Tras el etiquetado de la ropa supuestamente elaborada en la UE, «made in EU», se esconde muchas veces un tercer país en el que se ha producido todo o parte del producto que comercializa una empresa europea. La Eurocámara cree que los consumidores tienen derecho a saber dónde se ha fabricado el producto y que la etiqueta debe indicarlo claramente.
La legislación europea del textil sólo obliga a armonizar el nombre de las fibras, ahora hay 18 naturales y 30 sintéticas, y a etiquetar con la composición del producto. La Comisión europea pidió a la Eurocámara una propuesta para reducir el tiempo de salida al mercado de una nueva fibra, pero el Parlamento ha hecho una propuesta con más carácter político que pretende obligar a los fabricantes textiles a indicar el país de origen de sus productos en las etiquetas, como ya hacen Estados Unidos, Canadá o Japón.
Los eurodiputados proponen que no se describa la etiqueta como originario en su totalidad de un país si no se han sucedido allí todas las fases de producción: hilatura, tisaje, acabado y confección. La norma debería aplicarse a todos los productos textiles, ropa, cortinas, manteles e incluso juguetes compuestos por, al menos, un 80 % de fibras textiles.
El Parlamento ha pedido que la Comisión presente antes de dos años un informe sobre nuevos requisitos de etiquetado, aún más amplios: un sistema uniforme de tallas para ropa y calzado, un etiquetado ecológico, con advertencias sobre peligrosidad e incluso un etiquetado social, que informe a los consumidores de las condiciones sociales en que se ha fabricado el producto. euroXpress