«Este es el peor desastre de la posguerra en Bosnia», declaró en Sarajevo el presidente de Bosnia-Herzegovina, Bakir Izetbegovic. Un día antes, el domingo, el primer ministro serbio, Aleksandar Vucic, calificó las inundaciones de un hecho «histórico» y «catastrófico». Los meteorólogos en Bosnia, Croacia y Serbia coinciden en que solo tres días de lluvias torrenciales sin precedentes en la antigua Yugoslavia entre los días 13 y 17 dejaron el equivalente a tres meses de lluvias en la región.
Izetbegovic asegura que el desastre ha causado «el mayor movimiento de población en Bosnia desde la guerra» que fragmentó a las exrepúblicas yugoslavas entre 1991 y 1995. Las inundaciones han desplazado a decenas de miles de personas en Bosnia, con cuatro millones de habitantes, en cuestión de días, a medida que sus viviendas desaparecían bajo el torrente de los ríos o en uno de los 3.000 deslizamientos de tierras en las zonas afectadas. Cerca de un millón de personas carece de agua potable, agrega.
En Serbia, más de 30.000 personas fueron evacuadas de Obrenovac, 33 kilómetros al suroeste de Belgrado. La ciudad alberga la planta de energía térmica Nikola Tesla, que provee de electricidad a la mitad del territorio serbio. Todas las zonas afectadas en Bosnia, Croacia – que tiene 10.000 evacuados – y Serbia se encuentran a lo largo del río Sava, al que los antiguos libros de texto de geografía describían como «el río que une a las naciones de Yugoslavia».
Parecería que el río está cumpliendo esa función nuevamente, aunque Yugoslavia ya no existe desde 1991. «Me sorprendió ver a un tipo con un uniforme que no era serbio, agitando la mano y llamándome a que subiera a un bote», dice Ivica Marjanovic, de 63 años y evacuado el fin de semana en Obrenovac. «Solo cuando habló me di cuenta de que era croata... Sonrió, yo también y subí al bote... no esperaba que un croata me salvara, reconoce Marjanovic en uno de los centros deportivos de Belgrado habilitados como refugios.
Las guerras desintegraron a Yugoslavia después de que Serbia se opuso a la independencia de Bosnia, Croacia y Eslovenia. En el conflicto que duró hasta 1995 perdieron la vida más de 120.000 personas, en su mayoría no serbios. Sin embargo, los tiempos cambian y fueron eslovenos y croatas, junto con macedonios y montenegrinos, los primeros en socorrer las zonas inundadas de Bosnia y Serbia.
«Tuvimos una experiencia singular», comenta un piloto de helicóptero de Eslovenia que no quiso dar su nombre. «Llevamos a una mujer de Obrenovac a un hospital en Belgrado y solo una hora más tarde dio a luz a un bebé sano. Somos profesionales, estamos acostumbrados a este tipo de cosas, pero de alguna manera es diferente cuando estamos en Serbia que, digamos, en Italia. Tal vez las raíces comunes tienen que ver», agrega. Eslovenia y Croacia enviaron a 30 miembros de sus equipos de rescate en helicópteros, con botes inflables, bombas de agua y equipos de filtración de agua a Serbia. Los macedonios enviaron alimentos de larga vida y camiones con agua embotellada a las zonas inundadas.
Montenegro trasladó una unidad militar que participó, junto con la policía serbia y las fuerzas armadas, en la evacuación de la zona más afectada de Obrenovac en Serbia. La Autoridad de las Carreteras de Croacia anunció que los vehículos que transportan ayuda humanitaria a las zonas inundadas no pagarán peaje. «Esta solidaridad no es ninguna sorpresa», asegura Goran Svilanovic, secretario general del Consejo de Cooperación Regional, una organización que supervisa los esfuerzos para mejorar la cooperación y la reconciliación en la extinta Yugoslavia.«Sería apropiado que todas las naciones afectadas por inundaciones trágicas tomen medidas conjuntas ante la Unión Europea (UE) y pidan ayuda financiera», explica Svilanovic. «No sería tan efectivo ir por separado ante la UE», añade. Serbia es candidata a ingresar en la UE, mientras Bosnia-Herzegovina aún no ha llegado a esa etapa. Croacia y Eslovenia ya forman parte de la familia de 28 miembros del bloque europeo.
La idea de Svilanovic es apoyada por la portavoz del parlamento de Serbia, Maja Gojkovic, quien declaraba el martes a los medios de comunicación serbios que «esta (acción conjunta de Bosnia y Serbia) podría ser una medida eficaz». Según cálculos relativamente modestos, los daños de las inundaciones ascienden durante esta primavera a unos 685 millones de dólares.
Para la gente común, el renacimiento de la solidaridad entre las exnaciones yugoslavas no parece extraño. «Nuestros idiomas son más o menos los mismos, nuestra forma de vida también. Tenemos una herencia común», reflexions Selma Sebo, de 43 años y residente de la ciudad bosnia de Tuzla. Por teléfono añade que «nuestro desastre es el mismo, por eso podemos sentir empatía por los demás».