 kilómetros cuadrados y la elevación media es inferior a los dos metros sobre el nivel del mar. El mar sube a la velocidad aproximada de 3,1 milímetros por año. Además de la erosión y la contaminación del agua dulce por la creciente salinidad, Kiribati también podría quedar sumergida.
De hecho, algunos de los 32 atolones de coral de Kiribati ya están desapareciendo. Mientras que el principal objetivo para los negociadores en París son los mecanismos financieros y las emisiones de carbono, para su país el resultado de la COP21 es una cuestión de supervivencia como nación, subrayó Tong.
El presidente de Kiribati agradeció a Fiji por ofrecerse a recibir a sus 100.000 habitantes. El traslado se realizará a lo largo de varios años y los terrenos necesarios se venderán legalmente a Kiribati. Pero es en la COP21 donde puede adoptarse medidas significativas, aseguró Tong. «Hay mucho trabajo por hacer. Los países grandes todavía no entienden que se trata de una cuestión de supervivencia humana para nosotros. Pero van a tener que acompañarnos», afirmó.
Una de las mayores desilusiones de la COP21 hasta el momento ha sido la redacción del borrador sobre pérdidas y daños, que también está entre paréntesis, lo que implica que no existe el consenso necesario para llegar a un acuerdo. No se hace mención de la responsabilidad y la compensación de los países industrializados hacia los demás. Y a los países más vulnerables, que no generaron calentamiento global, les preocupa que el acuerdo no incluya un plan de indemnización para ayudar a su población.
Según voces expertas, si el acuerdo definitivo no incluye el tema de la responsabilidad y la compensación, podría obligar a algunos países a utilizar otros medios para obtener una indemnización, como las medidas legales contra las empresas contaminantes por los daños causados.
«Tengo la sensación de que eso habrá de suceder. Quizá no genere un resultado concreto, pero sí una movida simbólica de acción para los demás. Es importante que eso suceda. Por lo menos, que se inicie una conversación al respecto», comentó Andrew Gage, abogado de West Coast Environmental Law, una organización con sede en Canadá que ofrece apoyo legal en materia ambiental.
El miércoles 10 en la COP21, Gage publicó el informe «Taking Climate Justice into our Own Hands» (Haciendo justicia climática por mano propia), que pone de manifiesto el poder de los países afectados por el cambio climático para entablar demandas judiciales contra los contaminadores, como es el caso de los productores de combustibles fósiles a gran escala.
Koomi Naidu, director de Greenpeace, también opina que las demandas judiciales serán un recurso común en el futuro para obtener justicia climática para los países vulnerables. Esto es algo que ya está sucediendo en Filipinas, informó, donde varias organizaciones han sumado sus fuerzas con este propósito.
Pero cuando se le preguntó al respecto, el primer ministro de Tuvalu dijo que el litigio no es una opción para su país: «No, Tuvalu nunca hará eso. Solo cantaremos la canción con más fuerza», expresó.