La UE se ha preparado para evitar nuevos sobresaltos en las finanzas de los 27. Con Grecia e Irlanda, sometidas al rescate europeo; España, Portugal e Italia, en el punto de mira de los especuladores; y el conjunto de la Unión, en el mayor plan de austeridad de las últimas décadas, el 1 de enero de 2011 se ponen a funcionar las nuevas autoridades europeas que deben controlar a los bancos, las bolsas y las aseguradoras. La herramienta está puesta, hace falta ver cómo y quién la manipula.
La supervisión financiera en Europa seguirá a cargo de las autoridades nacionales, pero la UE ha creado tres organismos de vigilancia y coordinación con relativos poderes para poner orden en las finanzas. Habrá una Autoridad Bancaria Europea, con sede en Londres; una Autoridad Europea de Mercados de Valores, con sede en París; y una Autoridad Europea de Seguros y Pensiones, con sede en Fráncfort. Además comienza a funcionar el Consejo Europeo de Riesgo Sistémico, presidido por el titular del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, para detectar situaciones de crisis derivadas del funcionamiento de los mercados.
En conjunto, el Sistema establecerá normas armonizadas para los 27, gestionará desacuerdos entre los Estados, hará recomendaciones en caso de infracciones de la legislación comunitaria y garantizará una respuesta coordinada ante situaciones de crisis. Esto puede ser mucho o nada, pero lo cierto es que la presión del Parlamento Europeo permitió que los nuevos supervisores tengan más competencias de las inicialmente previstas. De hecho ahora se vigilará a las agencias de calificación, como Moody's o Standars and Poor's, cuestionadas por los expertos, y se podrán prohibir operaciones de excesivo riesgo en las ventas al descubierto y someter a normas más estrictas el mercado de derivados. Además, los supervisores tienen capacidad para imponer sanciones. Todo un sistema supervisor que ha levantado grandes expectativas. El comisario de Mercado Interior, Michel Barnier, ha dicho que «los días del casino financiero pertenecen al pasado.»
La primera prueba de fuego se pasará en febrero, cuando los bancos europeos se sometan a un nuevo stress test, que mida su solvencia, después del fracaso del anterior, aireado con gran propaganda como prueba de transparencia. Sólo siete de los 91 bancos examinados no pasaron la prueba. Entre los aprobados estaban todos los irlandeses que muy poco después fueron el detonante para que Irlanda solicitara el rescate de los socios comunitarios.
Presupuestos nacionales también supervisados
Pero como nunca se sabe a ciencia cierta si el enemigo está fuera o dentro, la UE se dispone a controlar también las cuentas nacionales de los 27. Aunque todos han vuelto ya a la senda del Plan de Estabilidad para frenar déficit y deuda pública, el uno de enero entra en vigor lo que se ha llamado Semestre Europeo, una iniciativa del grupo de trabajo creado por el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, para supervisar las estrategias presupuestarias de cada uno de los socios europeos. Con el nuevo año, los gobiernos tendrán que enviar a Bruselas sus cuentas, antes de aprobarlas, para que sean analizadas por la Comisión Europea y el Consejo.
En marzo se dará a conocer un informe con los consejos estrátegicos de política presupuestaria para cada uno de los socios. Los Estados tendrán que adaptar sus cuentas y ajustarse a las recomendaciones europeas. En junio se revisarán los presupuestos de cada país, antes de que sean aprobados por los respectivos parlamentos nacionales.
En un difícil equilibrio, Bruselas asegura que no se debilita el papel del poder legislativo en los 27 y que se trata de fortalecer la disciplina presupuestaria para reforzar la gobernanza económica en Europa.