Tanto España como Irlanda vivieron años engañosos de una prosperidad económica que parecía que había llegado para quedarse. Sin embargo, la burbuja inmobiliaria no aguantó más y término estallando. Salpicó a todos los sectores de la sociedad que, temerosos, escuchaban los peores presagios económicos que auguraban los entendidos en la materia.
Irlanda catapultó su prima de riesgo a cuotas antes nunca vistas y con una velocidad mucho mayor que la de España e incluso llegó a rozar los 750 puntos básicos. Fue el primer país de la eurozona en entrar en recesión en 2008 y, tras el hundimiento de Lehman Brothers, el primero en actuar e inyectar 5.500 millones de euros a tres de sus principales bancos e incluso nacionalizando el Anglo Irish Bank.
A partir de ahí, la historia del país ya es de sobra conocida. Standard & Poor´s degrada en 2009 la deuda pública del país, al igual que Fitch. El ministro de Economía anuncia una reducción del gasto público de 10.600 millones de euros, cifra nunca vista en el país, y tras seguir viendo rebajada la nota en 2010 por parte de las agencias de calificación y siempre con perspectiva negativa, no le queda otro remedio que pedir el rescate el 23 de septiembre de aquel año. Irlanda termina recibiendo 85.000 millones de euros para reestructurar la banca y sanear las cuentas públicas.
Lo peor está por llegar. En 2011, el país es considerado bonobasura en datos macroeconómicos y su prima de riesgo supera en verano los 1.000 puntos básicos sobre el bono alemán. El gobierno, al contrario que el ejecutivo español, baja el IVA en sectores capaces de generar empleo como el turismo y el ocio y el Banco Central Europeo sigue comprando bonos irlandeses. En septiembre, un segundo rescate financiero a Irlanda cifra en 7.500 millones la ayuda de la Unión.
En el tercer trimestre de este año el PIB cae un 1.9%, pero en el cuarto la bajada es menos acusada, 0,2%. Los despidos de funcionarios, recortes sociales y el control de las nóminas de altos cargos y banqueros se recrudece. La Comisión Europea señala en sus previsiones de primavera que la economía irlandesa avanzará finalmente un 0,5% este año y un 1,9% el próximo. El desempleo se estabiliza en un 14,8% y no repunta. Sin embargo, la situación financiera del país se estabiliza dentro del panorama económico actual e incluso Alemania y Francia consideran a Irlanda como caso aparte dentro de la crisis económica. Aunque el PIB sigue enclenque, su tasa de desempleo no crece –mientras que España sigue creciendo, hasta 11 puntos más que Irlanda (25%) y su prima de riesgo baja. A día de hoy, Irlanda se sitúa en los 343 puntos básicos, casi cien menos que España (450).
Irlanda crecerá en 2013 y España en 2014
Un año después y tras una ayuda total de 85.000 millones de euros, los ajustes presupuestarios de Irlanda son elogiados por diferentes países dentro de la UE. La canciller alemana, Angela Merkel, incluso declaró que «Irlanda se ha convertido en un magnífico ejemplo» de un buen rescate. Y es que su déficit público, que llego a ser el 32% del PIB hace solo dos años, será en 2012 hasta tres veces menor. La economía empieza a crecer tras años de recesión. Para muchos analistas, España estaría siguiendo un comportamiento similar al de Irlanda, pero intentando evitar el lastre de la palabra rescate a nivel global y no solo en lo que se refiere a la intervención bancaria.
Según las previsiones de Bruselas, Irlanda seguirá creciendo en 2013 y en 2014 se prevé un aumento del 2,2% en el PIB, lo que serían cuatro trimestres seguidos de crecimiento. España, por su parte caerá un 1,4% en 2013 y crecerá tímidamente en 2014 (0,8%). No obstante, los expertos ven la evolución de los dos países bastante similar. Ya que mientras Irlanda caía el primero, España aún tenía datos positivos y por tanto el traspiés de su economía no apareció hasta más adelante. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. Los irlandeses aún son de los más endeudados de Europa. Su deuda pública alcanzará el 122,5% del PIB en 2013 frente al 92,7% de España.
Otro punto en común de ambos países es el despunte de las exportaciones, auténtico salvavidas de ambos. En España crecieron un 3,4% en la primera parte del año y en Irlanda, un 5%. Con todo este proceso de ajustes y reformas dictado desde Bruselas, el sentimiento europeísta de sus habitantes sigue siendo alto. El 67% de los irlandeses prefieren seguir formando parte la Unión Europea frente al 75% de los españoles, según un estudio realizado por Trasatlantic Trends, aunque ambos coinciden en sus estimaciones sobre si la UE está bien o mal dirigida, decantándose mayoritariamente por esta última opción.