«Henri Cartier-Bresson», Centro Pompidou
Cartel exposición
Cartel exposición / Foto eXp

«Herni Cartier-Bresson», Centro Pompidou
París,
hasta el 9 de junio de 2014

«Fotografiar es poner en la misma línea de mira la cabeza, el ojo y el corazón», decía Henri Cartier-Bresson. Desde finales de los años 20 hasta los albores del s. XXI, el fotógrafo se afanó en seguir este principio de vida y de vista. París dedica estos día una exposición antológica a uno de los hombres que mejor ha retratado las luces y las sombras del siglo XX, Henri Cartier Bresson.

Desde que Cartier-Bresson empezó a exponer y a publicar sus imágenes, algunos intentaron circunscribir aquello que hacía la unidad de este principio. Su genialidad en la composición, su inteligencia en las situaciones o su destreza para captarlas en el momento justo, se han visto resumidas en muchas ocasiones a la noción de «instante decisivo». Diez años después de la desaparición del fotógrafo en 2004, ahora que los miles de revelados que ha dejado para la posteridad han sido cuidadosamente reunidos y clasificados por la fundación que lleva su nombre, y que los investigadores pueden tener acceso a sus archivos de notas.

La del Centro Pompidou es la primera gran retrospectiva en Europa sobre Cartier-Bresson, desde su muerte hace 10 años. Un recorrido por sus inicios pictóricos, sus guiños surrealistas o esa particular visión de la vida que aplicó a su compromiso comunista. Por ejemplo, cuando dio la espalda al rey en la coronación de Jorge VI, para dirigir su cámara hacia el pueblo que miraba. Henri Cartier-Bresson también se interesó por el cine: apareció como seminarista o mayordomo en una película de Renoir, y rodó un documental sobre la Guerra Civil española. Del final de la Segunda Contienda Mundial son estas famosas imágenes de una confidente, descubierta por la mujer a la que antes había denunciado. Por algo le llamaron el fotógrafo del instante decisivo: porque mezclado entre la gente, observaba sin cesar hasta el momento oportuno. Capote lo comparó, recuerdan en el museo, con una libélula algo inquieta...

De hecho, Cartier-Bresson decía que hay que ser discreto, que forzando a la gente NO se obtiene nada: lecciones que siguen siendo hoy válidas de un fotógrafo que prefería la abstracción del blanco y negro, frente al color...»