Hungría preside una UE en crisis

Por primera vez, Hungría preside desde el uno de enero el Consejo Europeo. En plena crisis financiera de la eurozona, a la que no pertenece, tiene el desafío de coordinar las políticas económicas de los 27 y conseguir afianzar un mensaje de estabilidad en los mercados.

Sin embargo, su propia situación económica no propicia el papel de mediador. Se salvó casi de la quiebra en 2008 gracias a un préstamo de la UE y el FMI y el organismo internacional acaba de negarle otro. La agencia Moody's ha rebajado la calificación de su deuda a la de los bonos basura y el gobierno de Budapest carga estos días con la crítica internacional por imponer una censura encubierta en los medios de comunicación.

Instalación del logo de la presidencia húngara en Bruselas
El logo de la presidencia húngara se instala en Bruselas

Hungría llega a la presidencia rotatoria de la UE el uno de enero con una agenda de prioridades idéntica a la de sus antecesores, que completan el primer trío de presidencias con las reglas del Tratado de Lisboa. Igual que España y Bélgica, tiene el reto de que los 27 consigan unas finanzas estables y que los mercados se lo crean.

Aunque Hungría no forma parte de la moneda única, la crisis de la deuda en la eurozona será su quebradero de cabeza durante los próximos seis meses. En Budapest cruzan los dedos por que no haya que acudir al rescate de otro socio, como ocurrió el año que acaba con Grecia e Irlanda, y sea el gobierno húngaro el que tenga que coordinar la actuación de los 27 y mediar entre los grandes de la UE.

Aún así, el ministro húngaro de Exteriores, Janos Mantonyi, reconoce que la economía es la prioridad absoluta de la presidencia, en la que se intentará concretar el sistema de sanciones por déficit público y terminar las negociaciones para hacer permanentes posibles futuros rescates financieros.

Un papel para el que Hungría se ve cuestionada desde diferentes ámbitos por sus propias finanzas. El país evitó la quiebra en 2008 por un préstamo de la UE y el Fondo Monetario Internacional y el FMI acaba de negarle otro de 25.000 millones de dólares por discrepancias con Budapest sobre las fórmulas para recortar el déficit. La agencia Moody's rebajó en diciembre la calificación de su deuda de Baa1 a Baa3, bono basura. También es cierto que Hungría ha conseguido rebajar su déficit público hasta el 3,8%, uno de los más bajos de la UE, aunque su deuda pública asciende al 80% del PIB.

Las dudas están en si un país pequeño de la UE, de los últimos en formar parte del club y en esas condiciones financieras, será capaz de hacer frente a problemas de la envergadura que se esperan en el próximo semestre. La embajadora de Hungría en España, Edit Bucsi, responde con la referencia de Finlandia, país alabado por sus éxitos en su presidencia.

Para empeorar las cosas, el gobierno de Viktor Orban, acapara estos días múltiples críticas por la ley sobre medios de comunicación que se ha interpretado como una vía abierta para controlar a la Prensa.

La economía... y otras prioridades

Los otros asuntos de la agenda húngara tampoco carecen de importancia. Budapest quiere entrar de lleno en el debate energético, por la fuerte dependencia de Rusia de los países de Europa Central y Oriental, pero no hay propuestas concretas. Su programa habla de una Europa más fuerte, en la que se tenga en cuenta la alimentación, con la vista puesta en la revisión de la Política Agraria Común; la energía, para definir una política común sobre la materia; y el agua, como novedad comunitaria, pensando en una estrategia ya puesta en marcha sobre la región del Danubio.

Las negociaciones para la entrada de nuevos socios tocarán sólo tangencialmente la presidencia, pero Hungría quiere que este semestre terminen las negociaciones con Croacia y da especial relevancia a la política de vecindad. En mayo se celebrará una cumbre de la UE y las antiguas repúblicas soviéticas de Ucrania, Bielorrusia, Moldavia, Georgia, Armenia y Azerbaiyán.

Como ya es tradicional en todas las presidencias, aparece como prioridad hacer una Europa más próxima al ciudadano. La retórica habitual de que todas las políticas transversales tengan al ciudadano como protagonista se enfrenta ahora con más intensidad a una población europea desinteresada por la UE, a la que responsabiliza de los planes de austeridad impuestos por los gobiernos de los 27. En cualquier caso, en este apartado hay dos asuntos espinosos: la entrada de Bulgaria y Rumanía en el espacio Schengen y el desarrollo de una política de integración de los gitanos, minoría de especial importancia en la propia Hungría.