La secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Alicia Bárcena, ha dicho en varios foros de la cumbre que la economía regional crecerá solo el uno por ciento en 2015, en un estancamiento respecto al pobre incremento del producto interior bruto del área el año anterior, de solo el 1,1 por ciento.
Esta cumbre interamericana reúne por primera vez a los gobiernos de los 35 países del continente, con el estreno en este foro de Cuba y su presidente Raúl Castro, lo que convierte a la cita de dos días en histórica.
Los jefes de Estado y de gobierno y la sociedad civil, académicos, jóvenes y empresarios en foros paralelos se reúnen en Ciudad de Panamá para debatir como tema central el tema «Prosperidad con equidad: los desafíos de la cooperación en las Américas».
La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, ha puesto el acento sobre un tema clave del frenazo económico: el grave impacto social que podría ocasionar en la región más desigual del planeta.
En un panel en la II Cumbre Empresarial de las Américas en que el que han participado también sus homólogos de Estados Unidos, México y Panamá, Rousseff dijo que la región debe esforzarse en esta coyuntura en impedir que recaigan en la pobreza las amplias capas de la población que las políticas sociales han conseguido sacar.
Según la Cepal, Brasil se ubica en el área donde la economía tendrá un peor comportamiento, América del Sur, donde la tasa de crecimiento estará en torno a cero. Por el contrario América Central y México crecerán en torno al 3,2 por ciento y el Caribe insular en torno al 1,9 por ciento.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, planteó en el mismo panel que «para que el hemisferio siga creciendo hay que educar a los pueblos toda su vida», y llamó a los gobiernos del continente a cooperar para crear mecanismos que avancen en esa dirección.
«Debemos sustituir la dinámica del extractivismo por una cultura de la sostenibilidad», planteó Bárcena en otro encuentro. Para la máxima ejecutiva de la Cepal, la caída en el ritmo económico debe impulsar nuevos pactos sociales en la región, a fin de que no sucumban los esfuerzos por frenar la desigualdad.
«Si no hay una distribución equitativa de la riqueza, no habrá ni crecimiento ni desarrollo», nos dijo el dirigente sindical Erick Graell, secretario de la Central Nacional de Trabajadores de Panamá, participante en la Cumbre de los Pueblos, un encuentro alternativo a la cita cimera de las y los mandatarios.
Tras las vallas coronadas con alambradas de la Universidad de Panamá, 3.000 integrantes de los movimientos sociales y sindicales de las Américas celebran entre el jueves 9 y el sábado 11 el encuentro que califican de «alternativo» a los encuentros oficiales programados por la Organización de Estados Americanos (OEA).
Alrededor del Paraninfo universitario caminan mujeres y hombres de los pueblos originarios con trajes típicos coloridos, se escuchan arengas de protesta social y en las paredes cuelgan carteles con fotos y frases del guerrillero argentino-cubano Ernesto «Che» Guevara (1928-1967) y otros líderes históricos de la izquierda latinoamericana.
Entre el predominio de la diversidad racial sureña y caribeña, se entremezclan participantes de Canadá y Estados Unidos, en el espacio alternativo a donde este viernes 10 concurrió el presidente de Bolivia, Evo Morales, y se esperaba la asistencia de Nicolás Maduro (Venezuela), Rafael Correa (Ecuador) y Raúl Castro (Cuba).
«Se ha hecho tradición que cada vez que los presidentes se reúnen en su élite, al margen de lo que puede ser el desarrollo del país, el movimiento social realice este encuentro», especificó Graell, del equipo organizador de la Cumbre de los Pueblos.
«Vamos a plasmar nuestras preocupaciones sobre la pobreza y las desigualdades en las recomendaciones que enviaremos a los mandatarios», reveló el líder sindical, sobre el encuentro ciudadano que se celebró por vez primera en la IV Cumbre de las Américas, realizada en 2005 en la ciudad argentina de Mar del Plata.
El foro alternativo se ha congregado en esta ocasión bajo el lema «América Latina, una patria para todos, en paz, solidaria y con justicia social» y analiza temas como derechos humanos, económicos, sociales y culturales, democracia y soberanía, libertad sindical, migraciones, comunidades originarias, educación o seguridad social y pensiones.
Invertir más en la formación de la gente resulta clave para dejar atrás la dependencia de las materias primas y fortalecer los sectores del conocimiento y la tecnología, que garantizarían sostenibilidad económica y social, según Bárcena, de Cepal. Y a la vez significa un reto para los gobiernos por la desaceleración.
Para el despegue económico y la estabilidad democrática, el organismo recomendó a la región «cerrar brechas estructurales en materia productiva, educativa y de ingresos para avanzar hacia un desarrollo inclusivo y sostenible».
«Está faltando coordinación a nivel de gobiernos para reducir las disparidades regionales», valora Jorge Valdivieso, secretario ejecutivo de la Central Obrera Boliviana. «Un ejemplo de ello es que existen fronteras entre nuestros países y exigencias de visados. Latinoamérica es un solo país», nos aseguró en la Cumbre de los Pueblos.
La enfermera salvadoreña Idalia Reyes, que se estrena en el foro alternativo en representación del Sindicato de Trabajadores del Instituto Salvadoreño de Seguro Social, nos explicó que «la cooperación puede contribuir a mejorar la calidad de vida de las comunidades».
Destacó que varios países como Brasil, Cuba o Venezuela tienen programas de cooperación regional en aspectos como investigación científica, productividad, recuperación post desastres, salud y educación, entre otros, a pesar de sus limitaciones internas.
Pero lamentó que en el caso de Estados Unidos, los apoyos a las naciones de la región «vienen llenos de condicionantes». «Y tiene mucho que ofrecer pero debe dejar de pedir siempre algo a cambio», opina esta activista que vive dentro de un área, la centroamericana, que calificó de marcada por la criminalidad y la migración hacia el norte.
En busca de reducir el éxodo con prosperidad económica y seguridad, El Salvador, Guatemala y Honduras presentaron en noviembre el plan de la Alianza para la Prosperidad en el Triángulo Norte, apoyado con 1.000 millones de dólares por Estados Unidos, que sumará los esfuerzos de unión aduanera e integración comercial.
La activista ha llevado al encuentro alternativo la reclamación de evitar la privatización de las pensiones de la clase trabajadora, un fenómeno a su juicio recurrente en los países centroamericanos. «Queremos pensiones mixtas y seguras, a las que aporten los trabajadores durante la vida activa y el gobierno», amplió.