Hungría, país que ostenta la presidencia rotatoria de la UE este semestre, no se unirá al Pacto por el Euro. Su primer ministro, Viktor Orban, lo ha rechazado dos días antes de que los jefes de Estado y de gobierno de la UE lo ratifiquen en la que pasa por ser la cumbre decisiva para el futuro gobierno económico europeo.
El motivo fundamental es la armonización del impuesto de sociedades, sobre el que la Comisión Europea ha presentado una propuesta referida a la homogeneización de la base imponible. Orban asegura que su gobierno mantendrá la independencia de impuestos y reconoce que su meta es crear en Hungría el sistema impositivo más competitivo de la región, para atraer empresas e inversiones del exterior. Actualmente, el tipo del impuesto de sociedades húngaro está entre el 10 y el 19%, según los ingresos anuales. Unirse al Pacto va contra la modernización de la economía húngara.
Paradójicamente, Orban considera un éxito de la presidencia húngara la adopción de todo el paquete legislativo sobre el gobierno económico de la UE.
El gobierno húngaro también ha rechazado la participación en la coalición internacional para establecer una zona de exclusión aérea sobre Libia. Orban ha hecho un llamamiento a la cautela en relación con Libia: Europa tiene la oportunidad de establecer una cooperación a largo plazo entre cristianos y musulmanes y no debería hacer nada que pueda arruinar esta histórica oportunidad.
La presidencia húngara ha tenido un duro enfrentamiento con la Comisión Europea y alguno de los Estados miembros a propósito de la Ley de Medios de Comunicación, considerada por las organizaciones profesionales como una fórmula de establecer la censura en el país. Bruselas pidió al gobierno húngaro que realizara reformas en la legislación y Budapest lo aceptó.